tres

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La cena continuó sin más interrogatorios para el inesperado invitado. Todos se encontraban hablando mientras que Dante, como siempre, se limitaba a escuchar en silencio. Parecía absorto en su propio mundo. De todos modos nunca había sido de los que disfrutaba los eventos sociales.
A menudo sentía que luego de estar rodeado de muchas personas necesitaba pasar tiempo consigo mismo. Como si la presencia ajena le quitara energía que sólo podía recuperar acostado en su cama leyendo un libro.

"¿Dante?" La mamá de Malva lo miraba con de una manera curiosa. Como su esperara una respuesta de su parte.

"¿Si?"

"Nicca te ha preguntado cuando te casaras. A ver si bajas un poco de esa nube donde te encuentras y prestas atención a los invitados." Su padre reprochó de una manera brusca.

Dante se removió incómodo antes de responder. No le gustaba hablar de si mismo ni tener toda la atención sobre él. "Um no lo sé. Por el momento no me encuentro interesado en buscar una esposa." Respondió.

"Oh, pero jovencito, ya estas en edad de buscar a la madre para tus hijos. Yo a tu edad ya tenía uno."

"Tal vez más adelante." Sonrió de una manera cortes.

"Dudo mucho que éste sea bueno para encontrar una mujer decente si lo único que hace es ser un bueno para nada que desperdicia su tiempo en cosas banales. Ni siquiera tienen un trabajo decente al cual asistir y ganarse unos pesos . Veintiún años y sigue mantenido por sus padres, a mi me daría vergüenza. A su edad yo estaba cursando el servicio militar. Los jóvenes de hoy en dia no tienen ni idea lo que era eso. Son todos unos vagos, y la culpa la tenemos nosotros por no ser más estrictos cuando-"

"Oh, lo siento mucho." El discurso reflexivo y moralista del padre de Dante fue interrumpido por la voz de Alessandro. Dante le había tirado la copa de vino sin querer encima de toda la ropa. Su pantalón y camisa clara se encontraba ahora toda manchada con el intenso color carmesí. Había sentido una furia tan grande mientras que Franco hablaba que sin darse cuenta le tiró la copa que se encontraba en el borde de la mesa.

"No te preocupes, esta bien." Dijo Alessandro, con una sonrisa un poco avergonzada.

"Ven, ahí lo tienen." Hizo un ademán con la mano hacia su hijo.

Dante quería desaparecer en ese mismo momento. Parecía que todo salía mal, y su padre seguia haciendo lo mismo que siempre. No había una vez que éste hablara bien de su hijo. Nunca le reconocería todo lo que había logrado y siempre encontraría algo para humillarlo. Como si fuera poco le había manchado toda la ropa al joven que apenas conocía.

"Acompañame, te daré algo para cambiarte. Discúlpenme" dijo Dante antes de pararse de la mesa y hacerle un gesto a Alessandro para que lo siga.

El pelirrojo se levantó y murmuró un bajo 'disculpen' antes de seguirlo. Una vez alejados del comedor habló por lo bajo "Wow, eso fue algo intenso."

Dante no pudo identificar si su tono era de nerviosismo o si se estaba riendo de toda la situación. "Nada diferente a lo usual." Contestó, mientras lo dirigía a su habitación.

"¿Siempre es así?"

"M-hm." Dante entró y se dirigió rápidamente al placard. "¿Qué prefieres? ¿Remera, camisa, un buso quizás?" Espero unos segundos por una respuesta y cuando no escucho nada se dio vuelta para enfrentar al chico.

Alessandro se encontraba parado al lado de su cama con un libro en sus manos. Estaba leyendo la contratapa, donde se encontraba la sinopsis de la historia. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Dante al ver que alguien tenía su libro en las manos. No hubiera importado si hubiera sido cualquier otro de la biblioteca, pero justo era ese que trataba de mantener escondido.

El Verano De 1967Donde viven las historias. Descúbrelo ahora