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PASADO UN AÑO Y MEDIO DE LA IDA DE LOS REYES DE ANTAÑO, todo parecía volver a mucho antes de la guerra, a excepción de las criaturas mágicas que paseaban por las calles de Beruna y conversaban animadamente con los telmarinos. En el palacio real, a parte de aquel detalle, también seguía igual.
Una joven de larga cabellera castaña oscura corría por los pasillos ━cabe recalcar que descalza━ de su hogar, huía de algo o alguien.
Agradecía internamente haberse descalzado, así no escucharían sus pasos y podría deslizarse para ir más rápido. Claro que estuvo a punto de caerse varias veces.
━━━ ¡Señorita, se va a resfriar! ━━━la regañó Martha, quien estaba acompañada de Augus, una enana que la ayudaba a todas las tareas.
La castaña se giró y suplicó con la mirada que se mantuviera en silencio o la descubrirían.
Por fin llegó a donde sabía que nadie la encontraría. Abrió las puertas jadeante, sorprendiendo a las dos figuras dentro de la sala y cerró de nuevo las puertas.
Se apoyó en estas durante unos segundos para recuperar la regularidad en su respiración.
━━━ ¿Qué...?
━━━No me habéis visto y no estoy aquí ━━━negó la chica interrumpiendo a su rey.
El castaño suspiró volviendo a sus planos. Mientras, la chica visualizó unas cortinas enormes y rojas, a juego con su vestido, perfecto para su escondite y se tapó con ellas.
Al minuto, alguien llamó a la puerta.
━━━Adelante ━━━invitó Caspian, acababan de terminar.
El general recogió los planos y abandonó la sala dedicándole una mirada burlona a la joven.
Por las puertas apareció un chico joven, en sus veinte, como el rey y sujetaba un tacón de mujer.
