CAMINO DE SOLEDAD

Capítulo 8

– Pa... papá – me había quedado completamente estática, no podía mover un músculo de mi cuerpo y es que al ver a mi padre tenía la sensación de que en estos años nada había cambiado con respecto a su decisión.

– ¿Que hace esta ingrata en mi casa Ikuko? – nisiquiera sé molesta en dirigirme la palabra, su mirada se fija únicamente en mi madre

– ¡Kenji por favor! Es nuestra hija

– ¿Hija? Yo no tengo ninguna hija, solo tengo un hijo, el cual por cierto, debe estar por llegar

– Papá – esto está siendo más que difícil

– Aquí usted no tiene ningún padre jovencita, ahora dígame a qué vino o puede irse por dónde vino, tenemos asuntos familiares que tratar

– Bueno yo...

– ¡Ya basta! – mamá se hacerca hasta papá – aunque seas un viejo testarudo... No puedes tratar así a tu propia hija

– No querida, no soy ningún testarudo, el día que está señorita que está aquí salió de esta casa, quedó muy claro que no debía volver por qué no tendría nada que buscar aquí.

Al escuchar a mi padre, varios recuerdos de aquel día llegan a mi mente y maldigo el día en que decidí dejar a las personas que me amaban realmente, por alguien a quién terminé importandole absolutamente nada

– Yo...ni quería causar problemas, lo siento – tomo mi pequeño bolso disponiéndome a salir – será mejir que me vaya

– ¡Serena, espera! – mi madre trata de acercarse a mí pero es detenida por mi padre

– ¡Déjala!, Es mejor que se vaya, debió ver que lo que sea que haya venido a buscar en este lugar, no lo va a conseguir

– Yo... Yo solo quería saludar – miento – estaba cerca y no ví inconveniente para hacerlo, ahora... creo que será mejor irme, mi... Mi novio debe estar preocupado – trago grueso ya que está mentira es la que más pesa sobre mis hombros

– ¡Oh claro! – exclama una vez más mi padre – aquel vagabundo que ahora se hace de un nombre

– ¿Que? – pregunto confundida

– No creí que cayeras tan bajo Serena, decir que es tu novio a pesar que el anda pavoneandose por todos lados con otra mujer, ¿en qué quedaste?, ¿en esa especie de tipitas que se conforman con permanecer escondida calentando la cama de alguien que le da los lujos necesarios?. Aunque si te veo bien – me recorre con la mirada – al parecer no te da lo suficiente como para verte descente, debe ser por eso que se buscó a alguien a quien si pueda presumir ¿Verdad?

Las crueles palabras de mi padre hacen que mis lágrimas broten sin control, si ya una vez había sidi duro conmigo, ahora estába siendo cruel

– ¿¡Kenji que demonios te pasa!? – grita mi madre enfurecida – ¿¡Cómo puedes hablarle así a nuestra hija!?

– ¡Ay Ikuko por favor!, ¿Cómo puedes defenderla si nisiquiera lleva tu sangre?

Por un momento nadie reacciona, yo no puedo hacerlo desde que tuve a mi padre frente a mí, pero de todo lo que había escuchado en estos minutos, sin duda alguna, lo último, es lo que jamás esperé escuchar

– ¿Cómo? Mamá, ¿no soy tu hija?– necesito saberlo, aunque duela, necesito saber la verdad

–¡Claro que no lo eres! – exclama mi padre con clara rabia en su tono – ¿Cómo podrías ser hija de alguien tan perfecta como está mujer aquí presente?

– ¿¡Entonces quién es mi madre!? – estallo en un arranque de irá y desesperación – ¿¡Por qué nunca me lo dijeron!? ¿¡Dónde está!?

– Cariño – la mujer que hasta hace un momento creí que era la mujer que me trajo al mundo trata de acercarse hasta mi pero no se lo permito, sé que no tengo derecho pero estoy molesta, triste y decepcionada – déjame explicarte

– No mí amor ...tu no tienes que explicarle nada a esta ingrata

– ¡Cállate Kenji por favor! El resentimiento habla por tí pero cállate ya o esto te pesará en algún momento

– ¡No pienso callarme! Ya era momento que ella lo supiera, de todas formas se parece mucho a ella, tan ingrata, tan desagradecida y traidora, creí que podríamos hacer algo por ella pero ni tú, con todo tu amor y bondad pudiste hacer algo por eliminar la mala sangre que lleva desde que vino al mundo, la mala sangre heredada por esa mujer que nos hizo tanto daño

Las lágrimas no podían dejar de brotar, no creí sentir más dolor del que ya había sentido cuando entendí que Darién no volvería por mí, pero me equivoqué, este dolor es mucho más grande, por qué ahora no solo comprendía que está a sola, sino también que toda mi vida fue una farsa

– Ya basta – susurro entre lamentos – no quiero escuchar más, no puedo escuchar más

Pero mi padre hace caso omiso a mis palabras y continua

– Eres idéntica a ella, ¿acaso creías que te iba a aceptar como si nada?. Seguro creiste que sentiría pena por tí y te daría mi ayuda incondicional ahora que evidentemente el hombre que supuestamente te amaba tanto te abandono a tu suerte y se buscó a alguien mejor ¿Cierto?

– Por favor, para – me empezaba a sentir sofocada y algo mareada pero el no se detenía

– Pues déjame decirte que de mí, no obtendrás absolutamente nada, así que puedes irte olvidando de cualquier idea absurda que te haya traído de vuelta, puedes regresarte al chiquero ese en dónde seguro ese miserable te tenía y en el mismo que te abandonó. Y con respecto a la mujer que te trajo al mundo, déjame decirte que aquella maldita mujer murió trayendote al mundo, yo quería desaparecer todo recuerdo de aquella mal nacida, pero Ikuko y su gran corazón no permitieron que tu destino sea el que en verdad merecías por ser la hija de esa mujer, ella te acogió y crió como una verdadera madre y deberás estarle agradecida por ello, yo sin embargo, con los años y olvidando quién era tu verdadera madre, empecé a tenerte cierto cariño, conforme ibas creciendo te veía como alguien distinta, te veía como la hija de la mujer que amaba, así que empecé a mostrarte cariño, cuando tú hermano nació, fue la luz que necesitaba, empecé a ver esa familia que me merecía después de haber sufrido por aquella mujer que estaba muy bien enterrada, y termine aceptandote, por qué eras mi hija después de todo, y no creas que no tuve dudas de ello, por qué de una vez te aclaro que apenas llegaste a este mundo hice una prueba de paternidad, la cual desgraciadamente salió positiva

–Te lo ruego, ya para – era suficiente, ni quería escuchar más, no podía escuchar más

–Todo fue maravilloso, tenía a mi familia perfecta, hasta que conociste a ese miserable y entendí, que a pesar de haber sido criada por una gran mujer, sin duda, la mala sangre corría por tus venas, eras idéntica a ella y aún después de haberme dado cue ya de ello te di una oportunidad, por qué te quería, pero tú la despreciaste, lo preferiste a él, asi que te repito, si esperabas encontrar ayuda, puedes buscarla en otro lugar, por qué aquí, ya no eres bienvenida, así que vete, y no te atrevas a volver, por que te repito una vez más y espero que sea la última, tu estás muerta para mí.

Miraba a mi madre, o la que por muchos años creí que lo era, se encontraba absorta, no se movía, pero podía ver qué derramaba algunas lágrimas.

Miraba a mi padre, al cual se le podía ver el odio en su mirada y expresión

No quería estar un segundo más en aquella casa, entendí de la manera más cruel que jamás debí haber puesto un solo pie en esa casa, hace mucho tiempo creí haberlo perdido todo, ahora no lo creía, tenía la certeza, había el amor, había perdido a la familia que creí tener, y ahora había perdido una parte de mi identidad, ¿quién era, en verdad? Sabía quién era mi padre y que ahora lo único que sentía hacia mí era odio y despreció, pero no sabía quién era mi madre y lo había hecho para que su solo recuerdo provoque tanto odio hacia mí por parte de mi progenitor.

–Me voy, y no se preocupen que no volverán a saber de mí

Y sin esperar una sola palabra más que termine de destrozar mi alma salí de aquella casa a la que jamás volvería.