Esperanza

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Yamaguchi, al principio, se sentía un poco intimidado por Kageyama; parecía ser una persona muy calculadora, violenta y cruel, y aunque tuvieran técnicamente la misma altura, se sentía pequeño a su lado.

Descubrir que en realidad esas características solo eran verdad cuando se trataba de voley y que fuera de eso, como adolescente normal, era un muchacho tonto y torpe, fue un gracioso alivio para el pecoso.

Aunque se reía de las burlas que Tsukishima hacía sobre el par de tontos y a veces era parte de dichas mofas, nunca hubo intenciones maliciosas, por parte de ninguno de los dos; a pesar que por parte de Tsukishima no era tan obvio.

Entonces cuando empezaron con sus reuniones de estudio, Yamaguchi pensó que sería una buena oportunidad para mejorar la relación que, no solo él, sino también Tsukishima tenían con Hinata y Kageyama.

Como Kageyama y Tsukishima discutían muy frecuentemente, Tsukishima se encargaba de enseñar a Hinata, el pelinaranja podía soportar mejor sus insultos; Kageyama era más temperamental y susceptible así que necesitaba de alguien con más paciencia.

Era de gran ayuda tener también a la pequeña manager en la mayoría de sus reuniones dentro del edificio, así Tsukishima no estaría tan irritado y cansado todo el tiempo; por alguna mágica razón, Hinata entendía mejor los temas cuando eran explicados por ella.

Gustar de Hinata era muy fácil, es una persona transparente y social; aunque Yamaguchi a veces lo encontraba ligeramente molesto por su hiperactividad, su enorme estupidez y lo ruidoso que era.

Kageyama por otro lado, no sabía expresarse muy bien, sus expresiones faciales eran diferentes tipos de caras enojadas con el seño fruncido, tampoco vocalizaba sus pensamientos de forma totalmente entendible, y se alteraba cada vez que se avergonzaba, era como si el enojo fuese su reacción por defecto.
A Yamaguchi le resultaba tierno de cierta forma, pero también simpatizaba en el ser torpe socialmente y en lo difícil y frustrante que era.

Leer a Kageyama no era más difícil que leer a Tsukishima, solo diferente. Yamaguchi se congratulaba en poder hacerlo, iba muy bien hasta ahora; y genuinamente le agradaba Kageyama, y como el pelinegro parecía también estar cómodo con él, Yamaguchi estaba contento.

Cuando Kageyama empezó a comportarse extraño Yamaguchi no sabía qué pensar, ¿Tal vez abusó de su confianza haciendo una broma que en verdad lo haya molestado?
Kageyama no prestaba atención cuando le hablaba, en ocasiones caminaba hacía Yamaguchi para tener conversaciones extrañas e incómodas, como si se estuviera obligando así mismo a hablarle, y lo miraba de forma muy intensa, como si quisiera matarlo con la vista, Yamaguchi presentía que en cualquier momento en verdad lo haría.

Pero si en verdad estaba molesto con él ¿Por qué no dijo nada? A no ser que Yamaguchi haya jodido todo enormemente.
Eso pensaba, hasta que Tsukishima decidió molestar de forma diferente a Kageyama, sus comentarios hacían referencia a Yamaguchi, y lo que que insinuaba en ellos era que Kageyama podría tener una cierta inclinación por él.

¿Qué? Eso no podía ser cierto, era absurdo... Gustarle a alguien, a alguien como Kageyama, no lo procesaba completamente.
Su lado racional le decía que era una explicación lógica, considerando cómo era el pelinegro, tenía sentido; pero luego otra opción surgió de forma casi inmediata: ¿Y si Kageyama sí gustaba de Yamaguchi pero no estaba feliz con eso?
Después de todo no es como si uno pudiera controlar de quién gustar o enamorarse; Kageyama no decidió gustar de Yamaguchi, solo tuvo mala suerte.

"¿Quién podría estar contento de gustar de alguien como yo?"

A Kageyama le molestaba, y Yamaguchi lo comprendía; así que lo iba a ayudar, fingiría ignorancia, de esta forma todo sería menos incómodo; cuando los sentimientos que el pelinegro tiene por el pecoso mueran podrían seguir como si nada hubiera pasado.

Algo inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora