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-»todos los caminos llevan a Roma«-

La rubia le sonrío mientras él tomaba su pedido. Su vaso tenía escrito con un fibrón negro "Lee Jeno" y por debajo estaba, lo que suponía que era, el número de la chica. Jeno sonrío amablemente y salió de la cafetería.

Tal vez era solo un tonto, pero él quería encontrar a su pareja destinada, no quería a nadie más. Había crecido toda su vida viendo el amor que se tenían sus padres y él quería lo mismo. Muchas veces pensó que era una idea estúpida que no tenía sentido y había intentado enamorarse de otros, pero su lobo le insistía que no, que ellos ya tenían a alguien. Por lo que decidió seguir buscando y buscando, y no perder el tiempo en personas que sabía que no eran para él.

Pero las estadísticas no ayudaban para nada. Según la revista más famosa solo el 0,000000024816% encontraba su pareja destinada, pero él no quería perder su esperanza.

Caminaba por las calles de la ciudad cuando decidió comenzaron a tomar su bebida. Leche con solo un poco de chocolate amargo, pero endulzada con mucha vainilla. Amaba tanto la infusión que la tomaba, por lo menos, una vez por día. El chocolate era solo para agregarle un poco de sabor amargo, porque desde pequeño tenía una obsesión con las cosas dulces, y no estaba seguro si era porque uno de sus papás era muy bueno haciendo postres.

Así es, Lee Jeno era hijo de nada más y nada menos que Kim Doyoung, el repostero más famoso de la ciudad, y Lee Jaehyun, un contador de renombre. Juntos tenían el -en un principio- pequeño emprendimiento llamado "K!mCake" que había crecido tanto que tenían más de cinco sucursales en la provincia.

Y no solo eso, sus padres también eran famosos porque eran una pareja destinada. Sí, eran la segunda pareja destinada que había aparecido en la provincia. La pareja salió en millones de noticieros y todos en Busan los conocían. Se podía ver a kilómetros de distancia lo mucho que se amaban y el estaba orgullosísimo de hacerle saber a todo el mundo que él era su hijo.

El pelinegro estaba tan sumido en sus pensamientos que no se dio cuenta por donde iba y terminó chocando con otra persona que corría hacia el lado contrario al que iba él. Ninguno de los dos cayó, pero su bebida quedó desparramada por todas sus ropas y el suelo.

Simplemente genial.

Se disculpó con la otra persona y miró el reloj en su muñeca, le quedaban solo quince minutos para que su clase de Macroeconomía comenzara. Entre que regresara a su casa, se cambiara... No, iba a tardar mucho. Decidió seguir con su camino mientras secaba su campera de cachemira con un pañuelo que tenía en su mochila.

Cuando llegó a la universidad a solo tres minutos de llegar tarde, comenzó a correr por los pasillos para llegar antes que el profesor Choi. Cuando abrió la puerta y vio que nadie había llegado todavía, suspiró. Se acomodó en un lugar lo suficientemente adelante para ver, pero no tanto para que el profesor no le haga muchas preguntas porque al docente le encantaba que participaran en su clase.

Antes de sacar el cuadernillo de la materia, desbloqueó su celular para verificar la hora pero lo que le llamó la atención fue una notificación en específico.

Queridos alumnos; hoy no se dictará la clase de macroeconomía por cuestiones de salud del profesor. Difundan el mensaje con sus compañeros.

-Alumnado.

El pelinegro cerró los ojos queriendo morir.

¿Es en serio?, pensó.

Inhaló exageradamente y se llenó de paciencia. Bueno, tal vez era una oportunidad para ir a cambiarse, pero la verdad estaba bastante alejado de su casa. Nuevamente desbloqueó el aparato y en la aplicación del mapa buscó "tienda de ropa". Esperó hasta que le salió el primer resultado; "Ropa Cool". Le pareció un poco ridículo el nombre pero mientras le vendieran una simple camiseta para cambiarse estaba bien.

Salió de la universidad caminando tranquilamente y siguió las indicaciones que decía el celular. Nunca había caminado por esa zona y se veía un poco turbia pero no iba a salir de ahí, ya estaba a un poco más de mitad de camino y lo pegajoso de la vainilla le comenzaba a resultar incómodo. 

Estaba leyendo el mensaje de su amigo Renjun en el que le decía que tampoco leyó el mensaje así que estaba llegando al edificio donde estudiaban. Estaba por mandar un mensaje diciéndole "Que puntual!" pero una voz lo interrumpió.

—Hola amigo, ¿Tienes hora?

Y bueno, el resto es historia.

Estaba perdido en una zona por la que nunca había caminado, sin celular, desabrigado, sin mochila y sin zapatillas.

Su día iba de mal a peor. 

Jeno no era una persona con mala suerte, al contrario. Siempre le tocaba exponer cuando quería, en la secundaria habitualmente le tocaba en el mejor equipo de educación física y tenía el talento de que cada vez que jugaba al piedra-papel-tijeras, ganaba.

Pero al parecer todos los planetas se alinearon para que hoy su suerte se tome una merecidísimas vacaciones.

Así que ese era Lee Jeno caminando por la ciudad sin doblar porque según su tía, todos los caminos llevaban a Roma, o algo así.

Sus ojos se iluminaron cuando observó un edificio que citaba "Universidad Nacional de Busan". Ahí trabajaba su tía, solo rogaba a todos los santos que esté en su turno de trabajo.

Lo avergonzó un poco entrar en medias pero no tenía otra opción. Cuando vio una puerta con un cartel que decía "Preceptoría" golpeó y esperó a que lo atendieran. Cuando abrieron la puerta de madera, lo miraron raro así que decidió comenzar la conversación.

—Buenos días, yo soy el sobrino de la profesora Kim Jihyo... —señaló sus pies y continuó; —Como verá estoy en una situación especial y quería saber si podía hablar con ella.

El chico lo miró con pena y asintió.

Antes de desaparecer por el pasillo le dijo que podía esperarla en el patio trasero del edificio para que no lo miraran raro cuando salgan de las clases los alumnos.

Caminó por donde le señaló hasta llegar al lugar y allí decidió esperar, tan solo unos minutos después apareció su tía llena de preocupación.

—Lee Jeno ¿Qué te sucedió? 

Con una mirada apenada comenzó a relatar la historia; —Cuando iba camino a la universidad choqué con alguien y me tiré la bebida en cima, así que como me cancelaron la clase de macroeconomía decidí ir a comprar una camiseta pero fui a una zona poco conocida y me rob...—

Su tía lo miró con confusión cuando se quedó a mitad de la oración, pero él solo le podía prestar atención a ese fuerte olor a leche hirviendo y vainilla que había aparecido de la nada. Algo ido y sin percatarse comenzó a dirigirse a ese aroma.

Su lobo comenzó a aullar fuerte y el corazón parecía que se iba a salir volando de su pecho. Su piel se erizó porque ya lo presentía. Sin verlo ya podía adivinar de quién se trataba. Aunque definitivamente la mejor sensación fue cuando vio los otros ojos marrones llenos de brillos. En ese momento, todo al rededor desapareció y Jeno solo pudo confirmar su intuición.

-»todos los caminos llevan a Roma«-

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-joo

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