En los pasillos de un gran mercado Sammy busca apurado un paquete de galletas llamadas Redy, aquellas galletas que a él y a su hermana tanto les gustan. Las encuentra, toma dos paquetes y se dirige a su hermana, quien lo esperaba en la caja impacientemente.
—Apresurate Sam, hay más gente en la fila esperando —lo apura Anna, una joven de no más de 150 centímetros de altura y pelo negro.
—No es mi culpa el que te hayas olvidado las galletas —le reprocha Sammy desde la lejanía mientras se apura para dejar de oír sus quejas.
Cuando ya faltaban pocos metros para llegar donde su hermana, Sammy distingue una figura pequeña pero aterradora acercándose de forma errática a Anna, sin que ésta se diera cuenta, era un exile. A pesar de su corta edad, Sam sabía lo peligroso de la situación, pero estaba paralizado del miedo y no pudo moverse para socorrer a su hermana, entonces sólo la miró con horror y, cuando el exile saltó en dirección a su hermana, el joven ahogó un grito.
*****
La campana del final de clases despertó a Sammy y antes de que pueda pararse a pensar en lo que había soñado, Melissa se le acercó, lo regañó por haberse dormido en clase y ambos empezaron a caminar hacia la salida.
—¿Qué te pasa, Sam? Jamás te habías dormido así y menos en clase de literatura —lo interrogó enojada Melissa—. Igual, no te preocupes, luego te paso lo que te perdiste.
—Lo siento Mel, no dormí bien anoche, mi padre me di.. —Sammy dudó de si debería contar lo que su padre le había dicho. Aunque sea Mel, él no quería meterla en problemas— Nada, luego te cuento, jaja.
—Bueno, más te vale. ¿Quieres una galleta? —le ofreció Melissa extendiéndole el brazo con una bolsa de galletas Redy.
—Sabes que odio esas galletas, idiota.
—Bien, tú te lo pierdes —Y siguió comiendo como si nada.
—Mel, ¿crees que puedas ir hoy a casa? Hay cosas de las que quiero hablar contigo.
—Pues, ahora no puedo, ya que Sandra está esperando con el almuerzo listo. Pero puedo ir a merendar o cenar si gustas.
—Para la cena estará mi madre asi que te espero para merendar.
—Bueno, Sam, será hasta entonces, good bye! —Y llegaron a la salida, dónde ambos tomaron caminos distintos.
Ya en su casa, Sammy resolvió que no tenía apetito, así que se duchó, se recostó y, antes de dormirse, empezó a pensar y cuestionar sobre toda la información que había recibido.
—No es posible que lo que dijo sea cierto, ¿verdad? Luego de siglos de guerras, corrupción y caos en todo el mundo, el Hearfect no puede ser así, no puede.. —Y se durmió.
Horas después, lo despierta una insistente serie de golpes sobre la puerta principal, se fija la hora en su celular y eran las cuatro y veinte, hora a la que estimaba que llegaría Melissa a su casa. Se levantó, se lavó la cara y recibió a la joven. Sammy preparó café para ambos y se sentaron a conversar.
—Dime, Sam, ¿pasa algo? —diría levemente preocupada Melissa, antes de tomar un sorbo de café.
—Claro, ¿por qué no lo estaría? —respondió sin demoras Sammy, intentando ocultar su nerviosismo, mientras sostenía su taza de café, sin ni siquiera mirarla.
—No lo sé, pareces menos ruidoso que de costumbre —bromeó la joven, a la vez que volvía a tomar de su café.
—Sólo estaba pensando.
—¿Pensando en cómo te estás quemando la mano o en el baño que te tienes que dar?
—¿Qué? —Sam se da cuenta de que tuvo su mano en su café todo el tiempo y la aparto rápidamente, quejándose del dolor y viendo cómo ahora su mano estaba roja—. ¡Diablos!

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Hearfect
RandomLa historia transcurre en un país cubierto por una muralla, la cuál, resguarda una sociedad utópica llamada Hearfect y separa a esta del desastroso mundo exterior llamado Trashlands. Sammy, el protagonista, buscará desenmascarar a este supuesto sist...