•🌱 Capítulo 1.
Sentía el peso de la espada en mis manos, y sin temor la blandí como si luchara con un ser imaginario. Justo cuando iba a cortar a mi oponente invisible de un tajo, mi madre puso el dedo sobre la punta de la espada deteniéndola.
—Es peligroso que juegues con tu arma antes del combate de esta manera tan vulgar.
Me recrimino mi madre con una mirada molesta y un tono mordaz.
Antes de que pudiera responder mi padre entró a la pequeña habitación.
—Aeris, deja de jugar. En pocos minutos entrarás a la arena. Ya lo sabes, "golpea, destroza y vence".
Gritamos mi padre y yo al unísono para después echarnos a reír. Camino hacia mi y me dio un beso en la frente.—Nada de temblar, serás la futura reina y no puedes dejarnos en ridículo, la espada que llevas en tus manos perteneció a los mejores y más valientes guerreros de la familia. Fue forjada con el fuego de un dragón, la sangre y corazón de la bestia está en ella.
—Zamiel sabes que nuestra hija es muy capas, ella lo logrará.
—Lo se, se que ella es capas de destrozar a cada guerrero que se le cruce en su camino, sin embargo, su majestad a olvidado que nuestra hermosa y encantadora hija no se enfrentará a guerreros, si no a una bestia que la espera en la arena.
Vi la preocupación en los ojos de mi madre aunque fue tan solo por un instante, como monarcas y regentes del pueblo, mis padres sabían que el estatus tenía que permanecer, al igual que yo.
—Yo, Aeris Mondragón 1ra , hija su alteza real la reina Zamiel del reino del león y su majestad el Rey William supremo soberano de reino mayor acepto y juro salir airosa de esta y mis futuras batallas llevando así el honor y victoria a la dinastía Mondragón. Que así sea.
Aún me quede hincada, haciendo reverencia a los reyes más poderosos del reino del león. Mis padres colocaron sus manos sobre mis hombros.
—Su alteza es momento de entrar a la arena de combate.
Trate de aparentar que todo estaba bien.
Camine hacia el pasillo, deteniéndome en las grandes puertas, podía escuchar claramente el bullicio de todos aquellos que estaba esperando mi salida.
Desde la antigüedad, era una costumbre muy marcada el realizar el ritual de armonización. Aunque el nombre era algo tranquilo, la actividad a desempeñar era completamente distinta.
Todo se basaba en salir a la arena y combatir contra una bestia; para aquellos que querían ser soldados y servir al reino luchaban contra leones, o algún animal feroz y grande. La pelea se detenía cuando el animal o el soldado eran noqueados ya que no se pretendía el asesinar a ninguno de los dos, bueno esto fue establecido hasta hace unos cien años, cuando mi bisabuelo fue rey, y gracias a mi padre esto se mantuvo intacto. Ellos estaban en contra de matar aquellos animales ya que también eran parte de nuestras tropas de guerra. Muchos de los animales, se amigaban con soldados que los cuidaban y mantenían en forma para luchar por el reino en cuanto se necesitaba.
Pero para nosotros, es diferente, al correr sangre real por nuestras venas y al estar más cerca del trono, a nosotros se nos otorga una criatura mítica, aquella que solo se ha visto por unos cuantos y que se creen extintas.
Mi abuelo luchó contra una Quimera, mi padre contra una Hidra y yo contra un hermoso Grifo, el cual aún protejo y es mi fiel acompañante en las batallas.
Las palabras de mi padre resonaban en mi mente, mi esperanza era pelear contra algo que no me matara pero tampoco me hiciera ver débil.
Acomode la correa de la espada, poco a poco las puertas se abrieron y salí a la arena con paso decidido.
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Corona de Saúco
FantasyEl peso de la corona sobre tu cabeza es tan real como la sangre en tus venas, tu pueblo es quien te guiará y a quien tienes que servir, nunca bajes la mirada ante el enemigo, por que solo hasta ese día habrás perdido. Esas fueron las palabras más...