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—Aún me parece extraño que el doctor no le haya dicho lo que tenía —comentó Yugyeom, tomando un bocado de su comida—

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—Aún me parece extraño que el doctor no le haya dicho lo que tenía —comentó Yugyeom, tomando un bocado de su comida—. Es decir, ¿Por qué ocultarlo?

Bambam simplemente se encogió de hombros, y siguió moviendo sus alimentos con sus palillos, sin una pizca de hambre. Había probado el platillo, y se sentía complacido de que supiera tal y como recordaba, pero su estómago aún se revolvía de solo recordar lo que había sucedido momentos atrás.

¿Cómo es eso de que tenía una escencia? Una que solo hasta hoy había percibido, y que al parecer Yugyeom la había sentido desde el primer momento en que lo conoció. Le parecía una total locura, y es que él era un Beta, y tenía veintiséis años siéndolo, con las probabilidades de cambiar siendo nulas.

Mango, mango, mango, ¡A todos les gusta el mango!

Frunció el ceño con molestia, escuchando esa voz fastidiosa que no dejaba de burlarse de él. La escuchaba reírse, y mofarse de su mal estado con gracia, divertida de la inestabilidad que tenía Bambam en aquel momento.

—¿Hyung, se encuentra bien? ¿Le duele algo?

Yugyeom lo miraba con genuina preocupación, y Bambam se sintió harto por eso. ¿Desde cuándo debía darle explicaciones a los demás? Él era la persona más independiente, y en ese momento de irritabilidad se estaba dando cuenta de que se había confiado demasiado con Yugyeom.

—Estoy bien —contestó fuerte, levantándose de la silla—. Voy al baño.

Sin dejar que Yugyeom dijera una palabra más, se encaminó hasta los baños del restaurante, y le pasó seguro a la puerta cuando entró. Respiró hondo, sintiendo sus ojos picar de impotencia y miedo, y se acercó hasta el lavamanos para tomar un poco de agua y refrescar su cara.

Levantó la mirada, y se encontró con su reflejo. Apreció sus ojos decorados por suaves ojeras que últimamente debía cubrir con maquillaje, producto de las noches que no durmió bien a causa de sus malestares. Lucía más pálido de lo normal, y supo que, si no había adelgazado era gracias a la comida que estaba recibiendo por parte de Yugyeom.

Siseó con enfado. —¿Qué pasó con el Bambam que siempre estaba solo? ¿Que no toleraba a los demás? ¿Por qué aceptas a ese Alfa raro en tu vida y dejas que haga contigo lo que le da la gana? —mirarse a sí mismo le avergonzaba—. ¿Desde cuándo necesitas de un olor para sentirte bien? Jodido imbécil, eso es lo que eres.

Apretó sus labios, ignorando nuevamente las náuseas que lo invadieron al sentir ese aroma dulzón de la fruta tropical. Lo odiaba, no lo quería sentir. No quería oler ese asqueroso aroma ni un segundo más.

Salió del baño lo más rápido que pudo, y regresó a la mesa, dejándose caer en la silla sin cuidado, apoyando los codos sobre la mesa y cubriendo su cara con ambas manos. Yugyeom lo miró sin entender, pero sintiéndose terriblemente preocupado por su hyung. Podía notar lo mal que se sentía, aunque físicamente parecía no ser nada. Con algo de timidez, dejó salir un poco de sus feromonas, intentando así que Bambam se sintiera mejor.

¡𝗢𝗠𝗘GA! ៚ 𝗬𝗨𝗚BAM [VN#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora