Capítulo 1

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  Lo primero que Harry pudo notar al despertar era que ya no estaba en el Bosque Prohibido, no sentía el olor característico de allí ni la fría y dura tierra bajo su cuerpo. Más bien era todo lo contrario. Se encontraba acostado en algo suave como una cama y olía a desinfectante… como en un hospital.

   Harry abrió los ojos enseguida, cualquier precaución completamente relegada a un segundo plano, después de todo no creía que estuviera en un hospital si los mortífagos lo hubieran capturado; en ese caso estaría en una celda. O muerto.

   Pero intuía que no estaba muerto porque sino era seguro que hubiera vuelto a King’s Cross con Dumbledore. Y esto no tenía señas de ser un limbo. Todo era muy… verde. Miró la manta que lo cubría (también en color verde) donde en letras negras tenía bordado “Hospital San Mungo”.

   “Bien, estoy en el hospital”, se dijo Harry, pero la pregunta aquí era, ¿cómo había ido a parar allí, desde el Bosque Prohibido, mientras se estaba librando una batalla sangrienta en Hogwarts? O ¿qué había sido todo eso cuando despertó la primera vez, después de que se despidiera de Dumbledore, habiendo decidido volver para vencer a Voldemort? ¿Realmente Malfoy había insinuado que Severus Snape y Bellatrix Lestrange eran sus padres?

   Harry miró a todos lados intentando encontrar respuestas, una mínima señal no más fuera de lo que estaba sucediendo allí, ahora que no tenía a Dumbledore que le pudiera explicar cualquier ayuda sería bienvenida. Entonces su vista cayó en algo que lo desconcertó. Aun más de lo que ya estaba.

   Severus Snape estaba en la habitación… sentado en una silla de plástico no mucho más lejos de su cama… un libro en su regazo… vivo.

   Severus Snape estaba vivo.

   Harry no lo podía creer, y por un momento temió que, en realidad, él mismo estuviera muerto, aun sabiendo que no era posible. Entonces, si él no estaba muerto, Snape estaba vivo. Quizá en la Cabaña de los Gritos se había confundido cuando creyó dejarlo muerto en el suelo. Quizás alguien lo encontró, y terminó por curarlo. Quizás, incluso, luego Snape fue a salvarlo a él, librándolo de los Malfoy  en el Bosque Prohibido, y luego llevándolo a San Mungo para que curaran sus heridas…

   Pero, entonces, ¿la guerra realmente había terminado? ¿Habían vencido?

   Harry sonrió, era seguro que el lado de la Luz sí había vencido, porque dudaba que Voldemort permitiera que lo llevaran al hospital para curarlo si fuera de otro modo.

   Todo terminó. Habían ganado. A Harry no le importaba cómo o quién había terminado por vencer al Mago Oscuro; tal vez Neville mató a la serpiente, como le había pedido antes de ir al Bosque Prohibido, y luego fue contra Voldemort cuando no lo vio regresar. Realmente no importaba, ni siquiera que no fuera él mismo quien lo hubiera hecho, después de todo Neville era el otro posible niño vaticinado por la profecía, así que uno u otro ¿qué importaba? Lo realmente importante era que habían ganado. Ahora ya podían estar tranquilos.

   Harry volvió a sonreír mientras regresaba su mirada nuevamente a Snape, dos sentimientos distintos en su interior. Por un lado estaba feliz de que el hombre hubiera sobrevivido, tan loco como sonaba eso si sabías que hacía no mucho le había estado deseando la muerte; por otro lado, se sentía culpable de haberlo dejado tirado, dándolo por muerto, y casi condenándolo a la muerte realmente. Pero afortunadamente no había sucedido, y eso lo alegraba. Snape se merecía una segunda oportunidad para ser feliz después de todo lo que había vivido y sufrido según pudo ver en los recuerdos que le dio.

   El hombre se movió un poco en la silla de plástico donde estaba dormido, el libro quedando precariamente sobre su regazo y la cabeza ladeada sobre su hombro derecho dejando al descubierto el lado izquierdo de su cuello, donde se podía ver una cicatriz horriblemente grande producto de la mordida de la serpiente de Voldemort.

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