Nicolette llegó al salón mientras los demás alumnos seguían entrando, ésta era la peor parte de ser nuevo… elegir un puesto, porque todos ya sabían dónde se sentarían por el resto del año, ya sea para hablar o para copiarse y Nicolette no quería ser un estorbo, así que esperó de pie frente al pizarrón y esperó a que todos tomaran asiento.
-Buenos días señorita.
Nicolette volteó sobresaltada para descubrir a un joven hombre que la miraba fijamente, no tendría más de 26 años, cabello negro y la sombra de una barba en su rostro, sus ojos eran marrón oscuro y sus labios mostraban una simpática sonrisa. La chica se dio cuenta de que era el profesor cuando detalló el maletín que llevaba en la mano.
-Buenos días – respondió ella en un murmullo.
-¿Es tu primer año? – la chica asintió – Muy bien… ¡Chicos! – exclamó él volteándose hacia la clase – Por favor terminen de sentarse para encontrarle un puesto a… disculpa – dijo el profesor volviéndose hacia ella nuevamente – ¿tu nombre?
Nicolette dudó por un segundo, había pasado por tantos nombres e identidades falsas que comenzaba a mezclar todo en su cabeza, los colores de su cabello, sus lentes de contacto, su ropa, sus nombres…
- June – respondió ella finalmente recordando el nombre con el que había sido inscrita en esta nueva escuela – June Scott.
Los demás chicos la miraban de arriba abajo, Nicolette reconoció todo tipo de miradas, las extrañadas, las burlas, las juzgadoras, las de desinterés, las de interés… Ya sabía también con quienes trataría y con quienes no.
Sin embargo la chica supo inmediatamente que ya era la niña rara, no había nadie como ella; su cabello iba de negro a azul, ella era más baja que el promedio, iba vestida con shorts negros, una camisa blanca con el logo de su banda favorita, medias largas que llegaban hasta un poco más arriba de sus rodillas, un largo suéter gris y botas con estampados de flores.
-Profesor Peters, hay un puesto vacío junto a mí.
El chico que levantó la mano se sentaba de último en el salón de clase. Nicolette lo observó algo hipnotizada. Tenía el cabello marrón claro, ondulado; ojos verdes que podían a veces verse marrón claro. El chico llevaba puesto unos pantalones negros, una camisa de cuadros azul y un beanie negro.
-Puede tomar asiento señorita Scott – dijo el profesor – y bienvenida a la escuela.
Nicolette se dio cuenta de lo fijamente que había estado mirando al chico; rápidamente asintió al hombre y comenzó a caminar por el pasillo hasta el final del salón; el pequeño recorrido pareció eterno, la chica podía escuchar las risitas y los susurros, pero ella caminaba como sus instructores en el palacio le habían enseñado, la barbilla siempre en alto.
-¿De quién es el otro puesto vacío? – preguntó el profesor cuando Nicolette ya había tomado asiento.
-Vanessa – respondieron todos al mismo tiempo sin siquiera molestarse a ver de qué asiento hablaba el hombre.
Casi al instante entró una chica con el cabello de color rojo intenso, sus ojos iban escondidos tras unos lentes oscuros marca Ray-Ban, y sus labios estaban pintados del mismo color que su cabello; la chica llevaba puesto unos jeans rotos a la altura de las rodillas, una chaqueta de cuero negro sobre una franelilla blanca y unas botas Dr. Martens color amarillo brillante.
-¡Ah! – exclamó el profesor – señorita Ives, veo que decidió acompañarnos… por favor tome asiento.
-Buen día profesor Peters – dijo la chica sonriendo con gracia – disculpe la tardanza, no quise interrumpir la clase. ¿Cómo estuvieron sus vacaciones?
-Muy bien gracias, ahora por favor…
-Por supuesto.
La chica asintió y caminó por el pasillo con estilo y aires de suficiencia hasta su asiento, que estaba justo frente a Nicolette. La princesa sintió cómo la energía en el ambiente cambiaba repentinamente mientras la pelirroja caminaba hacia su lugar, sentía la admiración de todos, la chica debía ser sin duda una sensación en la escuela.
Cuando la pelirroja tomó asiento le sonrió al chico de la camisa de cuadros.
-¿Cómo estás Elliot?
-Irritado – respondió él, cruzándose de brazos.
Nicolette pudo ver un lazo de color rosa intenso que los unía, una fuerte amistad…
-¿Qué sucede? ¿No te gustó mi entrada? – preguntó ella apartando un mechón de cabello de su rostro. El chico sólo bufó y Vanessa se dio la vuelta – Un placer princesa Nicolette – le dijo a la chica, quién abrió los ojos como platos y quedó en shock. Vanessa le guiñó un ojo y volvió a darse la vuelta.
-La idea es protegerla, no asustarla Nessa – dijo Elliot en un susurro.
Vanessa sólo rio.
El profesor Peters comenzó la clase, pero Nicolette no podía concentrarse, lo único que ocupaba su mente eran Vanessa y Elliot, y lo nerviosa que la tenían.
ESTÁS LEYENDO
Alza la Barbilla
Teen FictionImagina que tuvieras la habilidad de ver el aura de las personas, saber cómo son con tan sólo ver el color que las rodea, sentir las energías de una habitación, ver las relaciones de las personas, si son amigos, enemigos, si se aman, si se odian... ...