catorce

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Subió los escalones de dos en dos, encontrándose prontamente frente a la puerta de la habitación del pelinegro.

¿De  verdad lo haría?

De pronto toda su boca se sintió extremadamente seca, y su estómago se revolvió desagradablemente. Era como un presentimiento sumamente desconcertante.

Decidió ignorar el sudor frío que comenzaba a aparecer sobre su piel. Cerró su mano en forma de puño para después golpear la madera de la puerta con suavidad, usando sus nudillos.

Sin embargo, no hubo respuesta alguna, ni siquiera un ruido proveniente del interior. Nada.

Suspiró desanimado, pues temía que Minho no se encontrara en casa. Giró el picaporte con cuidado esperando encontrar la habitación vacía.

Contrario a esto, se halló con que el pelinegro estaba acostado dándole la espalda a la puerta. Su respiración era pacífica y su cuerpo estaba cubierto hasta el abdomen por una ligera manta.

De nuevo, todos los nervios y la inquietud atacó el cuerpo del castaño.

Se acercó a pasos lentos, creyendo que el mayor podría despertar con solo el sonido de sus pisadas.

Se puso de pie a su lado, observándolo mientras mordía incesantemente su labio.

—M-minho hyung... —susurró con suavidad, inclinándose a la altura de la cama y dándole toquecitos con el dedo en la espalda al contrario. La única respuesta que recibió fue un pesado suspiro, no había perturbado ni un poco el sueño del otro.

—Hyung —llamó de vuelta. Esta vez, afianzando su agarre sobre el hombro del pelinegro, sacudiéndole de esa manera.

En esta ocasión Minho se removió sobre su lugar, quedando inconscientemente cara a cara con el Jisung, provocando un inocente sonrojo en éste, a causa de la poca distancia entre sus rostros.

—No ahora... —balbuceó el mayor más dormido que despierto, con un ligero mohín en sus labios—. Cinco... cinco minutos más...

Jisung quiso reir. Nunca había visto al contrario siendo tan adorable.

—Hyung —alargó sus palabras, como en un tipo de protesta. En sus labios se presumió un puchero. Ver al contrario de alguna forma lo calmaba.

Se desesperó luego de unos minutos. Trató de ser gentil con el mayor, pero éste parecía tener el sueño demasiado profundo. Aspiró aire, comenzando a gritar el nombre completo del contrario, mientras daba saltitos en su cama.

Eso obviamente despertó al pelinegro.

Gruñó ante todo el repentino movimiento y escándalo. Su entrecejo se frunció con fuerza, y en vagos movimientos logró tirar a Jisung de su cama.

—¿Qué mierda? —masculló irritado. Tenía un dolor de cabeza tan agudo que solo había empeorado con todo el ruido producido por el castaño, quien estaba en el suelo soltando risitas.

—¡Por fin despiertas! —dijo con una sonrisa que probablemente el mayor no veía, ya que ni siquiera había abierto los ojos. Estaba flojamente sentado, sus ojos cerrados con una mueca de enfado ocupando todo su rostro, con su cabello negro completamente desordenado.

—Joder, ¿Qué haces aquí? —dijo entreabriendo sus ojos, acostumbrándose a la luz de su habitación. En realidad era algo tarde, quizás las diez de la noche o más.

—Mmm... yo, b-bueno... tenía que darte algo... —y de repente se sintió tan pequeñito y tímido como cuando llegó.

—¿Podría ser otro día? —no dudo un segundo en utilizar aquel tono más seco que cualquier desierto, siendo completamente indiferente.

The Minho's cute boy ༊ MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora