PRÓLOGO

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- Brooom Brooom ... Mami, si yo soy un lobo, como papá, ¿por qué no puedo convertirme en uno? - Jeon Soyeon levantó la vista del tazón y sonrió a su único hijo. Kook sostenía un coche de juguete en cada mano, con los ojos negros mirándola de manera ansiosa.

- Es debido a que no has alcanzado la pubertad, Kook. - Volvió a revolver la mezcla de pastel de chocolate.

- Brooom brooom - Kook volvió a hacer ruido de nuevo y los coches de juguete chocaron contra el suelo. - Mamá, ¿qué es pooberta?

- ¡Uy! tal vez debería haberlo dicho de otra manera. - Soyeon volteo, sonriendo por su error.

Jungkook era el niño más curioso que jamás había conocido. Por supuesto que le preguntaría eso. - Umm, es cuando eres un adolescente.

Su frente se arrugó un poco. Con sus cuatro años de edad, se sentó en silencio durante varios segundos y después ladeó la oscura cabeza. - Mamá, ¿cuándo voy a ser un adolescente?.

Puso la masa mezclada en el mostrador y removió en una olla debajo de ella. - En unos once años, cuando tengas quince años o algo así.

- Pero, trece y catorce años vienen antes de los quince. ¿No seré un adolescente cuando tenga trece y catorce años?

Soyeon sacudió la cabeza y vertió la mezcla de pastel en la sartén. - Kook, eres demasiado inteligente para tu propio bien. Sí, serás entonces un adolescente. - Le tendió la taza y cuchara - ¿Quieres lamer el tazón?

- Sí, sí, sí. – Kook tiró sus coches, se puso de pie y brincó sobre sus pies. - Sí, tengo que lamer el plato, tengo que lamer el plato. – Bailó en el lugar.

- Siéntate en el piso y te lo daré.

El niño se sentó tan rápido que prácticamente rebotó cuando golpeó el linóleo. Su perro Gureum entró en la cocina, lamió al niño en la mejilla y se tumbó junto a él.

Soyeon colocó el tazón entre las piernas extendidas y le entregó la cuchara. – Trata de no hacer un lío. Voy a hacer la cena, mientras el pastel está en el horno. Kook tomó la cuchara grande de plástico y la metió hasta el fondo de su pequeña boca. La mezcla de pastel escurría por las comisuras de los labios y se extendía a la nariz y las mejillas.

Resignada a que mantenerlo limpio era una causa perdida, puso el pastel en el horno y se dirigió a la despensa. Llevó las papas al fregadero y comenzó a lavarlas cuando escuchó como lamía... ¿o sorbía ruidosamente? Sin siquiera darse vuelta, Soyeon sabía lo que estaba pasando. – Jeon Jungkook. ¿Qué te he dicho acerca de compartir tu comida con el perro?

- Pero, mamá, a Gureum también le gusta lamer el plato...

- Kook...

Suspiró. - Oh, muy bien. No más, Gureum, mamá dice que no puedo.

Soyeon escuchó el chasquido de las uñas del perro sobre el linóleo cuando se marchó. Sacudió la cabeza. El niño no pensó nada al dejar al perro lamer la cuchara y ponerla de nuevo en su propia boca. Qué asco.

- ¿Mami?

Soyeon cerró la llave del agua y rebuscó en la gaveta hasta hallar su pelador de papas. – ¿Si, Kook?

- ¿Cómo sabías que papá era tu compañero si tú no eres un lobo? Papá dice que los lobos conocen a sus compañeros cuando ellos los encuentran.

- Bueno, yo no lo sabía, pero tu padre sí. - Comenzó a pelar las papas. - Como sabes, Kook, como tu abuelo Min Ho es un lobo, crecí alrededor de lobos. Los lobos no escogen a sus compañeros, cariño. Dios los escoge. Pero cuando un lobo se encuentra con su compañera él lo sabe. Así que, cuando tu papá me dijo que yo era su compañera, yo sabía que él decía la verdad. Era mi destino estar con él. - Soyeon sonrió, pensando en su esposo Junghyun.

- Mamá, mi compañero tendrá el pelo como el sol y los ojos como el cielo. Será como un príncipe.

- Ella. Es una princesa, cariño, no un príncipe. - Corrigió Soyeon automáticamente. Recordó lo que dijo sobre el pelo y los ojos y se sintió hundir. Como si le dieran un golpe. Suspiró y se recordó que solo era un niño y no conocía nada mejor. – No Kook. Tu compañera será de nuestra gente, no una mujer extranjera. Tendrá un bello pelo, largo y negro, ojos marrones y una hermosa piel bronceada. No necesariamente tiene que ser de nuestra cultura, como yo, pero será una de nosotros.

La cuchara raspó los costados del tazón unas cuantas veces más. – Pero dijiste que no escogemos a nuestros compañeros, Dios lo hace. ¿Cómo sabes que mi compañero no tendrá el pelo como la luz del sol y ojos como el cielo? – Soyeon rodó los ojos y soltó un suspiro. – Porque Dios no nos haría eso Kook. – Terminó con la última patata, se volvió hacia el refrigerador y se detuvo en seco. – Jeon Jungkook. ¿Qué dije sobre compartir con los animales?

Los ojos de Kook brillaron. Miró al gato de la familia que tenía pastel en los bigotes y regresó la mirada a su madre. – Dijiste que no le diera Gureum. Nunca mencionaste nada sobre Fluffy.


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Nos vemos pronto

Luz

Sin reservas - KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora