Por la nueva fuerza que me dio la comida pude levantarme para seguir tanteando las paredes. Era inútil. Lo sabía, pero no perdía la esperanza de encontrar algo, una salida, un agujero, un escape...
Lograba llegar nuevamente a la puerta de metal de las vueltas que le daba a la habitación. Quería que esto fuera una de esas películas donde milagrosamente siempre había otra salida. Esta mierda no era una película, era una horrible pesadilla. Una maldita pesadilla que quería que acabara.
Luego de una hora aproximadamente: me rendí. Me tiré de nuevo en el suelo pero esta vez no lloré, tenía ganas, pero no lo hice. Me coloqué de costado con mis ojos abiertos aunque pareciera que por la oscuridad no los estuviera en realidad de ese modo. Recordé a mi madre y a mis hermanos, éramos cuatro hijos; Alonso, Julie, Luisa y yo. Era la menor, la más consentida y también la más rebelde. Muchas veces tuve quejas de mi madre por mi comportamiento, me molestaba pero aun así la quería, a todos mis hermanos los amaba con cada parte de mi alma. Y en este momento los extrañaba.
Extrañaba cuando hablaba con Alonso y siempre me echaba un regaño para después contarme de su vida.
Extrañaba cuidar a mi sobrina y las conversaciones de todo con Julie. Amaba su perspectiva de la vida, ella era cristiana y me causaba curiosidad su razonamiento sobre todo en nuestras conversaciones.
También extrañaba a Luisa. Tal vez nunca nos hablábamos, que nuestra relación era más fría que un iceberg. Pero la quería. La amaba, daría la vida por mi hermana. Era muchas veces mi heroína y mi ejemplo a seguir.
Los extrañaba a todos, los extrañaba muchísimo.
De repente escuche ruido encima de mí. Me senté instintivamente observando el techo. Los ruidos se alejaron, justo como sucedió antes de que Matt entrara a la habitación.
¿Vendría a darme de comer?
No lo sabía. Y no podía fiarme de mi suposición.
El mismo sonido de un tintineo de llaves volvió a aparecer, en un segundo la puerta estaba abierta y Matt entró ubicándose frente a mí. Me observo durante unos segundos antes de que bruscamente tome mi brazo jalándome.
Fue tan fuerte el jalón que volví a caer en el suelo, mi brazo crujieron por los movimientos. Hice una mueca de dolor y pude escuchar en murmullo de Matt: patética.
Volví a sentir ganas de llorar pero no tuve tiempo cuando volví a sentir que me jalaban, me levante de un salto y Matt tironeo llevándome a la puerta, sacándome del lugar.
El miedo apareció como una bala ¿Qué iba a pasar? ¿Me iba a matar?
El pasillo por donde me llevaba estaba sucio pero no pude observar mucho cuando llegamos a una escalera al final del corto pasillo. Matt me subió por ahí sin dejar de tomar mi brazo; el lugar era también oscuro y bastante mugroso, parecía un sótano. Matt me dirigió a otra escalera y cuando subimos estuvimos dentro de una casa, una casa totalmente normal.
Matt me llevó a un patio, me empujó y casi caigo pero logré equilibrarme. Me giré hacia él con miedo, el me miraba inexpresivamente e hizo un movimiento de sacar algo de su bolsillo trasero: un arma.
Me tensé.
¿Iba a matarme?
Él se acercó y me extendió el arma, no me moví por lo que él tomo mi mano y puso el arma ahí.
¿Qué?
Levanté mi rostro hacia él con curiosidad y desconcierto ¿Por qué me daba un arma? Matt también me observaba en silencio hasta que luego de unos minutos por fin habló:
—Toma una decisión—su voz sonó tranquila—: puedes suicidarte o que yo te mate. Tú eliges.
¿Suicidarme?
Miré el arma con atención, era negra y tenía en letra cursiva y dorada las letras G.M.
"él tiene que morir, mátalo"
Habló mi subconsciente.¿Cómo él podía saber que no lo iba a matar a él?
Las dos opciones que me daba conducían al mismo resultado: morir. Tal vez uno más doloroso que el otro pero seguían teniendo el mismo resultado. Yo no quería morir, él me daba un arma diciendo que tomara la decisión de como morir pero ninguna me gustaba. Ahora tenía el poder de dar una tercera opción.
Era mi oportunidad.
Con mis dos manos tomé el arma y le apunté, la seriedad en su rostro se volvió más sombría. Era una señal de que el arma estaba cargada y eso me tranquilizaba.
— ¿Qué piensas hacer niña, matarme? —una sonrisa apareció en su rostro—. Deja la maldita payasada y decide de una maldita vez.
— ¿Cómo puedes darme un arma sin pensar que sin dudarlo voy a apuntarte?
Mi voz ronca, llevaba horas sin hablar. Matt se acercó y su sonrisa burlona se volvió más ancha.
—no tienes las agallas para matarme.
Eso me cabreó de una forma elevada, coloqué mi dedo en el gatillo preparándome para lo que haría. Me sentía con miedo, sabía que podría saltar sobre mí y quitarme el arma con facilidad.
— ¿Qué esperas? —Enfoqué mis ojos en él, tenía los brazos extendidos a sus costados—. Mátame, si tienes las agallas para apuntarme entonces; mátame.
— ¿Por qué tienes encerrada aquí? ¿Qué quieres de mí? —mis voz salió quebrada. Joder, me había vuelto una llorona— ¿qué pensabas hacerme? —Silencio— ¡DIME, MALTIDA SEA!
Una sonrisa cínica y malvada estaba pegada de oreja a oreja en su rosto.
Cerré los ojos con fuera y apreté el gatillo. Nada. Observe el arma con desconcierto y volví a apretar. La carcajada estridente de Matt me estremeció.
Se había burlado de mí, ni siquiera las opciones que él me daba existían realmente.
—que patética de te ves—él se acercó y yo retrocedí—. Te ves tan patética con esa expresión en tu rostro.
Se acercó a mí rápidamente que solo tuve tiempo de poder soltar un grito que salió ahogado. Matt se colocó detrás de mí y tomo el arma de mis manos, con unas de sus manos sacó cartucho de su pantalón y lo coloco en el arma.
— ¿quieres respuesta a tus preguntas? —Susurró en mi oído—: tu miedo, estoy disfrutando de él.
El apunto al suelo y cerca de mi pie disparó. Grité y me sobresalte por el sonido tan brusco y seco.
—Voy a torturarte de la peor manera...—el tomo mi cuello y me acercó más él. Me asfixiaba y antes de poder caer en la inconsciencia lo escuché—: la mental, voy destrozarte la mente.
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Matt (Pausada) 1
Mystery / Thrilleresta es la historia de un cazador. está historia no empieza así: un pueblo. un chico nuevo en el. la chica ingenua. primero: aquí él chico siempre estuvo, éste pueblo no es normal, sus habitantes ya saben de él y la chica no es una ingenua. aquí soy...