Capítulo 2

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Hiccup:

Esa noche, llegué a mi casa, pensando en qué hacer con Chimuelo y con _____. ¿Enamorada de mí? Soy un pescado parlanchín.

Miré un pedazo de papel sobre mi cama. Creí que era una de mis notas, pero no era mi letra, era una más bonita.

La leí. No podía ser cierto.

Corrí a su casa. Toqué la puerta. Su madre abrió.

   -¿Si?

   -Vengo por _____.

   - No está.- dijo despreocupada.- Su padre la fue a buscar.

Entonces era verdad, su padre la descubrió. Sentí una lágrima sobre mi mejilla.


_______: 

Huía, iba al Norte. No sabía a donde, pero no quería ver muerto a Ice. Era muy joven, no sabía que hacer.

Paramos en una isla boscosa. Encontré algunas armas tiradas, pero no personas. Tomé un arco, empecé a practicar. Sería una jinete, la más temida de todo el archipiélago.

4 años después


Hiccup:

Estábamos atrapados. Astrid y yo. El montículo de hielo resultó ser un fuerte de cazadores, tenían a Tormenta, no nos podíamos ir sin ella, Eret fue muy claro con que le harían.

Cuando de la nada, disparos de plasma empezaron a derribar el fuerte de hielo. Eret los miró con atención. En su rostro había miedo.

   -¡Es la jinete Barrow!- gritó él. El caso, es que el nombre me sonaba.

Estaba ahí yo, con tan sólo 19 años, enfrentándome a  Viggo Grimborn, este se burlaba de mí.

   -¿Quién crees que eres, Hiccup Haddock? Eres un jinete, pero no estás a mi altura. Sólo una jinete lo está, y es Barrow. ¿Y adivina?¡La saqué del mapa!

En ese momento, yo caí ante la mención del nombre.

________ Barrow. Mi mejor amiga hace tiempo.

Volví al presente. ¿Sería la misma Barrow?

Los disparos de plasma salían de la nada. Cómo si fuera invisible.

Entonces un disparo dió en la red de Tormenta. Vi una mano en la nada, que quitaba algo. Una capucha. Y vi un rostro, no definido, estaba muy alto.

A lo mejor monta un Alacambiante... no, son indomesticables, el único dragón que lanza plasma y son...

Furia Nocturna.

Subí a mi dragón, Astrid también y fuimos tras lo único visible en ese momento: la cabeza de la jinete.

Ella empezó a acelerar. Yo la seguí con facilidad, Astrid, no tanta.

   -¡Ve a Berk!- grité.-¡Te veo allá!

Asintió y se fue. Seguimos con sigilo a la chica, que volteó, no nos vió, y entonces se quitó una capa, volvió a ser visible, junto con su dragón.

Era blanco, pero desde acá atrás no podía determinar de que especie.

Aterrizó en una pequeña isla, nos escondimos y escuchamos.

   -Lo hiciste bien, Ice.- escuché esa voz, conocida, pero no se parecía a la de _____.

Di un paso para poder ver de que especie era, cuando pisé unas hojas secas.

No creí enamorarme... no de ti.  Hiccup y TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora