Toda una guerrera

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Corría por los pasillos del castillo, pasaba los grandes pilares uno a uno, a una velocidad increíble que había adquirido con gran dedicación de años. En la mano izquierda portaba una de las reliquias de su país (una hermosa daga plateada) y en la otra una pesada, pero poderosa, espada que cada heredero del reino obtenía desde nacimiento, la que llamaban espada Otorgada. Esta tenía un filo envidiable y un balance increíble, solo su actual portadora era capaz de utilizarla correctamente, cualquier ajeno a ella que la tomara tendría que cargar con una tonelada de peso.

La chica se había sometido a un riguroso entrenamiento desde los seis años; todo había comenzado cuando se había fijado como, durante una ceremonia real, su padre otorgaba una bendición a ciertos guerreros con armaduras brillantes y resplandecientes, todo ante sus asombrados ojos grises.

La ceremonia se realizó en un amplio salón dentro del palacio, donde se reunieron cortesanos, burocráticos, doncellas y los de alta sociedad; todos los del reino fueron invitados a la capital para celebrar, las calles estaban a rebosar de fiestas, comida y dulces.

–¡Padre! ¡Padre! –intentó llamar su atención jalando del largo manto que caracterizaba al soberano.

–¿Qué ocurre pequeña? –el rey se arrodilló ante ella para mirarla, la ceremonia había terminado y todos comenzaban a salir del salón real para disfrutar de la fiesta en el pueblo.

– ¿Qué han hecho para que los apuntes con tu espada? –en un principio ella había pensado que se trataba de una reprimenda, ya que la bendición consistía en jurar ante el rey, el cual sostenía la espada que le pertenecía por linaje.

–Oh, pequeña –sonrió conmovido por su inocencia. Así que intentó explicarle con palabras que ella entendiera–: Ellos son caballeros que han combatido para protegernos, eso no es nada malo.

–¿No? –llevó una mano a su cabello, jugando con sus largos mechones castaños.

–Definitivamente no, les debemos respeto, han defendido heroicamente a la ciudad de Hori. ¿Recuerdas la historia de los lobos?

–Sí –sus ojos brillaban de admiración. Eran historias para niños y por eso, absolutamente todo el pueblo conocía sobre ellos.–. ¿Ellos los han matado a todos? –abrió ligeramente la boca y se puso de puntas para ver si esos poderosos guerreros seguían cerca, solo pudo ver al resto de invitados saliendo con ropas ligeras, no había rastro de armaduras.

–No, aunque no se llegó a una negociación del todo pacifista, el deber de un caballero no es exterminar, es un guerrero, pero no un asesino; pelearon contra los lobos con las espadas juradas ante mí, pero defendiendo a la gente de sus fauces, el Gran Rey del Bosque notó esto y permitió llegar a un acuerdo y nadie más perdió la vida –tal vez no había dicho todo correctamente, demasiado resumido quizá pero serviría para satisfacer la curiosidad de la niña.

Ella meditó unos momentos.

–Padre, yo también quiero una espada para proteger a todos –en su luminosa mirada se notaba la determinación, y aunque no comprendía del todo la responsabilidad que el llevar una espada le ofrecía, era claro lo que ella lograría con el tiempo, si era instruida.

–Claro, y estos caballeros que acabas de conocer serían unos buenos instructores.

–¿Instroctures? –lo dijo mal, era demasiado joven cuando comenzó a interesarse por las batallas, una niña.

–Sígueme, los conocerás pronto.

De esta manera, la chica llevó las actividades normales de una princesa, añadiendo un entrenamiento diario con la guardia real; estos le enseñaron los principios de la espada, movimientos, estrategias y obtuvo experiencia combatiendo cuerpo a cuerpo.

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⏰ Última actualización: Dec 01, 2020 ⏰

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