Azucenas.

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— Eli, ya tardó mucho— Meliodas miraba al cielo esperando una hermosa albina que lo enloquecia pero no había señales de ella, comenzaba a preocuparse llevaba días sin saber de ella— quizás debería irme.

Abrió sus hermosas alas blancas, cuando percibió unas presencias miraba hacia todos lados muy alerta para lo que se avecinara, en un pilar vio estrellarse una silueta negra, trató de ocultarse para no ser sorprendido, escucho pasos y vio una albina de armadura dorada "Mael que hace aquí con quien pelea" pensaba Meliodas confundido, vio caer una espada familiar.

— Voy acabar contigo— Mael tenía su mirada arrogante, escucho una risa sinica dio un salto para estar frente a frente y tomó su mentón para presionarlo— eres una maldita demonio.

— Seré un demonio pero tengo lo que tu deseas— tras decir esas palabras Mael se quedó paralizada no entendío a lo que se refería— mil cortes divinos— lo dijo en un susurro mientras el cuerpo de Mael era cortado aprovecho y pateó a la albina quien salió disparada lejos del teatro, giro de manera siniestra abrió sus alas y tomó a Meliodas de la mano para llevárselo— en que mierda estabas pensado te dije que no me esperaras tanto tiempo, eres un terco.

Meliodas se sintió triste al escuchar las palabras de Elizabeth tenía un semblante muy molesto sin embargo Meliodas sintió como tambaleaba un poco su vuelo la tomó fuerte de la mano y la miró una vez más de reojo tenía heridas en el cuerpo, jamás la había visto así.

— Perdoname— la voz entrecortada de Meliodas hizo que ella lo mirara de reojo, le dolía haberle de manera tan ruda pero tenía miedo de perderlo. Sabía que la estaba esperando, se dirigía a él pero Mael se cruzó en su camino y terminó combatiendo con ella.

—Meliodas quiero que entiendas una cosa, no quiero que te lastimen confio en tu fuerza por algo eres el hijo de la Deidad Suprema es solo que no quiero perderte— Meliodas detuvo su vuelo y tiro de la mano de Elizabeth— No debí hablarte de ese modo.

Meliodas soltó la mano de Elizabeth pero al soltarla ella se desvaneció, él rápido la tomó entre su brazos para evitar su caída, llegaron a una cueva  comenzó a revisarla en un costado tenía una cortada se sorprendió bastante era un corte con una espada Alada, era conocida por acabar con los demonios.

— Estarás bien amor— beso la frente de la albina y salió de la cueva, después de un tiempo volvió con agua, mantas, acomodo las mantas para poder recostarla, quito las ropas rotas de la albina y con una toalla húmeda comenzó a limpiar la sangre y a curarla, la herida al ser con un objeto sagrado llevaría tiempo su sanación él trataba con su magia ayudarla, veía el delicado y fino rostro de Elizabeth se preguntaba como alguien como ella era tan violenta y tan fuerte, escucho unos pasos y se puso alerta.

— Mel? ¿Estas aquí? Conseguí la ropa— Gerheade entraba sigilosa hasta que encontró al rubio y este le sonrió— no encontré algo como lo que ella usa pero servirá.

— Gracias ¿te siguieron? — tomó las ropas y miró como Gerheade se sonrojada y agachaba su mirada— pasa, Gloxinia se que estas aquí.

— como es que involucras a mi hermana en esto Meliodas ¿a quien tienen aquí? — pelidecio cuando la vio—¿que le sucedió?

— Recibió un corte de una espada alada, la estoy curando, su regeneración demoníaca no está actuando— Meliodas se inco ante la albina, acarició su rostro y le beso la frente, Gerheade le regalo una sonrisa a su hermano.

— posiblemente esta sellada su regeneración, tu tardarás un poco en curarla, déjame ver— se acercó a ver el costado de la albina y sonrió— solo fue un pequeño corte no es profundo, agradece que no le atravesaron la espada no podríamos retirarla y posiblemente moriría por la noche.

Amor Vedado... 💫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora