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( 𝒄𝒉𝒂𝒑𝒕𝒆𝒓𝒔𝒆𝒗𝒆𝒏: 𝑳𝒊𝒆𝒔 𝒂𝒏𝒅 𝑹𝒆𝒎𝒐𝒓𝒔𝒆 )
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𝐀𝐋 𝐋𝐋𝐄𝐆𝐀𝐑 𝐅𝐑𝐄𝐍𝐓𝐄 𝐀 𝐋𝐀 puerta de su hogar, Beth rebusca las llaves en el bolsillo trasero de su pantalón color negro. Finalmente, después de unos minutos de búsqueda, la encuentra e introduce la llave en la cerradura. El seguro cede de inmediato, pero ninguna se atreve a poner un pie dentro de la casa.
Fleur toma una inspiración profunda y deja ir el aire lo más lento que puede, en un intento débil y desesperado por aminorar las emociones intensas que amenazan con destrozarla pedazo a pedazo. Entonces, gira la perilla y las bisagras chirrían débilmente mientras empuja la puerta.
El aroma es lo primero que percibe.
El olor más predominante es el de la humedad, el del perfume de su madre viene después y, solo al final percibe el de los cigarrillos que está impregnado en todos lados.
Su madre fumaba a diario.
No se atreve a romper con el silencio que domina la estancia, así que, se hace a un lado dejando pasar a Beth, para segundos después cerrar la puerta detrás de ella y avanzar hasta la sala.
Hay una o tal vez dos latas de cerveza que olvidaron tirar al cesto, pero su andar se detiene en seco, cuando observa la pequeña taza de té sobre la mesa de centro, manchada del labial de su madre.
Trata de ignorar los recuerdos que vienen a su mente y avanza en silencio hasta llegar a la cocina.
Pega un brinco en su lugar, cuando el teléfono comienza a sonar.
—¿Hola?— contestó, sorbiendo su nariz.
—¿Beth Harmon?—la voz masculina al otro lado de la línea telefónica la hace soltar un suspiro.
