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Había llegado el día.

Desde aquel momento solo tenía dos posibilidades: pasar los siguientes tres años de su vida feliz, lleno de amigos geniales y crear los mejores recuerdos de su adolescencia, o ser el objetivo de todos los pesados de la escuela, vivir con miedo constantemente y quedarse solo. Sí, ambas contrastan demasiado.

Así era como, expectante de su futuro, Jisung se colocaba el uniforme. Pues, tenia al menos 30 minutos para salir de casa, por lo cual no había prisa.

Con ayuda de Heejin acomodó su corbata para que después la mayor comenzara a perseguir al castaño por toda la casa, mientras insistía en que debía peinarse. Pero vamos, ningún chico cool va peinado a la escuela.

Entre eso y el tiempo que perdió desayunando, ya iba retrasado por 5 minutos.

Al despedirse de Hee salió de su casa soltando risitas cómplices, sería divertido ver la reacción de su madre al ver a su pequeño salir sin la supervisión de nadie. Aunque lamentaba no tener suficiente tiempo para apreciar la libertad de salir solo.

Tuvo que correr bastante y casi cae al menos tres veces, pero aún así Jisung fue capaz de llegar al instituto a tiempo.

Se dirigió a la que sería su aula el resto del año escolar, sintiendo su mundo derrumbarse al mirar la puerta cerrada, ¿Acaso había llegado tarde?

Golpeó sus nudillos contra la madera, cerrando con pesar los ojos al imaginarse un enorme regaño tras llegar tarde su primer día.

Cuando la puerta fue abierta, el castaño se encontró con uno de sus compañeros, que simplemente pasó de él y regresó a su lugar.

Se aferró más fuerte a las correas de su mochila, sintiendo la mirada de todas las personas en el lugar; y para mala suerte, el silencio penumbral abundó ya que todos habían decidido callar al momento de su llegada.

Han se mantuvo quieto en su lugar; esperando a que el profesor, que era un hombre de aproximadamente 40 años, notase su presencia. Sin embargo, esto tardó unos minutos.

—¿Se puede saber el motivo de su retraso? —el mayor habló con un tono algo severo, mientras seguía escribiendo en el pizarrón

El recién llegado balbuceó por lo bajo algunas cosas, incomprensibles para los demás presentes. Trataba de explicar todo lo que sucedió con su tía, el desayuno largo y demás tragedias.

—De acuerdo, ya entendimos señorito. Pase de una vez —el hombre le interrumpió e hizo un ademán para que pasara.

Los susurros no tardaron en aparecer tras sus pasos, haciendo que Jisung titubeara al caminar, ganándose algunas risas de sus compañeros; mayormente masculinas.

—Uhm... —el chico rebuscó en su mochila el papel que avalaba su ingreso.

En efecto, Jisung había entrado a mitad de año a aquel instituto, acreditándose una desventaja más: ser el nuevo. Cada vez su feliz vida se veía más lejos.

—S-soy... —Han por fin encontró el maldito papel, luego de 2 minutos— Soy de nuevo i-ingreso.

—Mmh, ahora veo porqué no reconocía su rostro —el hombre sonrió levemente— Preséntese, joven Han.

El castaño abrió los ojos escandalizado. ¿Él? ¿Presentarse frente a todas esas personas? ni pensarlo.

Para su fortuna, el profesor fue capaz de comprenderlo y se limitó a tomar del hombro al pobre chico, llevándolo hacia el centro del aula.

—Muy bien chicos, él es el joven Han —empujó suavecito al mencionado, obligándolo a dar un paso hacia adelante, haciendo parecer que en realidad estaba ofreciendo una nueva presa a un grupo de carnívoros— Y será su compañero lo que queda del curso. Denle la bienvenida y trátenlo bien.

The Minho's cute boy ༊ MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora