«El origen»

227 90 206
                                    

Se asoma un rostro conocido, es Samuel mi administrador.

«¿Doctor es usted?», pregunta indeciso y al reconocernos sale sonriendo y nos abraza, rápidamente nos atrincheramos en la mansión. Adentro esta Fátima la cocinera, un par de trabajadores y el director de la escuelita del barrio infestado de muertos.

La casona esta bien resguardada con puertas de gruesa y fina madera, las ventanas poseen indestructibles protectores de acero y tenemos una despensa que podría durar un par de semanas.

Mientras nos servimos la cena miramos la televisión, el ambiente es tenso y nadie se anima a hablar, varios canales emiten su señal mostrándonos el caos total en el que estaba sumergido el país, ya antes habían informado de una manera no muy clara sobre los resucitados peligrosos, se sospechaba de la supuesta reaparición de algún remoto y antiguo virus, que se debe posiblemente a la descongelación de algún cadáver que sucumbió por esa causa hace siglos. Los científicos ya habían advertido que el cambio climático podría hacer resurgir extraños virus y tal parece que al descongelarse los polos despertaron este virus zombie que seguramente azotó al planeta antes de la glaciación. Se sabe que los primeros cadáveres andantes llegaron del norte de América. Alaska para ser exactos.
Todos los países se prepararon para contener la pandemia pero nada es perfecto...

La televisión informa que la infección se esparció rápidamente, el ejército y la policía estaban en alerta máxima eliminando directamente a los muertos y a los que por desgracia se infectaban.

El palacio de gobierno se convirtió en un refugio al que llegaban los que podían. Ahí estaba parapetada la cúpula del gobierno a la cabeza de Evo Morales presidente del país. Más tarde el presidente acompañado de sus ministros dio un mensaje aclarando que toda esta desgracia se nos vino encima por la ambición desmedida del imperio y que se estaban tomando medidas extremas para combatir la pandemia, pedía a todos que resistan, su mirada traslucía terror, luego un general del ejército explicaba como proceder en caso de encontrarnos con un infectado...

En otro canal un predicador afirmaba que era castigo divino y conminaba a arrepentirse, que el tiempo final había llegado. Siendo honesto yo pienso que Dios no nos puede ayudar y me parece que ya no existe el control de nada.

«Solo puede ser el castigo de Dios», dice Donna en un susurro. «¿Como estás mi amor?», le pregunto mirándole directo a sus hermosos y dominantes ojos negros, responde apesadumbrada que una vez vio una película de zombis y aseguraba que esas cosas de afuera son muertos que caminan y se comen a la gente, solo puede ser Dios que nos a maldecido, se cansó de nosotros tan pecadores y narcisistas, es su justo castigo.

Donatella no conocía tu lado religioso, es más siempre pensé que eras neutral referente a lo espiritual. «Mas bien creo yo», dije para que su mente se mantuviera alerta, «que esto a sido provocado por un maldito virus y que los únicos responsables de todo esto somos nosotros mismos»

«¿Y ahora qué pasara?», dice abatida, yo la abrazo y le susurro al oído que todavía estamos vivos y debemos continuar así. Personalmente vi varias películas de este género y se que es imposible detenerlos, mientras eliminas a uno cien más son infectados.

Amor en tiempo de zombies (español) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora