Capítulo 9

9 1 0
                                    




Suga's POV

Despertar y no ser el último en hacerlo fue una sorpresa para mi. Daya dormía pacíficamente en mis brazos. Tenía sentido ya que había pasado horas en la cocina con Jin y estaba exhausta. Todo lo que yo había hecho el día anterior había sido poner la mesa y elegir música. Seguía siendo 25 de diciembre y quería volver a casa con los chicos, solo esperaba no tener que volver solo. La quería allí conmigo.

Se veía tan tierna que le saqué una fotografía con mi celular. Luego, revisé mis notificaciones. Namjoon estaba preocupado al no saber dónde estaba, así que respondí sus mensajes primero.

— Hola -dijo Daya sonriéndome- pensé que estarías dormido.

— Esta vez me ganaste -dije acercándome y besando su mejilla.

— Sigue nevando -murmuró mirando hacia la ventana.

— Quería volver a casa. Juntos.

— Me temo que tu auto probablemente está estancado en la nieve -se detuvo a pensar- pero sí podemos tomar el subte. Incluso llegaríamos más rápido. La próxima vez recuerda que New York no es una ciudad para andar en auto. Es demasiado trabajo e innecesario.

— Sí pero es seguro y puedo dar vueltas mientras escucho música.

— Eso no te lo discuto... ¿puedo llevar a Oreo con nosotros? Quiero que vea a Yeontan.

— Sí, los chicos lo van a amar. Están preocupados desde que nos fuimos anoche.

— Pero estamos bien ¿o no?

— Sí -mencioné antes de besar sus labios- deberíamos cambiarnos e ir a verlos. Podríamos desayunar todos juntos.

— Creo que sería más bien un brunch, pero sí. Solo déjame hacer una cosa...

Realmente no podía dejar de reír cuando noté que le había comprado un traje de reno a Oreo y lo estaba vistiendo como tal.

— Compré uno igual para Yeontan, así que te conviene guardar un par de esas risas para después -me aseguró.

— ¿También vas a disfrazarte para ir?

— No me des ideas, me gustan los disfraces.

— ¿Qué tanto te gustan los disfraces? -pregunté levantando la ceja derecha y su respuesta fue tirar un almohadón directo a mi cara.

Me levanté de la cama para vestirme también y luego esperé por ella en el sofá del living mientras jugaba con Oreo y me sacaba fotos con él. Me hizo muy feliz ver que se había puesto el vestido blanco que le había obsequiado para navidad.

— Te queda precioso.

— Gracias, me encanta -dijo sonriendo de oreja a oreja.

— No olvides tus guantes, gorrito y saco, por favor. No quiero que pases frío.

— Creo que aún no me acostumbro al invierno. En mi ciudad nunca cae nieve.

— Con razón te hace ilusión.

Nos dirigimos al subte. Abrazaba a Oreo con un brazo, y rodeaba la cintura de Daya con el otro. No había demasiada gente y había problemas con la tarjeta del subte. Habría pasado sin pagar pero Daya me advirtió que no lo hiciera o me arrestarían. No rió como yo, por lo que supuse que lo decía enserio. Un policía nos terminó ayudando y esperamos unos diez minutos por el subte.

— No es tan rápido como en Corea -noté.

— Sería peor si fuese un día de semana. Recuerdo una vez que tuve que esperar más de una hora y media luego de un juego de baseball. Era jueves y llegué a casa luego de medianoche. Fue cuando vivía en otro departamento en New Jersey  -me explicó.

— Realmente te gusta New York -noté.

— Es lindo pero siento que soy capaz de adaptarme donde sea. Solo necesito una cama cómoda y delivery de comida italiana.

— Creo que eso se puede conseguir en cualquier ciudad.

— Exactamente.

AGUSTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora