¡Bienvenidos nuevamente a una nueva sección! En este espacio hemos decidido hacer algo un poco diferente y entretenido. Aquí estaremos acompañando a las Winx durante 25 días de sus navidades desde perspectivas completamente diferentes.
Serán 25 días...
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El aire navideño se notaba por cada rincón de la pequeña ciudad italiana, las calles estaban repletas de luces y adornos dándole un toque festivo al lugar. Gardenia estaba preparada para recibir navidad esa noche, todas las familias estaban terminando los últimos detalles para la tradicional cena de noche buena.
Entre esas familias también se encontraba una muy especial que estaba emocionada por compartir su primera navidad con una nueva integrante, quien llevaba apenas unos meses con ellos.
Dentro de la pequeña casa en la que habitaban se encuentra Vanessa terminando de darle los últimos detalles a la gran cena que se había encargado de realizar mientras Mike se encargaba del pequeño terremoto de cabello pelirrojo y de un año que los dos tenían.
Un poco apurada por empezar a comer, la mujer de la casa se encarga de colocar todos los utensilios en la gran mesa del comedor junto a la comida que se dedicó a cocinar para complacer a su esposo. Al ser la primera cena que tendrían con su hija querían que todo fuera perfecto, así que los dos estaban entusiasmados.
—¡Mike, Bloom! ¡La cena está lista! —gritó la mujer antes de volver a ingresar en la cocina para seguir colocando cosas en la mesa.
No tardan en oírse los pasos de alguien bajar las escaleras y los pequeños balbuceos de una bebé por toda la casa, dándole aviso a Vanessa de que su pequeña familia ya estaba lista. Una vez tiene listos los últimos platos va hacia el comedor nuevamente encontrándose con su esposo en traje y su hija en un tierno vestido rojo.
—¡Pero mira nada más que preciosura! —exclama la mujer acercándose a la niña una vez deja todo en su lugar.
Por supuesto, la mini pelirroja no duda en pedir ser cagada por su apreciada madre mientras esta se encargaba de decirle lo hermosa que se veía esa noche. Mike, quien también se había vestido para la ocasión, sonríe al ver la felicidad que emanaba de su esposa.
Los dos habían esperado mucho para tener un hijo, pero nunca sucedió. Fue muy doloroso cuando se enteraron que Vanessa no podría darles un hijo debido a problemas de fertilidad. Su deseo más deseado no se cumpliría, o eso pensaron hasta que una noche en medio de un incendio Mike se encontró una bebé pelirroja.
En ese instante se convirtieron en padres sin ni siquiera saberlo.
Desde esa noche los dos se quedaron con la niña hasta encontrarle un hogar, aunque al final terminaron encariñándose tanto que decidieron adoptarla. A pesar de toda la felicidad que Bloom se encargó de traer a sus vidas también trajo miedo; miedo a hacer algo mal.
Por eso se empeñaban tanto en que todo fuera perfecto, en que no le sucediera nada malo a la pequeña pelirroja.
Pronto los tres se sentaron en el comedor para empezar de la agradable y tranquila cena de noche buena. Los adultos hablaban entre ellos de cosas con poca relevancia entre tanto la bebé de un año recién cumplidos observaba los utensilios brillantes sentada en su silla especial para comer.
Con pura curiosidad toma lo primero que ve y minutos más tarde suelta un grito de dolor que alerta a los adultos. No es necesario describir la expresión de sorpresa y miedo en sus rostros al ver a una pequeña Bloom con las manos ensangrentadas por andar jugando con el cuchillo para cortar el pavo.
Asustados se levantan de sus lugares para salir corriendo hacia el hospital en busca de ayuda. Rápidamente los doctores toman a la niña para curarle las heridas mientras les piden a sus padres que se queden en la sal de espera.
Vanessa estaba horrorizada, no podía dejar de repasar la escena una y otra vez en su mente siendo torturada por sí misma. Mike también tenía sus propios conflictos interiores, pero estos fueron olvidados cuando vio a su esposa derrumbarse llorando con desesperación.
—Amor tranquila, todo saldrá bien.
—No puedo creerlo Mike ¿Cómo no se me ocurrió? Pero que descuidada soy, no debí haber dejado el cuchillo a su alcance. Dios, ahora debes pensar que soy una pésima madre.
—No creo eso, Vane. Cometimos un error nada más, no debes atormentarte.
—¿Qué haremos ahora? —pregunta limpiando sus lágrimas.
—Ahora iremos con nuestra hija cuando nos llamen y todo estará bien, hemos cometido un error que nos ayudará a no cometer muchos más.
—Pero ¿Y si los doctores creen que no podemos con Bloom?
—Lucharemos por ella, ya es parte de la familia y no permitiremos que se la lleven.
La mujer asiente estando de acuerdo con él. Sin que su esposo lo prevea ella se lanza a sus brazos para darle un fuerte abrazo que no duda en devolver.
