CAPÍTULO 3: SIEMPRE HAY UNA PRIMERA VEZ.

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Tras haber salido corriendo del garaje del padre de Pablo, Alexa llegó a su casa sofocada y preocupada. Sus padres preocupados le preguntaron qué había pasado a lo que contestó con un rotundo "nada". Mientras tanto en casa de Pablo había un chico bebiendo un refresco. Iván, mejor amigo y compañero de fiesta de Pablo, delgado con gafas y un pelo castaño con unos rizos perfectamente hechos. - Pablo, Iván ha venido a buscarte para entrenar date prisa en cambiarte - entró en la cocina una mujer de cabellos rizados y con la cara maquillada. - Ya voy mamá -. Pablo subió corriendo las escaleras para ponerse su uniforme de fútbol. Ya en la puerta de la cancha de fútbol Carlos les estaba esperando para entrar y darlo todo en el campo.

Mientras los tres mosqueteros se preparaban, Erick y Sara compartían una conversación por teléfono:

- Oye, me acompañas a ver a Pablo? - dijo Sara.

- A verle? A dónde?

- Al entreno, él e Iván juegan al fútbol.

- No sé.

- Venga ya, me lo debes por encerrarme con él esta mañana. Además Carlos también juega. Quizás se quite la camiseta.

- Esta bien, te acompañaré, pero solo por Carlos.

- Genial, pues nos vemos allí. Chao.

- Bye.

- Hola, ¿ qué tal? dijo Sara ya en el estadio saludando a Erick. - Bien, aunque sigo remarcando que no vine por ti eh. Solo me importa Carlos, además el entrenamiento ya va por la mitad. - Pues sí, pero te mueres por sus huesos, al igual que yo por los de Pablo. - No cariño a ti no te ponen sus huesos, te ponen sus músculos. O aún sigues negando que pasó algo en el gimnasio. - Esta bien, me besó. - Ya está, ¿nada más? - Bueno me besó y casi lo hacemos, pero eso no importa porque justo entró alguien. - Os cortaron el rollo. - Si, y ni siquiera sé quien era, aunque Pablo parecía conocerla. - Y tanto chica, se fueron en el mismo coche.

De repente se escuchó un pitido, era el silbato del entrenador, el entrenamiento había terminado. Sara se adelantó a ver a Pablo, dejando a Erick en la grada esperando a que Carlos saliera. Cuando Erick se asomó a ver si su chico había salido lo vio muy cercano a una chica, una que él no conocía. Sara vio esto, y asombrada salvó a su amigo diciendo que justo se acababan de encontrar y que le estaba acompañando. Carlos sonrió y le presentó a Erick a Laura, su novia.

Entonces Laura se presentó, era una chica delgada, morena, de ojos azules y con flequillo. Era más bajita que Carlos, y bastante guapa. Entonces Erick, nervioso, quiso que Sara lo acompañase hasta su casa, pero Sara cohibida por la mirada seductora de Pablo, rehusó la petición de Erick. Alterado, decidió quedarse por no quedar mal, aunque hubiese querido salir por patas de esa situación.

Todos estaban cansados tras un largo entrenamiento, así que decidieron ir a tomar algo a la cafetería del Tío de Pablo, el cual estaba de viaje y por eso él tenía las llaves. Tenían barra libre de bebidas así que decidieron quedarse allí un rato. Los del equipo se sentaron en una mesa mientras que Laura, Sara y Erick se sentaron en otra, esperando por Carlos y Pablo, quienes estaban cogiendo las bebidas.

Con objetivo de iniciar una conversación Sara le preguntó a Laura cuándo había conocido a Carlos, sin darse cuenta de que a Erick le podía afectar. Ella empezó a hablar, y cuanto más hablaba más nervioso se ponía él. Cuanto más escuchaba su voz, más la odiaba por haberle robado a su querido Carlos.

Mientras tanto en el baño había una conversación de lo más interesante. Marcelo, el homosexual latino más codiciado de la escuela estaba hablando con su novio Iker, que era un chico del equipo, con rizos castaños y ojos claros como el agua de un río pulcro. Este todavía no había salido del armario, por lo cual Marcelo estaba enfadado.

- Estoy harto de fingir Iker. Si quieres seguir conmigo tienes que salir del armario. Quiero dejar de esconderme.

- Ya sabes que no estoy listo, tú sabes cómo son mis amigos, y no quiero problemas.

- Pero por qué te importa lo que piensen los demás. ¿De verdad eres tan inmaduro?

- Me lo estás diciendo en serio. Después de casi un año juntos. ¿De verdad me lo dices, ahora?

- Si, te lo digo ahora, por primera y última vez. Considérate soltero.

- ¿En serio? Marcelo, ¡Marcelo!

Marcelo salió de golpe del baño mientras que Iker se quedó dentro llorando por la impotencia de la situación.

Tras un par de horas de odio y charla, Erick, Laura, Carlos y los jugadores del equipo se fueron a sus casas. Todos excepto Sara que se había quedado a esperar a Pablo. Su vaso estaba casi vacío, no era alcohol, ya que ella no bebía. Una vez cerrado el bar, se quedaron recogiendo, y cuando acabaron de meter las mesas dentro del local, Pablo le mandó cerrar la puerta.

Sara se acercó a la puerta y la cerró con llave, y justo cuando se escuchó la puerta cerrar, sintió algo en su espalda. - Me quedé con ganas de acabar lo que empezamos en el gimnasio - Pablo la cogió y la empujó contra la puerta, provocando un estruendo que se escucho por toda la calle. Comenzó a besarla, bajando hacia el cuello y cada vez más abajo. - ¿Estás seguro, aquí? dijo Sara apartándolo. - ¿Por qué no? - levantó a Sara contra la barra y se quitó la camiseta. Ella respondió y se la quitó también, aumentando el clímax. Pablo le quitó el sujetador suavemente y le empezó a besar descendiendo lentamente por su abdomen, poniéndola cada vez mas cachonda. Mientras Pablo la besaba notó un bulto en el pantalón.

- ¿Cachonda?

- Averígualo tú - dijo mientras bajaba hacia su entrepierna y le desabrochaba el pantalón. Era la primera vez que Sara hacía una felación, aunque en ese momento estaba tan cachonda que ni siquiera lo pensó y se la empezó a chupar. Cuanto más chupaba mas crecía dentro de su boca. Era tan placentero que Pablo, a punto de correrse, la agarró del cuello y la besó.

- Nada mal para ser tu primera vez. Mi turno - Levantó a Sara y la puso encima de una mesa. Le bajó las bragas lentamente hasta dejarla completamente desnuda, empezó a besarle, bajando cada vez más y más hasta llegar a su ombligo, y posteriormente, al clítoris. Empezó a acariciarlo y a comérselo lentamente, provocándole un calor y un placer que ella nunca había sentido.

Prácticamente sin respiración, de la excitación empezó a gemir. Los gemidos eran tan altos que se escuchaban desde fuera de la cafetería. Confundiéndolos con gritos, una chica del barrio, Marina, joven, morena con mechas rubias, unos preciosos ojos marrones que deslumbraban a cualquiera y de aproximadamente la edad de Pablo y Sara, acudió al bar, descubriendo a los enamorados.

No se lo podía creer. La santita de Sara con el chico popular. Era imposible de imaginar.

- ¡Sara y Pablo! - Pensó. - Gisela no se lo va a creer - afirmó abriendo la cámara del móvil.

La pareja seguía con lo suyo cuando de repente escucharon un ruido de un teléfono sacando una foto. Rápidamente se separaron y se vistieron. Pablo salió fuera intentando averiguar quién había sacado la foto, pero no descubrió nada, y Sara, preocupada por su imagen, se fue corriendo a su casa, asustada pensando en lo que podía pasar.

AMOR TARDÍOWhere stories live. Discover now