Mira esos ojos

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Mira esos ojos, pensó para ella misma. Eran redondos y completamente dilatados, seguramente porque veían algo que ella no podía, algo que iba más allá de su pequeña mente. Le gusta ser poética en estos encuentros tan aleatorios, aunque creía que en realidad le estaba mirando fijamente. Eso arruinaba el momento.

Permanece inmóvil y eso a ella se le hace extraño.

Tiene un color medio gris y en medio de todo este pequeño jardín su belleza es perfecta.

¿Cómo pudieron abandonarla aquí?

A veces la humanidad hacía cosas que ni ella misma podía creerse posibles.

Se acercó con cuidado de no ponerla en alerta, cuando estuvo a corta distancia le sorprendió que no huyera de ella. Debe estar acostumbrada, volvió a pensar sólo para ella.

Por fin hizo contacto con su cuerpo, pero le sorprendió lo frío que estaba, pues todo lo que tiene vida suele ser cálido.

¿Será que no tiene vida entonces?

Caminó a su alrededor, reflexionando. Ya decía ella que era extraño ver a un humano durmiendo en medio de ese patio abandonado.

Pero, ¿qué es la vida?

Seguramente la chica aquí dormida no lo es. De todas formas no es algo que la mente de un gato deba tener que preocuparse. La observó un poco más y notó que, conjuntamente con el gris, tiene algo de maquillaje rojo en la cabeza; no en los labios, como ha visto en otras humanas, si no que ella lo tiene en su cuero cabelludo.

Vaya moda.

Entonces oyó a alguien acercarse, bajó las orejas y se esconde con rapidez entre los arbustos, se mueve en silencio. Pero se permite espiar, pues no puede dejar detrás la naturaleza curiosa, aun cuando su instinto le pide alejarse para no ser dañada.

Primero llega a mí un grito, que la obliga a hacerse más pequeña en su escondite. Luego un hombre cae sobre el cuerpo de la chica, también tiene los ojos dilatados y fijándose un poco más, trae el extraño maquillaje igual en la cabeza.

Puede ver a otro personaje aparecer, jadea con violencia, observando a los inmóviles cuerpos que la miran sin ver, sostiene algo gigante con la mano izquierda, lo tiene aferrado como si no pudiera quitárselo del cuerpo.

Él es vida.

Los dedos del primer hombre comienzan a moverse, y ella les saltó por inercia, su mente le dice que esos dedos podrían ser un animal indefenso que puede servirle de cena. Tras morderlos un poco se da cuenta que ha quedado al descubierto.

Él la mira y se acerca a ella, no retrocede, no tiene miedo.

–¿Lo viste? –le pregunta. Ella lo mira permitiéndole acariciarla y maquillarla de rojo–. Si es así, no me juzgues, ¿vale?

Siguió en silencio, pareció interpretar su falta de respuesta bien, pues sacó un trozo de carne que le dio sin dejar de acariciarla. Le caía bien, era mejor que esos dos que no dejaban de mirarla y no decían nada.

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Esta fue mi participación en un mini concurso de Facebook, aunque perdí, lo conservé porqué me gustó muchísimo.

Espero les haya gustado a ustedes, les dejo la imagen que usamos de referencia:

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Colección de historias cortas [One-shots]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora