Plan París.

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-¿Cómo me ves? -le pregunta Andrés a Martín.

-Poderoso, bello -lo analiza el ojiazul.

-Martín, llevas años dando vueltas... con el bicho dentro. Creo que ya va siendo hora de que lo saques.

-Puedo sacar un vino, si querés -Martín saca la botella de abajo de la mesa.- ¿tomamos uno?

-No, no voy a tomar ese vino contigo. Yo voy a salir a cenar con Tatiana. Tú pensaras en mí, pero yo no voy a pensar en ti -Martín lo mira dolido.

-No tenés que explicarme el abecedario, está claro -acomoda la lapicera.

-Por favor -suspira Andres -¿tu crees que yo no te quiero? Yo también siento que lo que hay entre tu y yo es algo extraordinario, único, maravilloso. Y algo se del amor, porque me he casado cinco veces.

-Hmmm

-Lo que no te he dicho nunca es que... con ninguna de esas mujeres he sentido algo... semejante a lo que me pasa contigo -Martin se levanta -ni de lejos, tu y yo somos almas gemelas, pero al 99%. Ya sabes, a mi me gustan bastante las mujeres. Y a ti te gusto demasiado yo.

-¿Y qué es ese 1% contra un 99? -Martín se le acerca despacio - al menos que no tengas valor de probarlo.

-Ese 1% es una pequeña mitocondria, me lo marca el deseo.

-Mitocondria... -suspira el ojiazul -¿donde está el deseo? ¿Eh? ¿Aquí? ¿Dónde? No temas, tranquilo -lo besa -vos sos cobarde, ¿donde está? ¿Eh? -Andres lleva a Martín contra la pared y lo besa.

-A ver, a ver. Daría lo que fuera para sentir eso, pero... es imposible. Es imposible -Andres lo suelta -te quiero Martín, pero mi hermano tiene razón y tenemos que separarnos. ¿Mmm? Y tenemos que abandonar el plan.

-Así que fue el hijo de puta de tu hermano que te enrostró mi amor para romper está casa. ¿Te vas a ir a sacar fotocopias a la casa de la moneda esa? Yo te propuse fundir oro juntos -reclama el ojiazul, dolido.

-¡Te enganchas a algo que no existe y no va a existir jamás! -grita el mayor- te tengo que dejar. Es... por el amor, por la fraternidad, por el compromiso que tengo contigo. Márchate y cúrate la herida. La distancia a veces es la única forma de encontrar la paz. Adiós, amigo mío, estoy seguro de que alguna forma u otra, el tiempo nos volverá a juntar. -sonríe y se va sin mirar atrás.

El día que Alicia Sierra camino hacía el matadero, tenía una enigmática sonrisa en la que nadie reparó. Esa sonrisa la de alguien que no va a claudicar.

-¿Es verdad que mando a traer a la hija de Ágata Jiménez, alias Nairobi, para que se acercase a la ventana y así poder dispararla? ¿Murió de ese disparo? -reportera 1.

-Eso es absolutamente falso- Alicia comenzó a formular una respuesta -no era una niña, era un niño. De nueve años. Y si, lo mande a traer. Con el conocimiento de mis superiores, por supuesto. Le disparamos en el pecho, y después impedí que un médico entrará a operar. La salvaron sus compañeros. Fue para nada. La ejecuto el jefe de seguridad del Banco de España. Gandía. Auspiciado por el coronel Tamayo. Todo hay que decirlo -finalizo- más preguntas.

-¿Es también cierto que ese tal Osman, al que no se si usted conoce, enterró vivo a Cortés? -reportero 2.

-Si, lo enterramos vivo. En Timimun.

A Tamayo se le estaba desmoronando el mundo.

-Por supuesto que conozco a Osman, es un profesional. Es capaz de enterrar vivo a un hombre... y dejarle titiritando como un pajarito sin que se le muera.

La casa de papel (Palermo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora