"Si hay dos almas que estan destinadas a encontrarse, siempre encontrarán la manera de hacer una conexión."
Ellos estaban destinados a estar juntos desde hace siglos. No importaba como siempre lograban encontrarse. Esta vez siendo dos jóvenes total...
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Draco y yo nos conocimos cuando eramos niños, fue un día de verano, habíamos ido a la mansión de los Malfoy la cual tenía un aspecto muy lúgubre,no tenía idea de porque hacíamos esa visita.
Estaba curiosa por saber al lugar donde nos dirigíamos, mi padre me habia dicho que ibamos a ir de visitas al hogar de un buen amigo suyo.
Minutos después nos encontrábamos en la mansión de los Malfoy, una familia muy conocida y respetada en el mundo mágico.
Recorrí la sala junto a mis padres ,y ahí se encontraban Lucius y su esposa Narcissa, acompañados por un niño rubio junto a la chimenea.
—Bienvenidos, tomen asiento y pónganse cómodos.—Sonrió Narcissa.— Vamos Draco, no seas tímido.
Cuando me acerque al niño creí que podíamos ser amigos, que ingenua.
—Mi nombre es Athena Arwen—Dije sonriéndole amablemente. Su mirada arrogante se posó sobre mi.— Un placer conocerte.
—Yo soy Draco Malfoy.
Un pequeño silencio incómodo se formó entre ambos. Mientras tanto los adultos hablaban.
A la hora de la cena, decidieron arreglar el compromiso entre Draco y yo. Ambos tendríamos que contraer matrimonio al cumplir la mayoría de edad.
Cada fin de semana, teníamos que encontrarnos con la familia Malfoy para "fortalecer" nuestra relación.
Compartíamos clases de baile, tardes juntos, fiestas, entre otros eventos pero ningún esfuerzo valía la pena. No lográbamos llevarnos bien.
—¡Nunca me casaría con una niña tan fea!—
—Draco cuida tus modales—Lo regañó su madre.
—¡Pues tu no eres la gran cosa!
—¡Niños dejen de pelear!—Dijo harta mi madre.
Y casi siempre eran asi nuestras tardes juntos. Los años pasaron y nuestras cartas de Hogwarts llegaron, como era costumbre, debíamos ir juntos por nuestras compras.
—Niños, nosotras iremos por sus libros, ustedes encárguense de sus calderos.
Como siempre, buscan dejarnos a solas.
—Hey, Arwen.
—¿Qué sucede Draco?—Suspiré.
—No quiero que me vean contigo, así que me iré.
—Púdrete Malfoy.
Me di media vuelta y me encargué de comprar lo que necesitaba.
Revisé mi lista para comprobar si tenía todo, a pesar de que las túnicas eran una de las pocas cosas que faltaban, debía ir por mi varita.
Entre a una tienda de varitas llamada Ollivanders al parecer había ocurrido algo aquí dentro, ya que el interior era un desastre.
Debía esperar a nuestras madres para seguir con algunas otras cosas de la lista. He visto a un hombre con una gran barba junto a un niño de lentes, a una familia con muchos hijos, entre otras personas.
La tarde se basó en compras, discutir con Draco y luego, por fin, volver a mi hogar.
