Danna
Me volví como loca al escuchar esa confesión, no lo podía creer. Madi era mi amiga, había estado en mi casa, me había acompañado muchas veces a eventos juntos a Cole, se estuvo burlando de mí todo este tiempo.
-Imposible, Maddison es mi amiga...-estallé en llanto.
-Lo siento Danna, pero no podía permitir que se burlaran de ti.
-La mataré, mataré a esa perra, te lo juro.
-Trata de calmarte.
En ese momento, se abrió la puerta, Kudrent estaba ahí, parada, viéndonos confundida.
-¿Paso algo Miguel?.
Él asintió.
-¿Qué pasó?.
-Se lo dije...
-Le dijiste que...
-Lo de Cole y Maddison.
Respiró hondo y se quedó mirando con furia a Miguel.
-Eso...-susurró.
-¿Tú lo sabias?-refunfuñé, dejando caer algunas lágrimas.
-Lamentablemente sí.
-Dios Kudrent, eres mi hermana, ¿Cuándo pensabas decírmelo?.
-No queríamos verte sufrir Danna.
-¿Y Cole?.-pregunté de inmediato, impaciente.
-Salió primero que yo.
-Maldita sea Kudretn esta con ella.-traté de bajarme de la cama pero Miguel y Kudrent me detuvieron.
-¡Ya!, ¡cálmate!.-Gritó mi hermana, -hoy no harás nada, tengo un plan.
-¿Qué plan?. -consulté, sin parar de llorar.
-Has como si no pasara nada. Estaba muy oscuro ese día.
-Kudrent, tu y yo sabemos perfectamente que ese hombre era Cole.-respondió Miguel.
-Mierda Miguel, cierra el hocico.
Estaba aturdida, confundida. Era un golpe bajo lo que me había hecho Maddison.
-Ese día que Miguel y yo vimos a Cole con Maddison estaba muy de noche. Nos habíamos encontrado para ir al cine, a la salida, solo los vimos besándose dentro del auto, nada más Danna, a lo mejor, no ocurrió nada y estamos haciendo teorías locas.
Cerré mis ojos con fuerza y sentí como el pecho se me hundía. Como el corazón se paraba lentamente y moría a la misma vez. No podía sentir tristeza, si no rabia, una de esas incontrolable.
-Los voy a citar.
-¡Que!-exclamó Kudrent sorprendida.
-Sí. Haré eso. Y si eso es cierto, mataré a esa perra y luego, lo mataré a él.-hablé tajante.
Kudrent y Miguel se dieron una mirada cómplice.
-Danna, por dios, no pierdas la cabeza por eso-dijo Miguel alterado.
-No se van a burlar de mí.-articulé, poseída, poseída por la rabia.
-Bien...¿Cuándo lo harás?-formuló Kudrent, entusiasmada.
-Mañana...
-Es muy pronto-opinó Miguel.
-No me importa... Ya me vale mierda todo.-vociferé, tomando bocanadas de aire.
En ese momento, sonó la puerta, se abrió y entró Cole.
-Buenas cariño, ¿Cómo te sientes?.
Todos nos miramos con complicidad, pero no dijimos nada.
Cole se acercó y le proporcionó un beso en la frente.
Todos entraron, incluyendo los doctores para decirme que podía irme a casa. Estaba poseída, fingiendo que no me ocurría nada, cuando por dentro quería matar a esa perra y a Cole.
Le eché una mirada a Cole, y contemplé lo hermoso que era, atractivo y apetecible a cualquier mujer, incluyendo una niña como Maddison.
Eses día, nos fuimos a casa. Mi madre, Kudrent y yo estábamos en el asiento trasero, mientras que, Cole conducía en silencio. Al llegar, subimos al apartamento. Me senté en la sofá peluda y miré hacia al otro lado del balcón.
Maldita zorra...
-Dannita, hija, ¿está bien?.
-¡Estoy bien mamá!.
Me levanté del sillón y fui en busca de una botella de whisky.
-Mierda Danna, ¿qué haces?.
-Bebiendo, querida hermanita. Hoy me emborracharé.
-¡Estás loca!, acabas de salir del hospital-discrepó Cole, furioso.
-Me importa un comino Cole, si no te gusta, vete a la habitación.-grité.
Mamá miraba a todos lados, angustiada.
-Dannita, cariño, hazle caso a tu marido.
-Ya estoy grandecita como para tomar mis propias decisiones madre.
-Y tú Kudrent, ¿me dirás que hacer o te beberás un trago conmigo?.
Kudrent sonrió y se sentó cómodamente en el mueble. -Me emborracharé contigo hermanita.
-Las dos están locas.-se dirigió a mi madre y le dijo:-razone con ellas, me iré a mi habitación.
Me reí y en dos por tres comencé a beber... una y otra vez...
El wisky me quemaba la garganta, pero no me importaba, era la mejor forma de, esconder el dolor.
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Oscura Pasión
RomanceNadie lo sabe. Nadie sabe de aquellas miradas cargadas de lujuria. De aquellas sonrisas cuando nadie nos mira. De aquellos roces inesperados. De aquellos besos en tu oficina. Nadie lo sabe por una sencilla razón. Es que él está casado. Casado, con m...