Eight

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“Así que una última vez, necesito ser quien te lleve a casa...”

- ¿Qué es esto?

- Mi dimisión.

- Pero... ¿Ahora? - Murmuró de forma casi inaudible.

- ¿Eh? ¿Disculpe, dijo algo?

Conway sostenía aquella hoja con fuerza entre sus manos, nisiquiera miraba a Gustabo a los ojos, estaba enojado, enojado con él mismo, porque no hizo nada para evitar eso, y porque aún no sabía cómo evitarlo, ni por qué quería hacerlo.

- ¿Cuándo te irás?

- Mañana a las 10 de la mañana.

Sintió una punzada en el pecho, aún tenía tiempo ¿Pero para qué?

- Acompáñame.- El mayor cogió la mano de Gustabo y lo arrastró casi a la fuerza de comisaría, ganándose miradas de confusión de los civiles y comisarios.

Lo subió al patrulla de manera un poco brusca y arrancó.

- ¿A dónde vamos? Se supone que hoy pasaría con Horacio.

Han pasado la vida juntos. Pasa este día conmigo.

- Solo calla.- Dijo Conway de manera demandante.

Después de unos 30 minutos llegaron a un lugar en el que se veía a la perfección la ciudad, era hermosa.

Gustabo bajó del patrulla y miró el paisaje algo extrañado.

- ¿Qué hacemos aquí? Es muy temprano para una de sus lecciones de vida, Superintendente.

- Son las 4 de la tarde, no te quejes.- El mayor se dirigió al maletero y lo abrió sacando un six pack de latas de cerveza.

- No sabía que usted tomaba en horas de trabajo.

- Son para cuando termina mi turno, capullo.- Le lanzó una cerveza al menor mientras abría la suya y procedía a sentarse en el capó del coche.

- Gracias...- Murmuró Gustabo, sentándose alado de Conway.

Pasaron unos largos segundos en silencio, hasta que uno de los dos decidió hablar.

- ¿Te gusta la vista? - Dijo el peli negro tomando un sorbo de su bebida.

- Sí, es bastante agradable.

- Entonces no tienes por qué irte.- Sonó más evidente de lo que pretendía.

- No tengo por qué quedarme.- Miró el paisaje frente a ellos.

El silenció se volvió el tercer acompañante haciendo el ambiente ligeramente incómodo.

- Está empezando a atardecer... Deberí-

Paró de hablar al sentir la calidez que le brindaba la mano ajena sobre la suya.

- ¿Conway?

Conway apretó ligeramente la mano del menor.

- Hace un tiempo que no me dices Conway.

- ¿Está usted bien?

El mayor iba por su cuarta cerveza, el alcohol le estaba afectando mucho más de lo normal, y sentía que se desmoronaría ahí mismo.

- ¿Y si te quedas? Un día más...

El rubio rió al ver la situación en la que se encontraban.

- No puedo, ya he comprado el boleto.- Miró con una sonrisa a su superior.

- Yo te pago lo que costó el boleto, cancelalo.

Estalló en risas. ¿Por qué ahora?

Las risas de Gustabo se vieron calladas por los labios cálidos del mayor.

Fue un beso cortó, casi adictivo.

- ¿Qué hace, Conway? ¿Acaso este es mi regalo de despedida?

Conway se estaba dejando llevar, estaba perdiendo el control.

- Me gusta, me gusta este regalo. ¿Pero no es acaso muy cruel de su parte? - Dijo con una sonrisa divertida.- Darme esto justo ahora... Es doloroso.

Empezó a anochecer, las estrellas ya eran bastante visibles, ya era muy tarde.

- ¿Puedo preguntar algo?

- Anda, dilo.- Conway aún apretaba la mano de Gustabo, casi aferrándose.

- ¿Usted aún ama a Julia?

Gustabo esperaba un grito o que fuera ignorada su pregunta, sin embargo Conway le miró a los ojos.

- Sí, la amo.

El rubio lo miró, perdiéndose en esos oscuros y heridos ojos. Separó su mano de la contraria, llevándola a la mejilla del mayor.

- Entiendo...- Dijo el rubio acariciando la mejilla contraria.- Entonces ¿Qué siente usted por mí?

El mayor guardó silencio unos segundos para después responder.

- No lo sé... - Admitió derrotado.

- Ya veo...- Se acercó lentamente y depositó un pequeño beso en la frente del mayor.- Entonces ya no hay nada que pueda hacer.

[.....]

El camino a casa fue silencioso, pero extrañamente calmante.

Conway estacionó el auto afuera del departamento de Gustabo.

- Bueno, aquí me bajo yo.- Desabrochó el cinturón y abrió la puerta.

Aún hay tiempo, aún hay oportunidad.

- ¡Ah! Casi lo olvido.- Rebuscó en sus bolsillos.- Esto es para usted.

Le entregó una carta doblada, acompañada con una paleta de cereza.

- Adiós, Conway.

Y se fué.

- Adiós...- Murmuró Jack.


“Así que una última vez, necesito ser quien te lleve a casa. Una vez más, te prometo que después de todo te dejaré ir”


Fool | Intenabo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora