Tú alma pesó desde que llegaste. Tú llama, azul, se estaba extinguiendo.
Tus huesos estaban temblando, tu voz, tus labios, tus manos, todo.Si hubiese visto las marcas en tus muñecas desde el inicio te habría pedido que te retiraras, que no vieras atrás, que no me buscarás. Por supuesto que todos saben que esa muñeca que buscabas no vivía aquí, entonces ¿Qué hacías tú aquí? Sabías lo que buscabas, pero no lo que ibas a encontrar.
Siempre te vi escribiendo estas cosas, estas páginas, siempre me pregunte que era todo eso en lo que te concentrabas al final del día cuando creías que yo dormía, pero ¿Quién era yo para leer tu intimidad? Ahora entiendo que son tus memorias, tu carta de amor, así que te escribo yo una de vuelta. A pesar de que te acompañe cuando escribías gran parte de esto me siento mal por leer lo que ya conozco, es tu intimidad, tu santuario, tu linda letra, a veces temblorosa, a veces de tinta mojada. Corazón, todo esto es tuyo también.
Leer lo que escribiste anoche justo ahora me hace preguntarme muchas cosas ¿Cómo memorizas tan bien lo que te digo? Para empezar. Me hace sentir agradecida, porqué todo lo que has escrito sobre mí se siente genuino. Mi vida, aunque no lo notes, ha mejorado desde que llegaste, leer todo esto ha dado un calor a la casa que no puedes sentir justo ahora porqué te has ido. Uso el mismo método de distracción que tú, escribir, en cuanto termine de escribir esto la casa volverá a los grados bajo cero, tan fría que no podré encender la chimenea, pero de todas formas la encendía por ti. El agua me va volver a congelar, las cobijas van a pesar como si estuviesen congeladas, volverá a dormir frente a la chimenea, la cama ya no será lo mismo de nuevo. Me acostumbraste y me lo arrebataste. Ojala me hubieses permitido más, alejarte de mí, alejarte de la depresión de Lean.
Anoche me abrazaste, me perdonaste, dijiste que todo estaba bien. Me llevaste a la cama, dormiste conmigo y ambos dormimos en brazos cálidos. En los que nos pertenecían, los que nos hacían sentir en casa, tus brazos me daban humanidad y los míos te hacían sentir más cerca de tú pasión de vida. Todo de ti, de hecho, me daba un poco más de humanidad. Toda esta vida nueva, mi vida como Amanda, me negó siempre un poco de esto. Gracias a ti, me sentí normal. Como esa Frida que creí muerta dentro de mí. Mi Frida, mi Amanda, todo lo que soy, se enamoró de ti. Si se trata de registrar tu vida te voy a explicar todo, leerte esto de nuevo, todo. Una y otra vez. Todo lo que has escrito y que, esa mañana, después de haberte contado mi propia historia, misma que memorizaste y escribiste a tu puño y letra, esa mañana, te encontré.
Decidiste tomar el piso más frío, mi vida. Decidiste colgarte del cuello desde el ático con tu bufanda roja la cual al principio confundí con uno de mis listones para el cabello. La bufanda que te trajo aquí, la que te protegió en tu camino. El método de las muñecas no te había funcionado así que intentaste otra opción, tú también tenías otra opción en mente, así como yo. Tomaste el rincón más frío y oscuro de la casa porqué siempre pensaste que lo merecías, por eso escribías todo aquí arriba y no en el calor de la chimenea, no en el calor de mis brazos. Tu único calor era la radio que yo podía escuchar desde abajo, la misma que me trajo hasta aquí esta mañana, mi amor. Pero merecías mucho más.
Te bajé con cuidado, siempre trataste todo con delicadeza pero esta vez era mi turno hacerlo contigo. Tu cuerpo inconsciente, tus ojitos cansados, tus labios rotos, en ellos mi amor eterno. Te quité la bufanda, te limpie la cara y te baje a mi habitación, donde sigues ahora. Cálido, rodeado de mis más grandes tesoros, te daría mi corazón si pudiera, y si lo hago ¿Qué diferencia haría? Te recosté en mi cama, estabas tranquilo, tu cuello aún tenía esa cruel flexibilidad pero tu cara era la de un ángel sereno ¿Qué diferencia hace? Dios te miró preparar esto y te dejó hacerlo, eras su angelito, su muñeca, te dejo hacerlo por qué no hay diferencia. No quiero memorizar esto, corazón, y quizás no lo haga. Por eso escribo esta última noche, la que no pudiste registrar, para ti, para mí, para leerlo juntos. Cuando tu alma haya descansado la mía, vieja y polvorienta, habrá dado un respiro. Y es que las cosas cambian o mueren, mi amor.
Déjame entrar ahí como yo te he dejado hacerlo, si mi corazón nació rotó y el tuyo se ha destrozado con el tiempo podemos hacer algo con los restos.
Eres experto en eso.
![](https://img.wattpad.com/cover/249759587-288-k790636.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Love Letter to (your) Dolls.
Historia CortaCarta de Amor a (tus) Muñecas. Julian Duval, un fabricante de muñecas, intenta encontrar éxito en su limitado mercado.