Al parecer era uno de los ángeles guardianes de la Diosa Palutena, me apresure para tratar de salvarlo pero este cayo. Me detuve en seco al ya no ver a la figura presente y mi cara se ensombreció, no pude ayudarlo, tal vez si hubiera bajado de la criatura antes lo hubiera logrado, si tan solo me hubiera apresurado más. Mis pensamientos fueron interrumpidos rápidamente al sentir una ráfaga de viento, no lo suficientemente fuerte como para apartarme.
-Maldita sea, demuestra tu valía-El ángel oscuro tenía en brazos al guardián mientras lo retaba de forma brusca pero no recibía respuesta alguna ya que este estaba inconsciente.
-Hay aguas termales cerca-Hable lo suficientemente fuerte para que me prestara atención, pero al verme se mostró molesto. Seguramente pensó que no me vería en una situación como esta y claro me había dejado en un lugar un poco más apartado.
-Bien, te sigo- suspiro molesto y descendió hasta topar con la corteza del árbol.
Asentí y me dirigí a las aguas termales anteriormente nombradas ignorando los monstruos que pasaban a mi lado, escuchaba sus pasos detrás de mí lo que me indicaba que tenía que apresurarme. Solo podía pensar en ayudar a los guardianes de las diosas.
Veía a los monstruos acercarse a nosotros, mi corazón latía de forma rápida, tenía miedo, temía que mis nervios tomaran el control de mi cuerpo y este comenzara a fallar. Solo me apresure y esquivaba algunos ataques de estos.
-Estamos cerca-avise
Logre divisar el lugar prometido y lo apunte. Me detuve en seco al ver como los monstruos aparecían de la nada y se colocaban a las afueras de las aguas termales. El ángel oscuro gruño por lo bajo y tiro el cuerpo del guardián a un lado sacando sus armas y comenzando a atacar a las criaturas malignas.
Mientras él se encargaba de eliminar a dichos enemigos yo socorrí al pobre guardián lastimado. Lo levante como pude y lo lleve a las aguas termales; para nuestra suerte el ángel oscuro logro dejarnos la entrada libre. Una vez en el lugar lo recosté en el agua.
Basto tan solo unos segundos para que este sanara sus heridas. Despertó asustado, miro a su alrededor, tal vez tratando de recordar que había pasado y de asegurarse de que estaba a salvo. Poso su vista en mí; se veía alterado, sus pupilas no paraban de temblar, yo solo le di una cálida sonrisa para demostrarle que estaba a salvo. El rápidamente a parto la vista.
-Si ya está sano será mejor que sigas luchando-Era la voz del ángel oscuro, mira detrás mío y efectivamente se encontraba ahí.
El guardián con temor asintió, me dio las gracias y salió apresurado del lugar para seguir con la batalla. Al parecer los monstruos de la zona ya habían sido eliminados puesto que no escuchaba algún ruido cercano.