El Dolor de la Señorita

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Fischl había estado toda la tarde encerrada en su habitación, cuando se volvió incómodo estar sentada en el piso se paró para tomar algún libro del estante, y comenzó a dar vueltas por su casa. Trato varias veces de leer alguno de los libros que tomó, pero simplemente no podía concentrar su mente en leer, su mente estaba haciendo el esfuerzo de no dejar que el exterior y el interior de Fischl no rompieran, y no tenía la suficiente concentración como para leer un libro y menos aún entenderlo o disfrutarlo.

Esa era la situación de la chica en este momento, quien ya que se encontraba incapaz de hacer cualquier cosa por más de 10 segundos, tenía que soportar el sentimiento de que su ser estaba unido en piezas como si fuera un jarrón roto.

Ella no entendía por qué no podía leer ni hacer ninguna de las cosas que amaba, pasó por todos los libros de su estantería y aunque algunos lograban distraerla por un par de párrafos ninguno de ellos hacía que su mente se despejara. Fue entonces que vió su colección ordenada de los libros de La leyenda de la Alabarda Fragmentada, no fue hace mucho que había leído el sexto tomo de la saga, y aunque recordaba a la perfección la trama, seguía siendo un placer para ella el leerlos ocasionalmente. Con la esperanza de que tal vez hubiera encontrado por fin el libro perfecto con el que olvidar todo lo que estaba sucediendo en ella, tomó el primero de todos y comenzó a leerlo, pero lamentablemente, fueron un par de páginas antes de que se encontrara incapaz de seguir leyendo cualquiera de las palabras que allí estaban escritas.

El ser incapaz de leer una de sus cosas favoritas en la vida la frustró incluso más de lo que ya lo estaba, logrando que un ataque de ira repentino la tomara por sorpresa. Estuvo a punto de lanzar el libro al suelo y soltar un grito de frustración pero antes de hacerlo logró controlarse, su labio le dolía de lo fuerte que estaba mordiéndolo, y el libro que tenía en su mano se encontraba en el aire a la expectativa de que pasaría con el.

Al final lo único que logró fue detener su ira, pero la frustración se quedó con ella, así que solamente dejó caer el libro en el suelo de la cocina que era donde se había tratado de concentrar para leer en ese momento, y subió por las escaleras hasta su habitación, donde sin nada más en su cabeza por intentar, hundió su rostro en la almohada y trató de lidiar a secas con el sentimiento que estaba en su corazón.

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Oz había estado intranquilo durante todo el día, en la tarde antes de partir a practicar sus propias habilidades en su forma humana con ayuda del viajero, sintió algo parecido a cuando su señorita toma prestados sus ojos para ver desde el cielo, pero si hubieran sido tomados sus ojos se habría dado cuenta al instante, así que tenía la duda de que era lo que había sucedido en ese momento, su importancia bajo un poco luego de que había vuelto, pues su principal preocupación se debía a una posible emboscada que podrían haber planeado mientras el estuviera fuera, ya sea a él y el viajero o en el peor de los casos a su señorita, pero dado que nada ocurrió mientras estuvo fuera, solo le quedaba revisar el estado de su señorita, quién presentía que debía estar en la casa leyendo algo como casi siempre.

Luego de despedirse del viajero y su acompañante quien le habían enseñado un par de cosas básicas que necesitaba saber sobre el manejo de una espada y sobre cómo pelear, caminó progresivamente más rápido hasta la casa, en un principio su preocupación era pequeña, era optimista y además no quería dejarse llevar por un pensamiento que podría ser hasta paranoíco, pero de todas formas no podía dejar de sentirse preocupado, era un mal presentimiento que se clavó en él y nada más que eso, pero prefería confirmar que era solamente un mal presentimiento.

Una vez entró a la casa, vió que la luz en la cocina se encontraba encedida, no era nada nuevo que ella se pusiera a leer en la cocina, incluso lo había hecho mientras cocinaba algunas veces, y era probable que hoy fuera uno de esos días, pero al caminar hasta la entrada de la cocina y mirar dentro, no había nadie, la silla que estaba ahí para poder esperar a que se cocinaran algunas cosas estaba colgando hacia atrás arrecostada al mueble con los platos y vasos, y por sobre todo, había un libro tirado en el piso al lado de la silla.

Los secretos de la Prinzessin (Fischl x Oz - Genshin Impact)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora