MARZO 1999

871 59 1
                                    


Perspectiva Horacio

Minutos después de una pelea mi mente reaccionaba.

Comenzaba a pensar en absolutamente todo lo que hay detrás de las cuerdas, durante el enfrentamiento dejaba que mi memoria muscular tomara el control sobre mi cuerpo.

Yo sabía que había nacido para esto, cuando era adolescente el kickboxing se había apoderado de mi vida entera: yo tenía una meta que cumplir. Yo sabía que sería campeón mundial, trabajaba más que duro para cumplir lo que tanto anhelaba... lo que yo no sabía era que mi vida daría un giro completo al conocer a Rebecca, a partir de ahí todo comenzó a desmoronarse.

Caminé hacia el espejo para observar mi rostro, tenía más de tres cortes uno en la mejilla, otro en el labio y en la ceja. Lavé mi rostro con delicadeza para evitar el dolor. Pude observar a Frank entrar por la puerta. Frank era mi entrenador de toda la vida, siempre que peleaba él estaba a mi costado. De la misma forma él se encargaba de suturar y curar todas mis heridas, era ese el motivo por el cual tenía mil y una cicatrices mal curadas.

- ¿Qué tenemos por aquí, guapura?– preguntó sonriente mientras palmoteaba mi hombro, me senté en las bancas, mientras él se colocaba guantes descartables.

-Es irónico justo en el día en el cual necesito verme lo más presentable posible,,,recibo una paliza.

-Paliza que pudiste haber evitado si hubieras estado concentrado- respondió mientras surtía alcohol al corte más profundo, el de la ceja.

-Hoy conoceré a los padres de Rosie, estoy pensando mucho yo nunca pienso tanto las cosas- Ví como Frank se detuvo abruptamente al escuchar esa frase.

-Veo que avanza con seriedad la relación con esa tal Rosie. La última vez que viviste algo similar terminó mal.

-No terminará igual.- aseguré.

-Tu vida personal mientras no afecte tu rendimiento en el cuadrilátero no es de mi interés, te daré un consejo solo una última vez: usa protección.

-Ya lo sé, Ya no soy un niño hormonal de dieciséis años.- respondí con obviedad.

-La primera vez no me escuchaste y luego te arrepentiste más que todas tus culpas juntas- recordó Frank cuando se quitó los guantes de látex de las manos y los arrojó al tacho de basura. El hombre podía ser más frío que un hielo y más directo que una bala, pero tenía razón. Ya la había cagado una vez por no escuchar sus consejos, esta vez me negaba a que ocurriera lo mismo.Caminé hacia las duchas y me di un baño rápido, me cambié con la ropa que había traído, me coloqué una chompa color gris y corrí hacia el estacionamiento, debía estar en menos de diez minutos en casa de Rosie.

Subí al auto, encendí el vehículo y manejé lentamente hacía la casa de Rosie, tenía la suerte que estaba relativamente cerca de la vieja fábrica donde se realizaban los encuentros, la carretera era solitaria y oscura, manejé durante un par de minutos hasta llegar a la zona residencial donde vivía Rosie, estacione el auto a dos casas de la suya.

Me Observé en el espejo retrovisor durante un momento y peiné con mis manos mi cabello, extraje las llaves del auto y las coloque en mi bolsillo. Troté hasta llegar a su casa, toqué el timbre mientras temblaba internamente.

Esperé durante un par de minutos hasta que me abrieron la puerta y pude observar a Rosie abrirme una amplia sonrisa hasta que su mirada se posó en mi rostro.

-¡Oh Dios mío!-dijo llevando una mano a su boca con preocupación, ciertas lágrimas no tardaron en hacerse presente.

-No es para tanto-intenté restarle importancia.

CERCA DEL INFINITO (CORRIGIENDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora