Querido T.
Había pensado que éramos reales, es que era tan divertido. Era divertido creer que estaba enamorada de vos y por un tiempo empecé a creer que sí.
Hasta que la veía a ella y la realidad me dio un puñetazo.
La miraba y no podía dejar de cuestionarme: ¿qué hago para que este conmigo? ¿Que hago para que me sonría? ¿Que hago para que se acerque más? ¿Que estupidez invento para hacerla reir? Pero entonces ella se iba y vos volvías, con tus besos, tus abrazos, tus palabras llenas de un amor tan puro y tus ojos queriendo descubrir mis verdaderas intenciones.
Siempre pensé que era una buena persona cuando en realidad nunca pude verte con la misma pasión con la que vos me mirabas. Por eso tantos regalos, gasté tanta plata para convencerte de mi amor por vos, tantas actuaciones conformando una obra de traición y yo siendo la autora.
Me di cuenta que me amabas de verdad y yo solo quería a la chica inalcanzable de mi infancia, al tarado con su moto roja, al que jamás me vería como opción y al egocéntrico con tres novias.Pero a vos no.
Ahí me di cuenta de que yo era tu antagonista esperando el clímax de la historia para, en el intento de ser libre de mis pecados, destruirte.
