Capítulo 12
Danna
Me sentía cansada, discutir con Kudrent me había hecho perder la cordura. Mamá me advirtió lo agresiva que estaba, sin embargo, no la escuché. Pensé que, Cambiando de entorno podría mejorar su dificultad para controlar la ira. Aún recuerdo cuando, golpeó a Miguel, a nuestro hermano, hasta el punto de romperle un brazo. Además, de ser expulsada de la universidad por disputar y agredir a su profesora de canto.
Su cólera inició cuando papá se fue. Era obvio que éramos ese tipo de familia totalmente disfuncional. Aquella donde los padres tienen acepción con los hijos. En nuestro caso, mamá me adoraba, y a Kudrent papá la prefería sobre todas las cosas.
Crecimos con rivalidad, ya que, si cometía un error mi madre me consentía, pero mi padre era duro, y así sucedía en el caso contrario.
Se pudiera decir que, la competencia llenó nuestras vidas cuando crecimos. Kudrent era sumamente atractiva, caprichosa, posesiva, apasionada, y sobretodo sociable. Deseé con toda mi alma tener esa cualidad, mayormente, se me dificultaba ser amistosa, o extrovertida, lo cierto era que, no se me daba bien.
En cierta manera, tuve envidia de ella, de mi propia hermana. Ella con su belleza lo conseguía todo, con su carisma, me robó el amor de mi padre. Por consiguiente, después de conocer a Cole nuestra relación trató de fortalecerse. Salíamos juntas, compartíamos, y actuábamos como hermanas normales, común y corriente.
Todo esto, me hace recordar una historia que mi profesora de lectura cuando estaba en secundaria solía contar. Ella, después de sus debates comentaba acerca de dos hermanos, la cual, habían favoritismo por parte de los padres. Al el mayor era adorado por el padre y el menor por la madre. Hasta que, un día, el menor lo engañó, creando así, un resentimiento y odio entre ambos. Sin embargo, su lectura tenía un final feliz, ambos se abrazaban y perdonaban.
Aunque cada vez que la profesora contaba esta historia, no podía dejar de pensar en Kudrent, y en sentirme identificada. Creo que cada persona tiene una lectura la cual, lo confronta y le traspasa el alma. Pero, entre nosotras aún no hay un final feliz, aún hay una pared que nos separa, un distanciamiento que nos golpea cada vez que puede.
Miré al techo de la habitación, escuché ruidos en la cocina, como si fueran pasos. Me levanté, abrí la puerta y caminé lentamente.
—¡Kudrent!.—ojeé la sala y la cocina, y no había nadie. Me llevé la mano a la frente y me llevé el flequillo hacia atrás. Estaba cansada, necesitaba dormir.
Volví hacia mi habitación, observé como Cole dormia, sin camisa, en pantaloncillos, con la boca entre abierta. Me incliné un poco en la cama, y acaricié su espalda, estaba suave, musculosa, y eso me gustaba.
Mis manos se pasearon por su pecho, y luego mi boca inició un recorrido en sus brazos.
—¡Danna!, ¿Qué haces?—me paró la mano en seco, sujetando mi muñeca.
—Lo que como esposo deberíamos hacer…
—Ahorita no Danna, estoy cansado.
Mis facciones se tensaron y sentí su rechazo como un golpe.
—Entonces, ¿Cuándo será?.
—Otro día, pero hoy no.—sentenció, para cubrirse con la sabana. Sentí como lágrimas se formaban en mis ojos, me mordí el labio llena de rabia. Quizás él tenía razón, no era el momento de tener sexo.
Me acomodé en la cama y nuevamente miré el techo. Un ligero pensamiento cruzó por mi mente, de su voz, de esa voz, de aquella que me hacía sentir bien, la cual, me daba tranquilidad y paz, al contarle tonterías de la vida. ¿Qué estará haciendo?, ¿estará en un concierto?, o quizás, ¿follandose a una chica?. ¿Cómo serás Richi?. ¿Alto o bajo?, ¿obseso o delgado?, ¿ojos azules, o verdes?. Solo sabía dos cosas sobre él. Era hermano de Madison, y su voz era estupenda aún a través del auricular.
Pensando en él, me quedé dormida. Escuché ruido, abrí mis ojos y me estiré un poco. Cole se acomodaba su corbata.
—¿Ya te vas?..—dije desde la cama.
—Sí. ¿Cómo amaneció ese bebé?.
—Supongo que bien.
—¿Irás a control?.
—Sí.
—Bien, llévate el auto, yo me iré en taxi.
—¿Estás seguro?.
—Sí.
Al terminarse de colocar la corbata, abrió la puerta de la habitación y se condujo a la cocina. Me levanté de la cama y lo perseguí, como un león persigue a su presa.
Cole se tomó un vaso de agua, su cabello estaba perfectamente peinado y una barba se le comenzaba a formar.
—¿Te dejarás crecer la barba?.
—De pronto si.—susurró, dejando el vaso en el fregadero—, por cierto, ¿Cuándo se irá Kudrent?.
Me crucé de brazos y bajé la cabeza. —Hoy mismo.
—Tendremos problemas con esa chica que golpeó.
—Por favor, ayúdame a resolverlo.
—Haré todo lo que pueda.
—Gracias.
—Me voy, se me hace tarde—miró el reloj y me proporcionó un beso en la frente. Me le quedé mirando, viéndolo partir, lo sentía tan distante, tan frío.
Quité ese pensamiento de mi mente, sacudí mi cabeza y me conduje a la alcoba de Kudrent. Toqué un par de veces y no hubo respuesta.
—¡Kudrent! ¡Santo cielo abre!.
—¡Kudrent está allí!.
—DEJAME EN PAZ.—escuché un gritó, uno cargado de rabia, cólera y tal vez tristeza.
—Oye, debes volver a casa hoy, llamaré a mamá.—no hubo respuesta.
Rápidamente, me aliste, me puse un braga completa e hice una coleta en mi cabello. Eché un último vistazo a la alcoba de Kudrent, pero no quise molestarla.
Salí del apartamento, me introduje en el vehículo, lo encendí y me conduje a la clínica. Hice un par de cruces y luego, tomé el celular y le marqué a mamá.
Repicó un par de veces hasta que finalmente respondió.
—¡Danna!.
—¡Mamá!.
—Oh Dannita, ¿Cómo estás?.
—Bien mamá. Te llamo para avisarte que, Kudrent irá para allá.
—¿Por qué?, ¿Qué hizo?.
—Es complicado mamá. Te explico luego.
Como un abrir y cerrar de ojos, un auto salió de una curva, pisé el freno, pero el coche no tenía. Me paralicé a pulsar el freno un par de veces y encontrar respuesta alguna del vehículo.
—Oh por dios.
—¿Qué pasa Danna?.
—No tengo frenos mamá. Estoy en autopista.
—¡Que!.
El auto que venía frente a mí tocó un pitazo, uno de esos cuando hay un peligro latente. No podía hacer nada, solo esquivar el auto que se encontraba muy cerca de mí. Giré el volante y mi vehículo se salió del camino, era una pesadilla. Solo vi, un gran árbol la cual, impactaría.
—¡Mamá!—grité a voz de cuello.
Entonces, todo fue oscuridad…
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¿Será que alguna vez Danna y Richi se conocera?.
¿Que opinan?.
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Oscura Pasión
Roman d'amourNadie lo sabe. Nadie sabe de aquellas miradas cargadas de lujuria. De aquellas sonrisas cuando nadie nos mira. De aquellos roces inesperados. De aquellos besos en tu oficina. Nadie lo sabe por una sencilla razón. Es que él está casado. Casado, con m...