IX | jack conway, the satyr

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Jack soltó un pequeño gemidos cuando sintió, de nuevo, aquél roce en su entrepierna. No estaba seguro de lo que estaba pasando, pero tenía demasiado sueño, no quería abrir los ojos.

O al menos, así fue hasta que se distinguió un gemido más... que no era suyo.

Abrió los ojos en el momento preciso en que todos los recuerdos de la noche anterior se desbordaron en su mente como una avalancha. Se sobresaltó un poco, abriendo sus ojos de golpe y encontrándose con la cabellera rubia de Gustabo recostada en su pecho, cómodamente.

Movió las piernas un poco, notando de inmediato la razón de sus gemidos y los de Gustabo. Ambos tenían las piernas entrelazadas con las del otro, por lo que era de esperarse que sus entrepiernas quedasen juntas y frotándose constantemente entre sí.

No le tomó demasiado darse cuenta de que no podía moverse, pues los brazos de García estaban fuertemente aferrados alrededor de su cintura, dejándole inmóvil.

Cerró los ojos con fuerza, intentando plantearse una idea de lo que dirías a Gustabo y cómo este podría reaccionar ante la historia nada trágica que Jack estaba deseando contarle, pues quería que Gustabo entendiese el porqué de su actitud de siempre y la de anoche.

No iba a ser algo fácil de contar, porque probablemente el menor se reiría de él. Pero Gustabo le gustaba, y quería intentarlo con él. Por más que eso le costase el autocontrol, deseaba que con Gustabo no fuese algo únicamente sexual.

Sintió un par de cosquillas en el cuello y miró hacía abajo, encontrándose con que Gustabo parecía estar despertando, pues se movía inquieto, por lo que su cabello cosquilleaba en el cuello de Jack, quien no pudo reprimir sus impulsos y acarició los cabellos delicadamente.

Gustabo paseó sus manos por el abdomen de Jack, poniéndole nervioso.

───¿G-gus?

Gustabo le miró en ese momento y Jack temió que pudiese escuchar el inquieto y fuerte latido de su corazón, pues este se había agitado notablemente al ver la adorable cara de Gustabo recién despierto, con pequeños y hermosos ojos perezosos medio abiertos, sus labios exquisitos y rosas como siempre, y sus cabellos en todas las direcciones, dándole una apariencia más que preciosa.

───Buenos días, Jacky───. Gustabo murmuró, trepó hasta quedar sobre Jack y le besó la mejilla.───¿Cómo dormiste?

Jack le miró estupefacto, ¿Acaso había olvidado lo que sucedió en la madrugada? Era cierto que deseaba que Gustabo recordase cada minucioso detalle, como él lo hacía, pero, de cualquier modo, aún no sabía cómo lidiar con ello. Así que, no tenía ni idea de qué hacer o qué decir.

───B-bien.───Se limitó a responder, forzando una sonrisa.───¿Y tú, Gus?

Gustabo río, sacudiendo sus hombros y confundiendo al mayor.

───Hace un par de horas estabas: "Gustabo, me gusta el control", "Gustabo cállate", "Gustabo, eres muy inquieto", Gustabo, Gustabo, Gustabo...───Se burló el menor, enarcando una ceja. Jack enrojeció por completo. Gustabo apoyó sus manos en el pecho del pelinegro y en estas, su cara.───Es un poco demasiado raro que ahora te dignes a recordar los honoríficos.

El pelinegro se muerde el labio inferior. Debía admitir que se había estado armando de valor para contarle todo a Gustabo, desde hace más de una semana, pero, justo en ese momento, ni una sola palabra era capaz de salir de su boca.

FALOFILIA | intenabo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora