Capítulo 2: El paciente cero.

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Recuerdo que cuando les acompañe a su auto Emily me sonrió de despedida, "Salúdame a..." alcancé a leer sus labios, pero no logre percibir a que nombre se refería, no era Stanley ni Carrie. Solo asentí como la cabeza y me despedí con la mano, ellos hicieron lo mismo, al igual que Claudia, y se retiraron. Tarde mucho tiempo en descifrar a quien se refería, pero esa noche me fui a dormir pensando en eso. Cuando desperté el día siguiente a la visita de Emily recordé casi de inmediato la charla sobre la visita extraña, recordé también que me sugirió que le preguntará a Stanley y como quizás sería más sencillo para él contarme sobre ello. Dentro de mi estaba emocionado, se sentía como el secretillo de un club que nadie más debía conocer, y que si lo conocías tú mismo eras parte de algo pequeño, o algo grande, pero eras parte de algo al fin y al cabo. Sin embargo me tomó varias visitas tomar el valor para preguntarle sobre eso, tenía que encontrar el momento antes de soltar la cuestión así de la nada, y el momento llegó una tarde cuando planeaba retirarme y una tormenta me interrumpió, haciéndome quedar un tiempo más. Otro recuerdo que tengo ligado a ese día, además de ser el día de la pregunta y un día con tormenta, fue que no vi a Carrie en mi visita entera.

— ¿Dónde se encuentra Carrie? —, lo recuerdo porque aquella pregunta fue para romper el hielo, ambos estábamos en el comedor, Stanley había terminado de escribir una carta la cual estaba sellando.
— Esta arriba, en el ático.
— ¿No crees que le asuste un poco esta tormenta?
— Andrey esta con ella —, siendo honesto, escuchar que Andrey estaba ahí arriba a solas con una muñeca tan solo para darle confort me pareció un poco curioso, pero así era la familia de Stanley, al fin y al cabo. Así eran las personas que simpatizaban entre sí.
— Hey ¿Te conté que hace unas semanas vendí mi primera muñeca? —, ahí fue cuando Stanley me miró con toda su atención.
— ¿De verdad? ¿A quién?
— Un matrimonio, los Douglas.
— ¿Theo y Emily?
— Así es —, toda la atención que Stanley me había dado la desvió casi de inmediato, no se sintió como si no quisiera dármela, era tan solo que estaba evitándola así sin más.
— No te acerques mucho a ellos.
— ¿Por qué no?
— Es... No sé cómo explicarlo —, la reacción de Stanley ahora era la misma de Emily, una información que quería salir, pero no lo hacía. Sentí que me estaba acercando a la verdad.
— ¿Por qué me vas a pedir que me aleje de alguien y no darme el resto de las razones?
— No lo entenderías, me vas a llamar loco.
— No podría hacerlo desde mi posición ¿Sabes? —, Stanley se quitó las gafas y me miró, eran muy pocas las veces en que lo hacía, he de admitir que me sentí un poco nervioso, por lo que esta vez fui yo quien desvió la mirada.
— ¿Qué te dijo Emily?
— Solo me dijo que... Quizás reciba una visita extraña.
— Y tiene razón, Julian, deberías cuidarte de esa gente.
— ¿De qué gente? ¿De Emily y Theo u "otra gente"?
— Solo ten cuidado en general.
— ¿Incluyéndote?
— De hecho, si. Incluyéndome —, me quede en silencio, no esperaba esa respuesta.
— Si podría ser cualquiera tarde o temprano bajaré la guardia, no me interesará o lo olvidaré ¿Que hago entonces?
— Solo debes evitar a Morgan, es un nombre peculiar, será sencillo.
— ¿Y si me cruzó con otra persona igual?
— Julian —, me interrumpió, alzando la voz, haciéndome sentir todavía más nervioso, incluso ansioso. — Lo vas a saber cuándo lo veas.
— Bueno ¡Tal vez estoy cansado de esta ambigüedad! ¡Es como si me pidieran una contraseña para entrar a este estúpido club y simplemente quieren que adivinen diciendo cada palabra del diccionario!
— Esto no es un club, Julian, y sé que tan solo quieres saber de esto para sentirte parte de algo pero va más allá de lo que puedes comprender en tu situación, créeme Julian he estado en tu lugar —, fue entonces que le miré, y él me estaba mirando de vuelta; Yo tenía rabia en los ojos, el melancolía.
— Entonces va ser así ¿Eh? —, el entrecejo de Stanley se frunció un poco más, señal de preocupación, hubo entonces un silencio enorme, podía escuchar pasos en el piso de arriba, la tormenta, los murmullos de Stanley intentando encontrar las palabras que quería, — Quizás no quiero ser parte de esto.
— ¿Sabes siquiera sobre el síndrome de Lean? —, me interrumpió de nuevo, era inusual en él interrumpirme, pero parecía que si no me lo decía en ese momento no lo diría nunca.
— Lo conozco, pero no entiendo que tiene que ver eso con unas muñecas —, Stanley se quedó en silencio de nuevo, me miró y luego miro el techo de arriba, siguiendo con la mirada el sonido de los pasos.
— Tiene mucho que ver con nuestras muñecas, Julian —, conocía la enfermedad, había sido un tema de interés para mí, eran el tipo de cosas con las que te cruzabas cuando investigabas sobre misterios o cosas extrañas. No es que fuese un experto pero sabía quizás lo básico, y eso fue suficiente para que Stanley me contará el resto. La enfermedad se llamaba así por el primer paciente registrado, Lean Bennett, alguien cuyo rostro no era conocido para la mayoría. Quizás podías cruzarte con él en tu vida y nunca darte cuenta de que era el mismo paciente de aquellos registros, registros con más años que los de mi madre, que en paz descanse.

Love Letter to (your) Dolls.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora