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Mary fue la primera en regresar a su hogar.

Al ser recibida por sus sirvientes, notó como una pequeña dama con un vestido purpura se acercaba rápidamente, detrás de ella venía el jardinero de la mansión, el amable señor Leo Beck.

Este ultimo se disculpó -Lo siento mi señora, esta jovencita estaba abrumada cuando la vio salir, así que la mantuve conmigo por un rato para distraerla.-

Mary negó mientras acariciaba con lentitud la cabeza de la muñeca -No hay problema, si va a empezar a vivir aquí, es mejor que se acostumbre a las otras presencias de su nuevo hogar.-

-Si usted dice que está bien, entonces no hay de que preocuparse- Beck se aclaró la garganta -Debo decir que ella es muy amable y servicial, me recordó a mi pequeña Lisa.- Sonrió melancólicamente.

Esto no pasó desapercibido por la mujer de rojo, pero no pudo hacer nada más que observar con tristeza al hombre.

Entonces sintió como la muñeca tiraba ligeramente de una de las mangas de su vestido, en cuanto Mary bajó la mirada, está extendió sus brazos, dejando ver una pequeña caja con un moño.

-¿Un regalo para mi?-

Recibió un asentimiento.

-Que amable de tu parte, Vera.-

La albina tomó el regalo y lo abrió, dentro había una botellita de perfume.

Leo habló -Ah, si. La jovencita quiso buscar ingredientes para hacer aquello que tiene en sus manos, parece que tiene bastante experiencia en crear fragancias.-

Mary observó a Vera una vez más, quien le regresó la mirada expectante, a lo que la mujer roció un poco del perfume en si misma, disfrutando de un olor fresco y relajante.

-Ah, que olor tan maravilloso, no sabía que tenías ese talento.-

La mas pequeña sonrió.

-Si tu eres capaz de hacer algo como esto, me pregunto si los otros muñecos serán similares.-

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-Señor Desaulnier, bienvenido.-

Joseph, quien recién volvió de la reunión, se deshizo de su abrigo y observó a su alrededor.

-¿Dónde está el?-

-En sus aposentos, mi señor, no ha querido abandonar la habitación desde su salida.- Respondió la sirvienta mientras tomaba el abrigo.

-Ya veo.- Dicho esto, el conde se dirigió a su habitación.

Al abrir la puerta, se encontró con Aesop Carl frente al escritorio, quien parecía estar haciendo una figura de papel similar a una flor. Este volteó inmediatamente al escuchar el sonido de la puerta, al ver que se trataba del albino, se levantó de la silla y se dirigió donde el, haciendo una pequeña reverencia.

-Hola, Aesop ¿Te divertiste mientras no estaba?-

El mencionado se quedó quieto por unos segundos, hasta que negó con la cabeza.

-¿Hm, enserio? ¿Por qué no?-

Observó como el muñeco bajó la mirada. Se quedó esperando un poco por alguna otra reacción, y al no obtener nada decidió dejar de presionar a su pequeño amigo -Bien, no importa, supondré que no es fácil para ustedes estar lejos de sus dueños, aunque eso puede ser un problema cuando se trate de socializar.-

Muñecas Nightingale (Identity V)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora