-Dos-

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-Jason
   Ya en la cabaña de Zeus me tiré en mi cama, aunque mi paz fue interrumpida abruptamente. Una luz iluminó toda mi cabaña y la mujer más hermosa se presentó ante mí. Afrodita.

-¡Afrodita!-grité sorprendido mientras me inclinaba levemente-Mi señora, perdone mi insolencia, pero que hace usted aquí?

-Mi Niño, no he venido a enamorarte si es lo que piensas-rió la diosa, mientras me lanzaba un beso- Aunque si ya lo has echo no te culpo.

-No pasaría ni en sus mejores sueños- pensé.

   La diosa pareció entender lo que yo estaba pensando, aunque solo la parte de que no pasaría.

-No digas nunca, pequeño semidiós. Soy irresistible- en este punto Afrodita parecía Apolo- Aunque hay algunos más difíciles de conquistar que otros. Como Percy. -Me guiñó un ojo. No entendí por qué. Últimamente no entendía mucho.

-Mi señora, perdone por preguntar, pero sigo sin entender qué hace usted aquí.

-Estoy aburrida. En mi vida falta drama, muchacho, y hablé con las parcas y pude ver tu futuro. Por lo tanto, para entretenerme, miraré tu vida amorosa y algunas veces me entrometeré.

-¿Qué quiere decir con eso?

-Por ahora significa que te ayudaré a conquistar el corazón del héroe del Olimpo.-Me sonrió tiernamente y acarició mi mejilla con su mano. Cuando la retiro colocó su mano en su mentón como si estuviera pensando- Va a ser difícil, aunque no imposible ya que él tiene sentimientos hacia ti. Créeme, si no los tuviera esto sería imposible.

-¿De dónde sacó usted que me gusta Perseus?- Usé su nombre completo intentando camuflarme.

-Querido soy la diosa del amo. Tampoco importaría si no lo fuera, no estoy ciega Jason Grace.

-Pero...-No me dejó terminar.

-Jason, se nota con creces. Pienso que hasta Percy tiene sus sospechas, pero ese chico es bastante bueno para guardar sus sentimientos.

-Si es tan bueno, ¿cómo se dio cuenta?

-Él me lo dijo. Ocupaba desahogarse y sabía que la única que no lo incineraría sería yo. Intuyó que me gustaría el drama. Se está ganando poco a poco el aprecio de los dioses de hecho. Realmente estoy segura de que lo hace para poder vivir pacíficamente durante unos años antes de que algún dios lo vuelva a querer matar.

   Decir que estaba impactado era poco, aunque no discutí.

-Ya no importa. No hagas nada y no te preocupes por conquistar a Percy. Presiento que él dará el primer paso. Me retiro.- Me sonrió. Esta tenía una pizca de picardía y algunos destellos traviesos. Una mala señal por donde quiera que se viese.

   La diosa del amor desapareció en un brillo de luz, y justo después se escucharon unos toques en mi puerta. La abrí con cautela y allí estaba él, el chico hacía donde mis sentimientos, los que sea que fueran, iban dirigidos.

-Percy, ¿qué haces aquí?- Me miró.

-Venía a saludar y tal vez de paso hablar un poco- escuché una risa nerviosa de su parte.

-Pasa- me aparté para que entrara.

-Gracias- entró. Me volví poco a poco para mirarlo

-Sobre qué quieres char...- No pude terminar. Sus labios se estamparon contra los míos de manera repentina.

   No tardé en corresponder. Nos fundimos en un beso apasionado. Sus brazos abrazaron mi cuello y mis manos se asentaron en su cintura moviéndose lentamente hacia abajo. Ambos nos quitamos la camisa y nos vimos listos para el siguiente paso. Al menos yo lo estaba. Pero esto no duró mucho ya que se separó justo cuando escuché nuevamente unos toques en mi puerta. Percy se rió, desconcertándome.
     Me levanté de mala gana. Estaba disfrutando un momento privado con el chico que me gustaba. Abrí la puerta y sentí que mi alma caía a mis pies. Allí se encontraba Percy Jackson, con su cabello negro y con su camisa del campamento empapados de sudor. En su mano derecha tenía a Contracorriente agarrada del mango, mientras que la punta estaba enterrada en la tierra. Estaba recostado levemente en ella de forma despreocupada. Cerré mi boca para no babear.

-Espera, ¿cómo es que Percy esta aquí si está sentado en mi cama...? ¡Oh, no!-pensé.

   Él levantó la mirada y se quedó pasmado, al ver la escena que se llevaba a cabo en mi cábala. Yo había abierto demasiado la puerta dejando ver al otro Percy, justamente al que estaba en mi cama sentado, sin camisa y con su pantalón desabrochado.

-Esto está cada vez peor-me dije mentalmente.

-Jason, ¿me puedes explicar por qué hay una copia semi desnuda mía en tu cama?-dijo en tono calmado.

-Este....-Entonces huí.

-¡¿Jason, qué mierda te pasa?!-me gritó a lo lejos. Aún así no paré, estoy estúpido.

Jercy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora