Capítulo Tres

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Jeno se despertó sobresaltado y se dio cuenta de que debía haberse quedado dormido. A juzgar por la luz tenue a su alrededor, debió haber sido hacía un rato. Se frotó la cara con las manos y trató de que sus desordenados pensamientos se enderezaran. ¿Dónde estaba? Mirándose a sí mismo sentado con nada más que sus calzoncillos negros y una bata, todo volvió a él con una excepcional claridad. Su primer impulso fue buscar a Jaemin y lo encontró dormido en el sofá junto a él, acurrucado y enterrado en un montículo de tela de rizos. Sobre Jeno, la bata de Yuta se adaptaba casi a la perfección, pero sobre Jaemin, el albornoz era al menos tres tallas más grande y el elfo parecía que se estaba ahogando en él, o preparándose para un largo invierno, como una pequeña criatura peluda del bosque.

Con cuidado, Jeno se inclinó, echando una buena mirada al elfo por primera vez en mucho tiempo. La piel de Jaemin tenía justo el más débil salpicado de pecas en la nariz y las mejillas, su cuerpo era delgado pero musculoso, con el pelo de un tono medio rosa con mechones más claros intercalados. Sus labios eran regordetes, de aspecto suave y ligeramente separados mientras dormía. Jeno podía recordar muy bien los grandes y expresivos ojos. También podía recordar lo que Jaemin había dicho sobre que nadie lo quería, lo cual estaba bien para Jeno. No necesitaba que nadie le quisiera de todos modos. Nunca lo habían hecho, nunca lo harían.

Con el ceño profundamente fruncido, Jeno se sentó y cruzó los brazos sobre el pecho. Jaemin había sido un dolor en el trasero desde el primer día y últimamente, las cosas habían estado yendo cada vez peor, hasta el punto en el que estar en la misma habitación con Jaemin frustraba a Jeno por completo, provocando que arremetiera contra el elfo más pequeño. Tal vez fuera el momento de considerar un traslado, ya fuese para Jaemin o para que él mismo no terminara haciendo algo estúpido. Odiaba dar vueltas en torno a Jaemin. Estaba cansado de sentirse tan enojado y decepcionado y... todo. Estaba cansado de sentir todo.

—Dulce, ¿verdad?

Jeno miró hacia arriba para encontrar a Yuta apoyado en el marco de la puerta, su mirada sobre Jaemin.

—Molesto es lo que es —refunfuñó Jeno—. Y remilgado. —Se sintió enfadado solo de pensar en Jaemin—. Es un desastre andante. Apuesto a que le encanta cada minuto de esto.

—Hay alguien fuera para matarlos a los dos. Dudo que él esté disfrutando de eso.

Jeno miró a Yuta con el ceño fruncido.

—Salvo la parte en la que está siendo salvado por el gran capitán del escuadrón de los Rein Dears.

Para frustración de Jeno, Yuta solo se rió entre dientes. ¿Qué tenía de bueno Yuta de todos modos? Que fuera guapo, no era gran cosa. Aparte de volar para Kringle y dar felicidad al mundo, realmente, ¿qué había de bueno en él?

—En vista de que los dos son mis invitados, por qué no le llevas a la cama y yo dormiré en el sofá.

La mandíbula de Jeno casi cayó al suelo. ¿Compartir una cama con Jaemin?

— ¿Estás loco? Yo no voy a compartir la cama con ese... ese... elfo.

—Muy bien. —Yuta se encogió de hombros y se dirigió hacia Jaemin—. Voy a compartir la cama con él.

Jeno se puso de pie y detuvo a Yuta en seco.

—Por supuesto que no. No me fío de ti y si algo le sucede, seré el que termine recogiendo la avalancha, así que quítale las manos de encima.

Yuta levantó las manos en señal de rendición y dio un paso atrás.

—Está bien, chico duro. Sólo voy a tomar para mí una almohada y una manta. Haz lo que quieras.

Arreglando a Jeno  -  NoMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora