3.

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Capítulo 3.
Un peón.

Agosto 15.

—¿Y a ti que te ha pasado? Traes una cara espantosa, con si hubieras visto un puto fantasma

La mora se burla desde su silla, revolviendo pacientemente el pure en su bandeja, es una mezcla blanca, maloliente y viscosa, nada agradable a la vista de las personas.

—Ni me lo recuerdes, que la puta gallina de los cojones me ha mordido, ¡Mira! Mi pobre dedo tiene la marca de su pico

Zulema estalla en risas, contemplando el dolor de su compañera, pues sabe que no ha sido nada grave.

—¡Puagh!, ¡Otra vez pure de batatas!, ¿Que esta gente no tiene más comida?

—En realidad este pure es bastante bueno comprado con el guisado de carne de Crystal —Habla Almendra, tirando su bandeja en la mesa de aquellas prisioneras

—Ya... déjame adivinar, Crystal era una mujer vieja, con alergias, dolor de espalda y un lunar en su mejilla derecha —Insinúa Zulema, dandole un leve golpe a la mejilla de la morena

—Bueno pues, en realidad era rubia.. de ojos verdes y sonrisa encantadora

—¿Tenía los dientes derechos?

—No tenía dientes

La gitana suelta una risa seca, comiendo de su pure.

—¿Sabes cómo puedo conseguir un móvil? —Habla la mujer, después de segundos de total silencio

—Ya decía yo que esta visita era bastante inesperada—Zulema deja de comer y cruza sus brazos sobre la mesa, con su cabeza sobre ellos, mirandola con una sonrisa burlesca—¿Y para qué quieres un móvil, pequitas?

Almendra acaricia sus diminutas pecas, recordando que ellas estaban allí, no solía mirarse en el espejo y nunca nadie hablaba de ellas.

Era como si no existiesen.

—¿Sabes cómo conseguirlo o no?

—Vamos, que si de móviles se trata puedes ir y abrirle el chocho a cualquiera de nosotras, que aquí móviles entran como regalos en navidad —Interrumpe Saray, señalando a sus compañeras y abrazando a aquella por los hombros

—¡Joder, que puto asco! —Se queja ella quitándose el peso que había sobre sus hombros—¿Que te crees?, ¿Que soy una puta que va comiendo coños como si fueran galletitas?

—Pues mira, que de puta tienes la cara, allá tu si también el alma —Rie Saray, revolviendo una vez más el pure

—El alma y la vista, ¿Crees que no me he dado cuenta de como miras a rizos, Saray?, ¿Quieres que vaya a comerle el coño a rizos?

—¡A ver, frena tu coche!, ¡Que a la rizos no le tocas un pelo!

Saray ha empezado a gritar, llamando la atención de algunas de las internas.

Almendra sabía lo que hacía, era fácil para ella encontrar el punto débil de las personas, con solo observarlas en silencio unas cuentas horas ya tenía información suficiente para acabar con su mundo.

Y eso era peligroso.

Muy peligroso.

Y claro, Zulema ya se había dado cuenta de su inusual...don.

—¡Callaos ya las dos!, ¡Que no me dejáis pensar!—Habla la mora por primera vez.

—¿Pero pensar el qué?, ¿Que no vez que está puta loca-!

—Mañana tienes tu móvil, pequitas —La interrumpe Zulema, acercándose a Almendra y susurrando para no ser escuchada.

Tenía un plan.

Y Almendra era parte fundamental de él.

El peón que sería sacrificado para que el rey gane la partida.

Un simple e indefenso peón.

Que divertido, ¿No?.

Si, es muy divertido.

AlmendraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora