Capítulo 11

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Los ojos de Charlie se situaban sobre el centro de aquel espacio circular, allí donde estaba aquel haz brillante, ya casi lo había conseguido. Con movimientos suaves en sus pasos se dirigió hacia aquel lugar, el Kobold que le acompañaba se quedó atrás y no le siguió. La luz del haz era llamativa y hermosa, quizás fuese como un rayo, un rayo formado por mil colores, tan brillante, y alargado que se perdía en la infinidad del cielo. Mientras se acercaba aquel lugar su corazón latía con más fuerza, y sus manos sudaban de miedo

—Estoy aquí —dijo el chico mientras Subía los pequeños escalones de aquella torre, cada vez más se acercaba donde el haz nacía. La luz era aún más brillante, sus ojos apenas podían resistirla — ¡ESTOY AQUÍ! —esta vez grito.

Cuando el chico se acercó al lado del haz este se comenzaba a comportar extraño, sus colores desaparecían uno a uno, como si se apagara y cada vez se hacía más pequeño.

—Mira lo que has hecho —la voz furiosa del Oráculo se escuchó —.Como... Como.... ¿Cómo lo has logrado? —el chico observaba la silueta oscura del oráculo casi enfrente de él.

El haz se hacía más pequeño.

—Quiero lo que he venido a buscar.

Los cristales que formaban el laberinto empezaron a quebrarse, se elevaban de nuevo en el sobre el aire de aquel lugar. El oráculo apenas podía ponerse en pie y hacia un gran esfuerzo por hablar. —NO, NO... —el oráculo se dirigió hacia el Kobold que estaba apartado en la entrada de la pequeña torre

—Tu... tu criatura miserable, tú lo has hecho.

Podk trato de hacerse invisible pero fue inútil ante la presencia del oráculo.

—Ustedes... Ustedes dos...

En ese momento el oráculo se disponía hacer algo, de sus manos un par de rayos de luz oscura salían y de inmediato se dirigían hacia Podk y Charlie, pero antes de que el rayo llegara a su destino, el haz brillante se hizo tan pequeño como una flecha. Charlie lo pudo obsérvalo en ese instante, el haz se convertía en una la lanza de oro. De inmediato de la punta de esta, un último rayo de luz brillante salió y fue a dar justo al cuerpo oscuro del Oráculo. Charlie escucho un grito espelúznate y de inmediato observo que no había rastros del oráculo en aquel lugar

Charlie se quedó inmóvil por un momento al igual que la pequeña criatura que lo acompañaba.

—Lo has logrado, haz conseguido la primera lanza. —esa voz llegaba desde su cabeza, era el Hombre del Sombrero Negro.

Charlie tomo la lanza que estaba incrustada en la ranura de aquella torre y la sujeto por un momento sobre su mano alzada. —Lo he logrado, lo he logrado.

Aquel lugar empezaba a desaparecer al instante, justo cuando Charlie tomo la lanza, el lugar se partía, aquella dimensión se caía en pedazos, el Kobold se hacía invisible y al igual que él y todo el lugar desaparecían, noto una sonrisa en la criatura quizás de agradecimiento hacia Charlie y recordó que le debía algo, saco de su bolsillo rápidamente dos semillas y se las arrojo a este, de inmediato las tomo con su mano y todo desapareció.

Con la lanza sobre su mano ahora, Charlie apareció entre una gigantesca nube cristalina que cedía ante el fuerte viento, noto que en aquel lugar la temperatura había cambiado drásticamente, hacia más calor. La nube fue desapareciendo poco a poco y enfrente de él iban apareciendo un grupo de siluetas que observaban con mucha atención hacia el lugar donde estaba Charlie. Ese lugar era donde estaba alzada la Torre de Cristal que ahora había desaparecido. Enfrente estaban sus acompañantes; Can, Gondert y los Moradores del desierto... Ahora lo recordaba, el Cristal, el Cristal que convertía la torre en la Torre de Cristal. Debía conseguirlo para los moradores pero no lo recordó. Seguramente a aquellas criaturas no les gustaría escuchar que no lo había conseguido y por ello se quedó parado allí por un largo momento.

La nube cristalina se difumino casi por completo, apenas quedaba un rastro de ella sobre el suelo de aquel soleado mundo. El chico ni las criaturas se movían, el chico por miedo y aquellas criaturas ¿porque? Tragaba saliva y trataba de caminar, dio un paso hacia aquellos y en ese momento noto que algo brillaba sobre el suelo. En su cara se pintó una pequeña sonrisa.

—Eso debe ser —lo tomo con una de sus manos, era una gran piedra brillante de una forma geométrica perfecta, no podría describirla, era de un color y brillo azul fuerte.

Camino con los dos objetos sobre su mano hacia donde estaban aquellas criaturas, con un rostro serio se puso enfrente del morador y le entrego la piedra brillante, este la tomo y no dijo nada al chico. Solo había mostrado junto a todos los moradores que había allí, una sonrisa burlona, la que siempre llevaban pintada en la cara esas criaturas y finalmente desaparecieron.

—Lo he logrado —dijo mirando a sus dos acompañantes. El humanoide le miro por un instante y luego desvío su mirada, Gondert no hizo más que rugir —.Lo he conseguido.

En un abrir y cerrar de ojos dejaron aquel mundo caliente donde los tres soles perfectamente alineados estaban situados en el mismo lugar, al parecer nunca se movieron de aquel lugar.

Charlie estaba enfrente de aquel hombre, el del Sombrero Negro, en el fantástico lugar de Profect, donde el cielo era un espectáculo nocturno, las estrellas acompañadas de constelaciones, cometas y la gran luna, todo brillaba de una manera increíble y maravillosa.

—Bien hecho Charlie —le dijo aquel hombre, tomo la lanza de las manos de Charlie y en sus manos desapareció.

El chico no dijo nada, noto que las criaturas que le acompañaron no estaban en ese lugar, solo estaba él y el Hombre del Sombrero Negro

—¿Puedo irme? ¿Puedo regresar?

—Claro que puedes Charlie, Solo tienes que despertar....

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Crónicas de Mil Sueños I: El Hombre del Sombrero NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora