Cañitulo 7

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Harlow

Adam actuaba como si nada hubiera pasado. Incluso después de que yo empezara a perder cada bola que enviaba en mi dirección.

No podía concentrarme. Las palabras de Grant se reproducían una y otra vez en mi cabeza. Estaba tan determinado en hacerme creer que me había llamado. Aún no había pensado en el hecho de que su comentario acerca de dormir con Nan era como clavar una daga a través de mi pecho. Solo dejé de tratar. Adam dejó de golpear y nos quedamos de pie ahí, mirándonos el uno al otro.

—Lo lamento. No creo que sea capaz de terminar hoy —le dije.

Él no necesitaba mayor explicación, sabía que nos había escuchado. No estábamos susurrando exactamente.

—Estoy libre por otra hora y veinte minutos. ¿Quieres tomar una taza de café? —preguntó, sorprendiéndome.

No estaba segura de si eso era lo que quería. En realidad, no tenía un montón de amigos. Mis libros eran mis amigos.

—No te preguntaré sobre lo que pasó si no quieres que lo haga. Solo pensé que café sonaba bien, y me gustaría algo de compañía —dijo cuándo no respondí.
Necesitaba hacer esto. Era momento de conseguir una vida. Papá me había enviado aquí y me hizo imposible esconderme en mi habitación. Quedarme en casa significaba estar cerca de Nan.

—Eso me gustaría —respondí.

Adam se veía aliviado cuando me sonrió. —Bien. Pensé que tendría que rogar.

No estaba segura de qué quería decir eso o si solo bromeaba conmigo. Esperé mientras usaba su toalla para secarse una pequeña cantidad de sudor por el ejercicio y tomaba un largo trago de agua.

Cuando se giró hacia mí, decidí que me gustaba Adam. Era atractivo y era genial. Y no había dormido con Nan... o al menos eso pensaba.
—Antes de ir por café juntos, ¿tienes algún tipo de relación con Nan? — pregunté.

Sabía que esto era ridículo, pero me estaba protegiendo. Si la había tenido, entonces era mejor que no pasara nada de tiempo con él en esta cancha.

Adam se rió. Supongo que sonaba como una niña preguntando algo como eso. Pero no me importaba.

—No. Nan es la clase de chica de la que mantengo mi distancia. Además, está por ahí con August Schweep. Él es el nuevo instructor de golf del club.
Increíble. Grant estaba durmiendo con ella mientras ella dormía con el instructor de golf. Ew. Solo ew.

—Él no es la única persona con la que anda por ahí.

Las cejas de Adam se levantaron.

—Como dije. No es mi tipo.
Sí, podíamos ser amigos.

—Bien. No es que el café signifique algo. Solo prefiero no desperdiciar mi tiempo con personas que tengan alguna relación con Nan.

—¿Tanto la odias? —preguntó.
Sacudí la cabeza. —No. Es solo una enorme bandera roja de que la persona carece de algo.

—¿En serio? ¿Y qué sería eso?

—Integridad —respondí antes de cerrar la boca. No debería haber dicho eso. Sin embargo, Adam, estalló en carcajadas de nuevo.
***

Caminamos hacia una pequeña área de café dentro del largo pórtico cubierto. Mis ojos encontraron de inmediato a Rush de pie ante lo que parecía la entrada de un largo comedor o un restaurante.
Miró entre Adam y yo y elevó sus  cejas levemente, luego asintió a modo de saludo antes de volver su atención a un tipo que reconocí de la boda.

—¿Está bien si tomamos café aquí? El comedor está lleno a esta hora del día. ¿O más bien quisieras entrar y conseguir algo de comer?

Era la hora del almuerzo, pero la idea de caminar allí dentro mientras se encontraba lleno de gente no sonaba atractiva.

—¿Podemos conseguir un sándwich aquí? —pregunté.

—Claro que sí. —Sacó una silla para mí—. Toma asiento y yo traeré el menú. Normalmente no lo traen hasta aquí.

Empecé a decirle que no se preocupara, que con el café estaba bien, pero él ya se dirigía hacia la puerta. No miré para saber si Rush le decía algo. Mantuve mi atención enfocada en la ventana con vista a las canchas de tenis.

Dejarme pensar demasiado profundamente sobre esto me ponía nerviosa. No había razón para estar nerviosa. Adam era un buen chico. Jugaba tenis. Ya teníamos algo en común.

—Me gusta Adam. —La voz de Rush me sorprendió, y me di la vuelta para ver que se acercaba a mi mesa.

—A mí también —respondí, preguntándome si sabía mucho de Grant y yo o nada en absoluto.

—¿Nan te está tratando bien?
Estaría preocupado por eso. Rush sabía más que nadie cuán malas eran las cosas entre nosotras.

—Todavía no la he visto. La estoy evitando.

Rush sonrió. —No es mala idea.
—¿Cómo están Blaire y Nate? —pregunté.

Un brillo tocó su cara y su pequeña sonrisa se transformó en una enorme. De la clase genuina que sabías que era profunda.
—Están perfectos.

Nunca fue un hombre de muchas palabras. —Me gustaría ir a verlos.

—A Blaire le gustaría eso. Tan pronto como le diga que estás aquí, va a estar cazándote.
Eso me hizo sonreír. Realmente me gustaba Blaire. Ella era la clase de persona por la cual no podías evitar sentirte atraída.

—Bien. Estoy deseando que me encuentre.

Rush levantó la mirada y luego regresó a mí. —Te dejaré disfrutar de tu almuerzo. No dejes que Nan tome el control. Endurece tu espalda.

No dijo nada más, solo se alejó. Me giré para ver a Adam caminando de regreso al salón. Él y Rush se saludaron de paso.

Adam dejó el menú frente a mí
antes de sentarse al otro lado de la mesa y mirar de regreso a la puerta.

Cuando se volvió hacia mí de nuevo se veía como si estuviera pensando acerca de algo. Decidí esperar y dejarlo reunir el valor para preguntarme. Abriendo mi menú, estudié la selección de ensaladas y sándwiches.

—Así que eres amiga de Rush pero no de Grant. ¿No son cercanos o hermanos o algo?
Ah. Finalmente iba a preguntar sobre la escena que Grant y yo habíamos causado temprano. No estaba lista para darle los detalles. Nos acabábamos de conocer, y lo que pasó con Grant era demasiado personal.

—Rush es un amigo. Lo ha sido desde que éramos niños. Grant es alguien que conocí hace un par de meses y en el que cometí el error de confiar. Eso es todo.
Adam asintió y volvió su atención al menú. Iba a estar satisfecho con esa explicación. Bien. No iba a decirle nada más.

   
   

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