"Un aviso y el principio."

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Después de aquel día, nadie mencionó ningún asunto sobre mi visita a las tierras alemanas, ninguno preguntó si lo había pasado bien o si me habían tratado con amabilidad.

En todo caso... Sabían que no era necesario.

Y me sentí impotentemente feliz por la pizca de libertad y privacidad que había recibido hasta ese momento.

Rusia había permanecido conmigo en todo el transcurso del tiempo, ayudándome con el arreglo de mi equipaje, tendiendo sábanas limpias en la que siempre fué nuestra cama, alimentandome con postres y mimandome como siempre solía hacerlo después de mis regresos de alejarme tanto de sus brazos.

Platicamos mucho sobre sus trabajos, de como no había dormido, de las múltiples discusiones que había tenido con su primera esposa, y todo aquello que lo relacionaba secamente con su padre.

En horarios de la tarde, del tercer día después de mi regreso, fuimos a nuestro claro en los bosques más cercanos, que eran mis favoritos, llevando algunos libros y una linda canasta que había hecho con mis propias manos, decorada delicadamente con el lazo rojo del corsé que usé el día de mi unión con el euroasiatico... Definitivamente entre muchos, el día que podía decir ser el menos triste de mi vida.

No eran tan joven cuando mis días se formaban más y más oscuros.

Nunca había sido fácil ver a mi madre morir a manos de la clara falta de atención de mi padre, y la decadencia que siempre la tocaba cada día, por el peso de la pérdida de su... No, de nuestra tribu.

Yo misma podía sentir el dolor que emanaba de sus entrañas cuando su cuerpo se rompía, cuando de su boca broataban líquidos extraños combinados con su sangre.

Mi padre la amaba... De eso estoy y puedo estar ciertamente segura.

Lo ví llorar en agonía abrumadora, en la soledad de la noche cuando mi madre decaia en su lecho de muerte.

Él nunca me desamparó... Pero se unió de nuevo tantas veces que no puedo ni bien recordarlo, o bien no deseo hacerlo en ninguno de los ámbitos.

Nueva España... Una de mis peores desgracias, y la causa de la mayoría de mi sufrimiento... ¡Esa niña siempre fué turbia y egoísta! Una loca que no permitía mi felicidad por encima de ser su mayor... Y su media hermana.

Rusia: - Este parece un buen lugar, ¿Puedes leer ese libro de nuevo?

RD: - Podría recitarlo de memoria para ti... ¿Cuanto más vas a pedirme que lo lea?

Rusia:  Te ves radiante cuando lo lees... Mucho más hermosa de lo que ya eres.

RD: - Voy a decirtelo, querido. Me estoy cansando de ese libro.

Mis piernas se doblaron elegantemente sobre la grama, y mi postura se irgió en una pose sentada.

Tomé de mala gana el libro, y palmeé mi regazo para que el tomara su lugar junto a mi.

Y si bien había entendido, sólo se acomodó sentado en cuclillas a mi lado, mirándome fijamente con ojos abiertos y atentos...

Había algo extraño en el azul de su iris... Algo que no había visto o asumido en todo el tiempo que viví a su lado, incluso en las noches bajo sus sábanas, durante nuestros cálidos besos después de proclamar nuestro amor... Nuestros extraño amor.

RD: - Estoy leyendo... Coraz-

Rusia: - Debo admitirlo... Todos tenían razón cuando decían que te veías mucho más hermosa en libertad.

La solapa del libro trotó contra mis uñas en un tonto arrullo, deslizándose de los dedos hacia los muslos.

Mi mirada atónita recorría el rostro influenciado del ruso.

Esto había hecho que los acontecimientos rutinarios rodaran de una forma muy fea y retórica.

¿A que se refería el hijo del comunista con esas palabras?

Había provocado un terrible big bang en sus vidas... En su intento de unión y extraño modo de llevar su estadía uno cerca del otro.

La tarde del picnic sólo se trató de besos y charlas consensuadas y demasiado dramáticas, algunos toques que no pasaron azañas graves o fervientes, y una vuelta a casa cuando el sol estaba besando su punto más bajo.

Un hermoso atardecer en sus espaldas, mientras caminaban hacia su hogar en un abrazo solemne.

El olor a comidas de banquete golpeó sus narices al momento de entrar a la casa, y fueron recibidos por presencias que no esperaban...

Los segundos que Hispaniola estuvo de pie frente a la puerta fueron tortuosos, arraigantes y dolorosos.

Luego húmedos por sus lágrimas, y cálido por el abrazo de su padre, España.

Sentados en la amplia mesa del comedor, todos hablaban de cosas que dejaban a la caribeña boquiabierta.

Demasiados asuntos que su cabeza entumecida no podía digerir al momento exacto.

Entonces... ¿Esta era la razón por la cual todos estaban actuando tan extraño en mi presencia?

Nisiquiera había visto a Nueva España más de una sola vez después de mi regreso.

¿Volverá a casa?

¿Obtendrá su independencia?

¿Que pasará con su compromiso?

¿Rusia permitió esto?

¡¿Por que este tema fué tratado en su ausencia?!

España: - Lo siento, mi princesa. Debimos hablar contigo de esto desde el principio, pero pesamos que molestarte en tu viaje sería demasiado... Soy un terrible padre, y traté de buscar una manera de hacer las cosas más fáciles para ustedes... De la peor manera posible.

Rusia: - No tienes que pensar en mi... Yo estoy de acuerdo con todo. Quiero que vivas tu vida sin represalias en absoluto.

México: - Yo-... Me... Bueno... Me marcharé contigo.

Todos miraron a la chica con ojos exaltados... Pero concientes de que esta también podría ser su elección.

Ninguno volvió a reunirse, y España habló con su primogénita toda la noche, durmiendo a su lado en la misma cama, tocando su cabello con amor y deslizando dedos amorosos en su espalda.

En unos días... Estaría de vuelta con su gente y su pueblo, pisando las mismas tierras que su madre había pisado hacia unos años, sintiendo la libertad golpenadole la cara con felicidad abundante.

Sería libre...

¿Podría serlo en realidad?

"Continuará..."

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⏰ Última actualización: Dec 06, 2020 ⏰

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