Chapter 3

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"Querido mío:

Sé que no has leído las cartas que te preparé con tanto amor, pero quiero que sepas que entiendo tus razones, yo estaría igual si el amor de mi vida (tú) se hubiera ido de mi lado.

Sé que estos meses han sido difíciles, me lo puedo imaginar, pero espero que no te hayas dejado morir en vida porque es lo último que quisiera para tí. Quiero que vivas, que vivas bien. Que rías, llores, te diviertas, juegues, descanses, hagas amigos y amigas, que viajes... quiero que vivas. Por mi, por ambos. Por ti.

Esta será la última carta que Tom te dará, porque sé que esta carta sí la estás leyendo (no significa que no debas leer las otras, jovencito).

No quiero que finjas que no te sientes triste, las emociones hay que vivirlas y el dolor que sientes ahora es posible gracias a que me quisiste mucho mientras estaba viva. El dolor es el precio que debemos pagar por amar. Abraza tu dolor y no olvides todo lo que vivimos juntos, porque yo nunca lo haré.

Te estoy esperando querido mío, te he guardado un asiento en el mundo de los muertos, para ver juntos el atardecer como siempre solíamos hacerlo.

Con amor,

Tu Ethel."

Leer su letra, tal como la recordaba, había sido más fácil y al mismo tiempo más difícil de lo que alguna vez pudo imaginar. Se sintió estúpido por no haber leído las otras cartas y no pudo evitar reír (allí, solo en el cementerio) al pensar que su Ethel lo conocía tanto y tan bien que supo anticipar que no leería las cartas.

Ethel lo era todo para él. Ella era la fuerte en la relación (aunque a él le costara admitirlo), siempre luchando contra lo que la sociedad pensaba que eran los adultos mayores: lastres, desperdicio, algo a lo que tenerle lástima, inútiles, tontos, cargas y todos los demás calificativos con los que ellos tuvieron que pelear tantas veces. A pesar de todos los esfuerzos de su querida Ethel, él sí se sintió como un inútil y una carga. Durante los últimos 7 meses ha sido sujeto de lástima, no fue despedido antes solo porque ahora es viudo y ha todo el mundo le da tristeza los viejos, y sobretodo los viejos solos; como él no era ni la mitad de la valiente que su amada, no se atrevió a renunciar y decidió que ser un zombie era una buena solución a los problemas de la vida.

-ay, Ethel. No sabes cuánta falta me haces...- y por primera vez, desde que la encontró muerta en su alcoba, lloró. Y no pudo pararlo. Eran ruidos horribles los que hacía, se atoraba con su saliva o con sus lágrimas y su lamento se escuchó en todo el triste, lúgubre y solitario lugar. Tenía que llorar, tenía que sentirla, que sufrirla porque solo así le hacía justicia a todo lo que alguna vez sintió por ella. Si no sufría ahora, nunca sería capaz de reír otra vez, de cantar, de bailar, de divertirse... de vivir.

-por tí- dijo levantándose del suelo, mirando hacia al horizonte con determinación.

"No sé cuánto me queda en esta tierra, tal vez años, meses o días. Pero haré que cada minuto cuente, por ti, por mi, por ambos." pensó mientras se despedía a la distancia de Tom y se subía al transporte que ahora, ya no parecía el de costumbre.

fin.

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⏰ Última actualización: Dec 02, 2020 ⏰

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