CHAPITRE QUATRE

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Emma Blossom

Fútbol americano. El peor deporte que se creo, al menos según mi punto de vista. Emily me arrastra hacia las gradas del campo, ansiosa por ver a Chase, su patético mejor amigo.

La presencia de ese chico hiperactivo de ojos azules me resulta desagradable, y más porque parece que se toma 20 anfetaminas cada mañana.

— Vamos, Emma, copera.— pide Emily, sentándose en las gradas.

Ruedo los ojos y me siento de mala gana, cruzando mis brazos y levantando uno para tomar mi collar.

Un momento.

Mi mano toca mi cuello desesperadamente y no está.

Oh, oh, perdiste la reliquia Blossom... alguien estará en graves problemas.

Observo el suelo, moviendo mis pies y haciendo que Emily levante los suyos, pero no está.

— ¿Que pasa, Emma?— pregunta Emily llevándose a la boca un pedazo de algodón de azúcar.

— Perdí mi collar, búscalo ahora.— ordeno, bajando las gradas fingiendo estar despreocupada. Antes de dar un paso más, me choco con un torso duro.

Alzo la mirada y antes de poder insultarlo por cruzarse en mi camino, veo mi dije colgando de su mano.

— ¡Ten más cuidad... ah, mi dije.— intento tomarlo, pero el niega con la cabeza, y entonces lo reconozco.— ¿Qué? Dámelo.

Cárter Kingdom.

Hace calor, ¿No?

— ¿Es tuyo?— pregunta, y asiento.— ¿Cómo se que no mientes? Robar es malo— dice fingiendo tristeza, con una voz fría e intimidante.

Hay un acento en su voz que me indica que es extranjero, quizás de Alemania.

Por supuesto que sabes que es de Alemania. No te hagas la tonta.

— Es mío.— le muestro la parte trasera del dije con las letras escritas E.M— Dámelo.

El alza las cejas, niega nuevamente y lo guarda en su bolsillo.

Cárter se veía tan diferente a sus dos hermanos. El primero se mostraba dulce y organizado, mientras que el segundo lucía frío e inalcanzable. En cambio, el transmitía un aura completamente única.

Sus ojos azules parecían profundos y como si intimidaran a todo el que los mirara. — Ahora es mío.— dicta antes de alejarse, desafiante.

¿Que dice este idiota?

Es un bastante... Caliente.

Que sea atractivo no le quita lo idiota.

— ¡¿Que?! No, no puedes. Es mío, eso se llama robar. Puedo llamar a la policía y decir que un extraño me intentó matar fallando en el intento.— advierto, exagerando la situación.

Si pierdo ese collar estoy muerta.

Ja, como si tú pudieras siquiera acercarte a la policía.

Imparable (borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora