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Ian se encontraba en su reino, el inframundo; no recordaba nunca haberse sentido tan sólo desde que hacía cinco días había visitado el olimpo y conocido a Persefone.

Cerbero, el gran perro de tres cabezas notaba lo poco concentrado que estaba Ian, y lo mucho que le ordenaba a los mares de lava aclararse para convertirse en agua y ver a Perséfone reflejándose en los arroyos y riachuelos en los que siempre jugueteaba.

—Cerbero— regañó Ian— te he dicho que no la extrañes, ella pertenece al olimpo ¿La has visto? Nunca podría pertenecer aquí abajo. ¿Cómo la luz le pertenecería a la obscuridad? Examen rápido Cerbero ¿Qué nos gusta? —Las tres cabezas ladraron al mismo tiempo, provocando un terremoto en el terreno de los mortales— Exacto, nos gusta la obscuridad, el frío y la soledad, somos seres divinos y este en nuestro palacio, no la necesitamos.

Las palabras seguras de Ian se vieron atenuadas por el rostro divino que se mostraba entre las imágenes que el río de lava le brindaba; Persefone corriendo atrás de una mariposa, siendo detenida por su madre y reprendida por correr.

"Podrías lastimarte Persefone, no te separes de mi lado, castigaré a las mariposas por no acercarse"

"No mamá, las mariposas son buenas." el rostro de Persefone mostraba tristeza, veía el agua cristalina del río con desamparo, le habría encantado saltar el el agua, mojarse, quizás lastimarse, lo que fuera que la hiciera sentirse viva y no como una simple roca confinada a nunca vivir.

Una de las cabezas de Cerbero ladró

—Tienes razón, no es feliz— Ian se apoyó en el animal —Hablaré con Zeus.

Ian no tardó mucho en hacerse presente frente a su hermano, con quien compartía poco y nada.

—Ian, creí que estabas muerto, tanto tiempo en el inframundo sí que te quita las ganas de vivir ¿eh?

Ian sonrió con desagrado, Zeus era su hermano menor

—Bueno, queda claro que sólo a uno de los dos le heredaron cerebro para gobernar bien

Zeus rió con fuerza

—Así es hermano

—¿Por qué siento que crees que el de cerebro eres tú?- preguntó Ian intrigado a lo que Zeus rió.

—Es más que evidente Ian, mi reino es prospero

—Bueno... A ti se te mueren a cada cinco segundos... A mí nunca se me han revivido— el contrario dejó de reír — Pero no vengo aquí a hablar sobre límites territoriales, en realidad vengo a hacerte una propuesta

—Te escucho

—¿No te gustaría que Perséfone fuera una reina?

—Oh, más que nada, siendo mi hija sólo puede tomar el puesto de princesa del olimpo, y cuando se case será... Simplemente Persefone.

—¿Y si se casara conmigo? Soy el rey del submundo, eso la convirtiría en la reina y diosa del inframundo, su reino sería extenso y los mortales le respetarían.

Zeus sonrió.

—¿Estás hablando en serio? ¿En verdad estarías dispuesto a casarte? La soltería en un gran regalo que...

—Sí— interrumpió Ian, no estaba dispuesto a escuchar las aventuras sexuales de Zeus — vengo aquí a pedirte la mano de tu hija ¿Qué dices?

—Digo que me parece excelente, ya me imaginaba comprometiéndola con algún dios cualquiera, como el dios de la herrería — fingió vomitar— en cambio tú sí que tienes un reino, y eres un dios poderoso como yo. Trato hecho Ian.

Sellaron su trato con un apretón de manos que lanzó un par de rayos sobre un manzano.

Habían pasado dos días, dos días en los que detalladamente había arreglado el inframundo para su prometida, había cosechado frutos que habían sido regados por los ríos de lava, y obtenido trajes finos que cubrían del frío tejidos por arañas de manera meticulosa.

Había posado todo sobre una mesa; granadas, fresas, moras y demás frutos se encontraban por montones. Inclusive había cortado dos flores calavera -una extraña especie parecida a las rosas pero que oscilaba de color entre el negro y el rojo sangre que sólo crecían en el inframundo-

—¿Qué te parece Cerbero? ¿Es demasiado?— el perro movió la cola agitado— Sí, tienes razón, por supuesto que no es demasiado para alguien con tanta luz, es perfecto para Perséfone.

Ian ordenó que los ríos de lava le mostraran la imagen de la joven, y la vio sentada sobre una piedra, aburrida, acariciando una flor, incapaz de explorar debido a su madre quien se encontraba cortando manzanas.

—Es hora— anunció subiéndose a su carroza negra jalada por caballos del averno.

Llegó hasta donde se encontraba la joven, podía verla claramente; aún más perfecta e impoluta que antes, sus labios rosas anhelantes tarareaban una canción, entendía por qué su madre la protegía tanto; con tan divina creación, las musas se pondría celosas. No veía ni una pizca de maldad en su rostro lleno de luz.

Ian la tomó del brazo sin previo aviso y la raptó tomándola en brazos con firmeza.

La tierra se abrió a su paso, y los ingresó al inframundo.

—¿Ian?— la chica estaba agitada —¿En dónde estoy? ¿A dónde me has traído?

En los ríos de lava se mostraba aún la imagen de donde segundos antes había estado Persefone. Mostraba a su madre, desesperada por encontrarla.

"¿Perséfone? ¡Perséfone! ¡Nooooooo! ¡Mi hija nooooooooo!"

Y aquél último alarido que provocó que la tierra temblase le tiñó a la mujer los cabellos blancos, envejeciéndola de tristeza.

Anunciando la primera vez que la tierra tambiénse cubría de blanco, la nieve comenzaba a caer en el mundo mortal.

INFRAMUNDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora