Capitulo 5

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Harlow

Encontrar el club fue fácil. Rosemary Beach era una pequeña ciudad costera; ni siquiera podría llamarse una ciudad. Era donde vivía la elite y veraneaban. Después de conducir a través de ella y ver las casas por todo el frente del Golfo, entendí por qué Nan quería vivir aquí.

Llegando a la puerta principal del club, recordé mi pase de miembro que papá me había dado para darle al portero. Abrió las grandes puertas de hierro para que entrara y seguí las indicaciones hacia el aparcacoches. No quería averiguar dónde estaba el estacionamiento, y le podría pedir ayuda al valet para llegar a las canchas de tenis.

Un chico en con una polo y pantalón blanco se acercó a mi coche cuando aparqué para el valet. Metí la mano en el asiento de atrás y tomé la raqueta antes de que me abriera la puerta.

—Buenos días, señorita —dijo con una sonrisa amistosa. Su largo cabello rubio cayó sobre un ojo y lo metió de nuevo detrás de la oreja. Me imagine que era un surfista. Parecía uno.

—Buenos días —le contesté, sacando mi bolsa por encima del hombro—. Soy nueva aquí. ¿Me puedes decir dónde puedo encontrar las canchas de tenis?
Asintió.

—Vaya a la entrada principal de aquí. Tome la primera a la izquierda y entre por la puerta doble que da a la terraza trasera. Baje las escaleras y luego gire a la derecha. Verá las canchas al frente.

Eso sonaba bastante fácil. —Gracias — le respondí, entregándole al chico mis llaves.
—¿Puedo ver su tarjeta, señorita? Tengo que registrar su coche en el sistema.

Fui al interior del coche, tomé la tarjeta de mi tablero y se la entregué. La leyó rápidamente y la paso a través de un lector de tarjetas antes de entregármela de nuevo.

—Háganos saber cuándo esté lista para ello, Señorita Manning —contestó.

—Gracias. —Pensé en decirle que me podía llamar Harlow, pero no tenía sentido. Probablemente se metería en problemas con la administración si alguna vez era atrapado llamándome por mi nombre de pila.

Me dirigí al interior. El hecho de que sabía que no iba a tropezarme con Nan fue el mayor alivio que tuve durante toda la mañana. Un hombre vestido como el chico de afuera me abrió la puerta, y seguí las instrucciones del valet hacia las canchas de tenis.

Pasé un restaurante en mi camino y decidí que iba a volver para el almuerzo. Se veía bien y la comida olía increíble desde aquí. Una chica en pantalones cortos y polo blanco se detuvo frente a mí. Una lenta sonrisa tocó su cara. Su cabello castaño estaba recogido en una coleta alta, y era obvio que era una empleada porque el atuendo era el mismo que el de los chicos que me habían ayudado, pero más ajustado. Me resultaba familiar.

—¿Harlow? —preguntó.
La reconocí. La había conocido en la boda de Rush y Blaire.

—Sí —le respondí, frustrada porque no podía recordar su nombre. Grant se había metido en mi cabeza este día y no podía recordar mucho más que mi conversación con él.

—Soy Bethy. La amiga de Blaire. Nos conocimos en la boda —dijo.
Sentí mi cara se calentarse. Odiaba no recordar a las personas. Era parte de mi cosa socialmente inepta.

—Lo recuerdo —contesté con una sonrisa—. Es bueno verte de nuevo.

—Tenía la esperanza de que eso fuera lo correcto a decir y que no sonara como una idiota, porque me sentí como una.
La expresión de Bethy era amable, pero había tristeza en sus ojos.

— Entiendo. Conociste a mucha gente ese día. No sabía que estabas en la ciudad.
Me gustaba esta chica. Ella me hacía sentir cómoda. Eso era raro.

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