Capitulo 4

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Era viernes, de modo que el noticiario Illéa Capital Report sería a las ocho. No es que estuviéramos obligados a verlo, pero resultaba conveniente. Incluso los Ochos -los sin techo, los vagabundos- se buscaban alguna tienda o alguna iglesia donde pudieran ver el Report. Y con la Selección cerca, era algo más que aconsejable. Todo el mundo quería saber qué sucedía al respecto.

-¿Crees que anunciarán a los ganadores esta noche? -preguntó Rosé, metiéndose una cucharada de puré de patata en la boca.

-No, cariño. Todos los candidatos tienen aún nueve días para presentar sus solicitudes. Probablemente no sepamos nada hasta dentro de dos semanas - respondió mamá, con el tono de voz más tranquilo que le había oído en años. Estaba completamente serena, satisfecha de haber conseguido algo que quería de verdad

-¡Vaya! Qué largo se me va a hacer -se quejó Rosé.

¿Se le iba a hacer largo a ella? ¡Era mi nombre el que estaba ahí dentro!

-Tu madre me ha dicho que tuvieron que hacer una cola bastante larga -intervino papá. Me sorprendió que quisiera tomar parte en la conversación. -Te habrás divertido haciendo cábalas sobre tus posibilidades...

-Ni me he molestado -respondí con sinceridad-. Eso se lo he dejado a mamá.

Ella asintió.

-Pues sí, no he podido evitar darle vueltas al asunto. Pero creo que Taehyung iba muy bien, arreglado pero natural. ¡Y además, estabas tan guapo, cariño!

-No sé -dije-. Había una chica que llevaba tanto pintalabios que parecía que estaba sangrando. A lo mejor a los príncipes les gusta eso.

Todos se rieron, y mamá y yo seguimos deleitándolos con nuestros comentarios sobre los atuendos de las chicas.

A las ocho nos amontonamos todos en el salón -papá en su sillón, Rosé junto a mamá en el sofá, con Beomgyu en el regazo, y yo tirado en el suelo- y pusimos el canal de acceso público de la tele. Era el único canal que no había que pagar, así que incluso los Ochos podían verlo si tenían un televisor

Sonaba el himno. Puede parecer tonto, pero siempre me había gustado nuestro himno nacional. Era una de las canciones que más me gustaba cantar. Apareció la imagen de la familia real. Sobre la tarima estaba el rey Jeon, a la izquierda de la pantalla estaban sentados la reina y el príncipe Jungkook, en sus habituales butacas, que más parecían tronos, vestidos elegantemente, dando imagen de realeza y de poder.

-Ahí está tu novio, TaeTae -anunció Rosé, y todos se rieron.

Miré con más atención a Jungkook. Supongo que, en cierto modo, era atractivo. Aunque desde luego no como Seojoon. Tenía el cabello castaño, los ojos marrones y un traje negro que le quedaba perfecto.

Sin embargo, estaba demasiado rígido. Parecía tenso. Casi lo lamentaba por la persona que fuera a acabar con él. Es probable que llevara la vida más aburrida imaginable.

Observé a su madre. Tenía un aspecto sereno. También estaba rígida en su silla, pero no tan tiesa. Caí en la cuenta de que, a diferencia del rey y del príncipe Jungkook, ella no se había criado en palacio.

El rey ya estaba hablando, pero yo necesitaba saberlo.

-¿Mamá? -susurré, intentando no distraer a papá.

-¿Sí?

-La reina... ¿qué era? De casta, quiero decir. -Mi madre sonrió al verme interesado.

-Una Cuatro.

Una Cuatro. Habría pasado sus años de juventud trabajando en una fábrica o en una tienda, o quizás en una granja. Me pregunté cómo habría sido su vida.

LA SELECCIÓN - α∂αρтα¢ιση - [𝘬𝘰𝘰𝘬𝘷]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora