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Hay un chico que siempre toma mi bus. Hoy, cuando pase por mi café este... este no tenía absolutamente nada escrito. Ni una letra, ni un corazón. Nada. Justo como los cafés de antes. Aún así, decidí guardarlo. Aunque, a decir verdad, era algo estúpido y sin sentido. Hoy, demonios, hoy Harry estaba de un excelente humor. Incluso, parecía que no fueran las 7 de la mañana. Se sentó conmigo desde que subió y platicamos todo el camino. Incluso le pregunte por lo de sus nudillos rojos. Pensé que se enojaría o dejaría el tema de lado pero no lo hizo: «Oh, esto. No es nada, sólo... –suspiro. Es demasiado tierno para mi, basta– Defendí mis ideales. Y lo que amo, claro.» Lo único malo de este día, fue que Harry bajó dos estaciones antes que yo, como antes lo hacía. Pero, cuando se levantó del asiento, una libreta color durazno cayó de su mochila, abriéndose en una hoja exacta: por lo que vi, eran bocetos de mariposas hechas en acuarela. Muy lindas, por cierto. Harry rió dulcemente y tomó el cuaderno lo más rápido que pudo, susurrando un «Oops, cuaderno equivocado. Hermanas» con las mejillas levemente sonrojadas.... Yo –hoy, claro–me senté a su lado y creo que es un chico, en verdad, tierno.






El chico del bus. || h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora