III

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Jimin acomodó sus gafas en la nariz, miró el libro y leyó la misma frase por tercera vez. ¿Quizás estaba bromeando? Cerró el libro de golpe y se quitó las gafas, poniéndolas sobre el libro cerrado. El reloj en el horno de microondas marcaba las cinco cuarenta y cinco de la tarde. No le preocupaba si Jungkook no se presentaba. A Jungkook no le gustaba alguien como él. Jimin gimió y se levantó de la mesa de la cocina. Maldito Jungkook. No sólo era un hombre hetero, era precisamente el tipo de Jimin. Era apuesto, inteligente, y, obviamente amable. Jimin rodó los ojos.

Jungkook prácticamente había huido ayer cuando Keaton lo había besado, pero eso no le impidió alimentar el pequeño trasero de Jimin y asegurarse de que llegara a su casa seguro. Para empeorar las cosas, aún después de ser rechazado duramente, esto no le había impedido imaginar anoche a Jungkook mientras se hacía una paja. El deseaba a ese hombre. Prácticamente había sentido el musculoso cuerpo moviéndose sobre él... Un hombre heterosexual. No podía pasar por eso otra vez, no después de Taemin... y eso que ni siquiera fue su pareja. Esto era mucho peor. Jimin gimió caminando alrededor de la cocina. Era una jodida situación. Tenía que detener todo antes de que empeorara. Sería lo mejor así, para Jungkook y definitivamente para él.

Olió a Jungkook antes de escuchar el golpe en la puerta. Jimin rodó sus ojos. Incluso su olor lo atraía. Su polla saltó ante su presencia. Estúpido sentido del olfato. Malditas feromonas. Jimin suspiró y caminó decidido hasta la puerta. Abrió la puerta y lo fulminó con la mirada.

Jungkook sonrió – Maldición - y le tendió una caja de pizza y un six-pack de cerveza.

- No bebo.

Jungkook rió. - Hola, Pequeño. También me agrada verte nuevamente. ¡Caramba!Gracias, me gustaría entrar.

Jiminn gruñó y se apartó, dejando que entrara. – Mi nombre no es Pequeño. - La caja de pizza apareció ante él nuevamente, sin darle más opción que tomarla esta vez.

Jungkook colocó las cervezas en el mostrador de la cocina y empezó a caminar por las habitaciones. Los labios de Jimin temblaron. El hombre tenía bolas. – ¿Por qué estás aquí, Jungkook?

- Porque eres mío. No he averiguado todavía qué demonios voy a hacer contigo, pero eso no cambia el hecho de que eres mi compañero.

- Por qué no te marchas y finges que nunca nos conocimos. Buscas una bonita chica con la cual casarte y tener hijos. Nadie además de ti y de mí sabrá jamás que no es tu pareja.

Jungkook regresó de inspeccionar el dormitorio de Jimin y lo miró fijamente. – No. – Sus ojos cambiaron, desapareciendo casi totalmente lo blanco de ellos.

Una gran emoción atravesó a Jimin. Sus propios ojos comenzaron a cambiar, pero trató de mantenerse bajo control. Miró hacia abajo y notó la tienda de campaña en los pantalones de Jungkook.

Al menos su cuerpo y sus instintos de lobo responden a él, aunque su mente no. Jimin no estaba seguro de sentirse feliz o molesto por eso. Era una situación sin salida. Cuanto más tiempo Jungkook perdía husmeando alrededor, Jimin lo tenía para admirar al hombre. No contaba con que tuviera una gran atracción física. Jungkook era magnífico, no había nadie como él, maldita sea, el hombre era muy agradable.

Jimin no había estado con muchas personas antes. No era como que él fuera de tipo musculoso y grande como para intimidar, pero era un hombre lobo muy poderoso. El hecho era que había podido mantener a los lobos alejados de él cuando lo quería. Pero no con Jungkook. El hombre no estaba en lo más mínimo intimidado. De algún modo dudaba poder disuadirlo. Jimin podría enamorarse de Jungkook si se lo permitiera. Pero, ¿para qué? ¿Para ser su mejor amigo? ¿Su amigo? La idea no le agradaba, porque de alguna manera sabía que sus sentimientos por Jungkook serían mucho más profundos si se daba la oportunidad. ¿Y cuáles eran las probabilidades de que los sentimientos de Jungkook progresarán hasta ese punto?

Sin reservas - KOOKMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora