PRÓLOGO

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-¿Logras observar aquellas estrellas justo a la izquierda de la luna?- asentí mientras ella las señalaba.

-Desde aquí parece un rayo- comenté entrecerrando los ojos para poder apreciar la constelación cada vez mejor  mientras me acostaba a su lado.

- Es la constelación Casiopea, está formada por cinco estrellas y están a muchísimos años luz, probablemente se formó cuando tú eras un niño y yo una bebé. Lo curioso de estás estrellas es que tardan años en brillar y aparecer en el cielo.

-¿Qué crees que hay más allá?- pregunté con el despertar de la curiosidad.

-El espacio es infinito, así que me temo que oscuridad y más oscuridad. Es tan loco como algunos momentos de nuestras vidas pueden sentirse así. 

-¿Oscuros?-pregunté dándole a entender que entendía su metáfora.

-No, Infinitos o sino tan cerca de el infinito. Estás suspendida en este estado de ataraxia dónde simplemente fluyes y absolutamente nada puede cambiarlo. Son momentos como este, en los cuales te sientes cómoda y sin el temor, sin la imposibilidad de ser uno mismo: momentos invaluables- volteé mi rostro muy cerca del suyo.

Estaba descubriendo que Rosie tenía tantas facetas.

Todas tan distintas que la hacían ser un alma muy bonita, de todas las almas que he conocido la suya era la más auténtica. Ella podía ser fuerte, podía ser conciliadora, podía ser tu roca, podía ser una romántica incurable y en ese momento me decidí: estaba dispuesto a saltar del barranco hacia lo desconocido, solo porque se trataba de ella, solo porque estaba con ella.

-¿Realmente quieres hacer esto? Tienes dos opciones, vivir tu vida como si esto jamás hubiera ocurrido, conocer alguien que no tenga vivencias ni responsabilidades tan pesadas sobre la espalda y ser amada como lo mereces- la escuché reir ligeramente mientras entrecerraba sus ojos.

-Esa opción no es de mi interés, tampoco sé cuál será la otra alternativa, pero elijo aquella en donde estés en mi vida. No te responsabilices por correr mis propios riesgos- pidió tomando mi mano, accedí a dársela.De pronto nos encontrábamos en un momento tan honestamente íntimo.

-No quiero arrastrarte hacía mis demonios- confesé.

- Mereces ser amado- En ese momento cualquier muro que había entre nosotros dos se derribó, me acerqué a su rostro y besé con ternura y lentitud sus labios, ella correspondió el beso mientras acariciaba mi rostro.

En ese momento lo supe y no lo dudé.

CERCA DEL INFINITO (CORRIGIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora